_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una adaptación libre y excelente de ‘Drácula’

La serie de la BBC es el último eslabón de una larga cadena de adaptaciones, como muchas son las interpretaciones sociológicas y políticas de la obra original

Vídeo: Claes Bang como el conde Drácula en la serie de la BBC. NETFLIX
Ángel S. Harguindey

Una de las adaptaciones libérrimas de la novela Drácula, del irlandés Bram Stoker, llega a Netflix con la producción de la BBC. Libérrima por cuanto narra las vicisitudes del vampiro desde su origen en Rumanía hasta el Londres actual y siempre en dura pugna con los descendientes de Van Helsing. Una serie brillante desarrollada por Mark Gattis y Steven Moffat en tres capítulos y con unos excelentes Claes Bang y Dolly Wells como protagonistas.

Ya casi es un tópico señalar la bondad de las producciones de la BBC. Drácula es otra muestra de la gran calidad de todos los profesionales que intervienen en la misma, desde los actores de reparto a una fotografía de Tony Slater Ling -deudor, como casi todos, de la extraordinaria iluminación de época del Barry Lyndon de aquel genio llamado Stanley Kubrick- que alcanza su grandeza en el segundo de sus capítulos, el de la larga travesía del Conde hacia Inglaterra a bordo del Deméter con 50 cajas de su tierra natal, en el que el tono oscuro de la misma es el perfecto complemento de los tenebrosos sucesos.

Sabido es que la novela de Bram Stoker es descendiente directa de la que escribió John William Polidori, El vampiro, en la irrepetible conjunción de talentos en Villa Diodati y publicada 78 años antes, de igual manera que la serie británica es, de momento, el último eslabón de una larga cadena de adaptaciones cinematográficas y televisivas, como muchas son las interpretaciones sociológicas y políticas de la obra original. Una sugerencia: déjense llevar por las imágenes sin necesidad de analizar las hipotéticas intenciones de sus autores, algo que, al parecer, resulta indispensable para quienes consideran que el placer de la contemplación no es suficiente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_