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Llevo 69 días fascinado con la contemplación de las paredes, aunque recurro a veces a la oferta de las plataformas: ‘Unorthodox’, ‘Hollywood’, ‘El último baile’...
No se lo escuché a él, pero atribuyen al pintoresco actor y personaje Antonio Gamero la autoría de dos frases antológicas. Una es: “Si tienes problemas, nunca se los cuentes a los amigos, que los cabrones se diviertan con otras cosas”. La otra: “En cualquier sitio se está mejor que fuera de casa”. Con la segunda me he puesto en desacuerdo en los últimos días. Te dejan salir a la calle de forma muy rara, en determinados horarios, pero el ángel exterminador me paraliza, me asegura que no se me ha perdido nada en ella. Al parecer, hay cantidad de personal al que le ocurre lo mismo. Y no solo a los que estamos atravesando la peste en soledad, sino también a gente que puede pasear acompañada, e incluso a bastantes niños. Vete a saber los trastornos subterráneos o transparentes que se están cociendo en el cerebro.
En mi casa, además de haber descubierto obligatoriamente que existen cosas llamadas nanas, Scotch-Brite, Fairy y una máquina que otorga calor a los alimentos denominada microondas, llevo 69 días fascinado con la contemplación de las paredes. También recurriendo de vez en cuando a la oferta de las plataformas digitales. Padezco frecuentemente demasiadas series que no son nada, realizadas con idéntico y previsible patrón, agotadas a partir del primer capítulo. Es muy cansino pero también revelador que en el cartelito que intenta resumir su bobo contenido aparezca una y otra vez lo de “sexo, violencia y drogas”.
Y me habían hablado muy bien de Unorthodox. Pero lo único que me hipnotiza de ella es la actriz que la protagoniza. Es diminuta, tiene pinta de andrógina, posee una extraña y poderosa luz. Interpreta a una chica judía que huye de su ultraortodoxa familia y de un ambiente asfixiante en Brooklyn para encontrar algo cercano al paraíso comunicativo en la cosmopolita Berlín. Demasiada suerte la de esta muchacha. Igualmente me inspira mucha grima y ningún interés observar la existencia de los fanáticos religiosos, sean estos fundamentalistas hebreos, católicos o islamistas. La serie Hollywood tiene cierta gracia en el arranque y en el desarrollo aunque esté hablando de un mundo sórdido. Al final la pierde. Y merece la pena ver las hazañas deportivas y la complejidad psicológica de un dios demasiado cruel con sus compañeros llamado Michael Jordan en El último baile. Era un personaje exclusivamente obsesionado con ganar. Al parecer esta es una droga que no te agota nunca. No puedo opinar del tema. Como el buscavidas Eddie Felson, me falta experiencia en ella.
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