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Columna
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Corleone

Te hiela la sangre el testimonio de los asesinos en el escalofriante documental ‘Corleone: Mafia y sangre’

Una imagen del documental 'Corleone: mafia y sangre'. En vídeo, el tráiler de la serie.Vídeo: Movistar
Carlos Boyero

Sé de cinéfilos devotos, convencidos de que existe un antes y un después en su existencia tras una saga genial titulada El Padrino, que han ido en procesión a conocer el pueblo siciliano de Corleone, donde nació, fue víctima y se vengó Vito Corleone. También fue refugio de su fugitivo hijo Michael. Yo creí reconocer en el precioso pueblo de Noto el escenario del final de El Padrino, las escaleras del Teatro de la Ópera donde Michael Corleone exhala un gemido digno de la pintura El grito al contemplar el asesinato de su hija.

Corleone y Palermo son los territorios en los que se desarrolla el espanto en el escalofriante documental Corleone: Mafia y sangre, que exhibe Movistar. Lo protagonizan la Cosa Nostra, el anverso y el reverso de esa cosa tan retorcida llamada Estado y Totò Riína, un individuo bajito y vulgar que se declara modélico agricultor, tan frío como implacable, que en su obsesiva búsqueda del poder absoluto corrompe, chantajea y manipula a todo su entorno, a los gobiernos, a los supuestos pilares de la sociedad. Y al que no cede, a los resistentes, a todo aquel que suponga una amenaza real o imaginada para su trono, se los carga. A miles de personas. Por pragmatismo o por venganza, por razones reales o espúreas. El anverso del Estado son los jueces, militares y policías que siguen creyendo en la justicia, que se enfrentaron al monstruo y fueron aniquilados. El reverso es la complicidad con el mal, de muchos representantes de la jerarquía suprema.

Te hiela la sangre el testimonio de los asesinos. Se refieren a la Mafia como hombres de honor, de respeto, con códigos sagrados. Un fiscal que trabajó en el macrojuicio de Palermo difiere de esa concepción con una expresión rotunda: “Solo son un pedazo de mierda”. Pero también afirma que la Mafia es un fenómeno humano. O sea, que pervivirá siempre.

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