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Columna
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¿Héroes?

A Nadal le debe resultar muy cansino que todo dios le califique de héroe. Yo creo que este deportista portentoso, ante todo, se comporta como una buena persona

El tenista Rafael Nadal , tras ganar al serbio Novak Djokovic en la final del torneo de Roland Garros en París el domingo 11.
El tenista Rafael Nadal , tras ganar al serbio Novak Djokovic en la final del torneo de Roland Garros en París el domingo 11.IAN LANGSDON (EFE)
Carlos Boyero

Cantaba Bowie: “podemos ser héroes. Solo por un día”. Quiero pensar que un antihéroe como yo también actué de esa forma alguna vez durante unas horas o unos minutos. Que simplemente hice lo que tenía que hacer en una situación difícil. Pero me abruma la inmensa cantidad de héroes que están apareciendo durante la peste. Espero que no empiecen a incluir en esa categoría sublime a los políticos, gente que se insulta e interpreta patéticamente su miserable y siempre previsible discurso actoral.

Y vale, es lógico aplicar esa heroicidad a la clase médica y sanitaria. Su labor es tan dura como arriesgada. Pero imagino que habrá de todo entre ellos. Que igualmente existirá una apreciable cantidad en su gremio en posesión de la baja médica desde que apareció el monstruo. Con razones imaginarias o tan humanas como el miedo, el escaqueo de tus obligaciones, la comodidad. Y comprendes el agotamiento físico y mental de los que siguen en el frente de batalla. Pero que no se apunten a las reivindicaciones y al homenaje los oportunistas, los cobardes, los apologistas del “tonto el último” y del “sálvese quien pueda”.

Inmerso en el tema de la heroicidad me sorprende lo que cuenta el historiador Max Hastings, al que entrevista Jacinto Antón en este periódico, sobre esos seres proteicos que lograron hazañas en las guerras. Asegura que son mala compañía en el campo de batalla y tampoco son muy buenos en la paz, ya que no suelen ser personas sensibles ni sensatas. A Nadal le debe resultar muy cansino que todo dios le califique de héroe. Yo creo que este deportista portentoso, ante todo, se comporta como una buena persona. El mago Iniesta también era así de creíble. Nadal confiesa no tener la exclusiva preocupación de ser el mejor. Se alegra de su último triunfo en Roland Garros y se confiesa un privilegiado, pero añade que le gustaría que su victoria sirviera para donar un poco de ilusión y alegría a la gente que lo está pasando fatal. Siempre me creo a este tío. Me parece, de verdad, un ganador modélico.

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