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Del referéndum de Cataluña a #Cuéntalo: los archiveros guardan tuits que han hecho historia

La Biblioteca Nacional e iniciativas particulares almacenan discusiones e hilos de Twitter, documentos efímeros pero imprescindibles para entender nuestro tiempo

Edificio que alberga la Biblioteca Nacional de España en Madrid.
Edificio que alberga la Biblioteca Nacional de España en Madrid.KIKE PARA
Manuel G. Pascual

La abdicación de Juan Carlos I. Los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils. El referéndum de independencia de Cataluña. El desarme de ETA. La erupción del volcán de La Palma. Todos estos eventos han marcado la historia reciente de España, y todos ellos se han narrado a través de Twitter. La red social que ahora dirige Elon Musk ha cobrado un gran protagonismo en los últimos años, al convertirse en una suerte de plaza pública virtual en la que todo se discute. Hay políticos, artistas y otros personajes de relevancia pública que hacen anuncios importantes solo en esta plataforma. Su relevancia es tal que algunas instituciones llevan tiempo recopilando lo que en ella se dice.

“Es imposible entender el mundo actual sin las redes sociales. Consideramos que los tuits son información en tiempo real que era necesario guardar para captar el desarrollo de los acontecimientos y cómo estos van cambiando”, explica Jose Carlos Cerdán, uno de los responsables del Archivo de la Web Española, el proyecto de digitalización de la Biblioteca Nacional. Esta iniciativa recoge desde 2016 todo lo que dicen una serie de cuentas de Twitter seleccionadas, principalmente de políticos e instituciones oficiales, así como las de otros personajes públicos. Se trata de un retrato móvil que se amplía o reduce dependiendo del momento. Durante la pandemia, por ejemplo, se recogieron tuits de científicos y sociedades médicas.

La iniciativa muestra cómo la labor de los archiveros está adaptándose a los nuevos tiempos. Hasta hace pocos años, cuando pasaba algo relevante y se decidía documentar, bastaba con recuperar los documentos impresos que se generaron en ese momento histórico. Eso ya no se puede hacer, o al menos no con tanto éxito: en la era digital, estamos cada vez más acostumbrados a la vida sin papel. Los documentos se mueven en internet, y las plataformas en las que se alojan (por ejemplo, páginas web y redes sociales) son muy volubles. Pueden desaparecer sin previo aviso, llevándose consigo información de interés.

Consciente de ello, la Biblioteca Nacional se hizo en 2016 con Heritrix, una herramienta automática que se ocupa del volcado sistemático y masivo de tuits, para generar su repositorio de Twitter. Es el mismo robot que usa Internet Archive, la organización sin ánimo de lucro con sede en San Francisco dedicada a guardar archivos, capturas de webs públicas y recursos multimedia de interés público. “Durante determinados eventos concretos se genera mucha información en muy poco tiempo, que además es muy efímera porque no va a quedar impresa y porque algunas cuentas desaparecen tras el pico informativo. Lo guardamos todo para que sea una especie de cápsula del tiempo y los investigadores puedan ver qué sucedió esos días”, indica Cerdán.

El archivo de la Web Española, donde se incluye el archivo de tuits, ocupa de momento 1,5 petabytes (un millón y medio de gigas, el equivalente a la memoria de 3.000 ordenadores portátiles convencionales) y lo mantiene un equipo de cuatro profesionales, entre los que se cuenta Cerdán, apoyado por una treintena de conservadores de otras bibliotecas españolas. Prevén que pronto se unan a ellos archiveros de bibliotecas universitarias.

La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos fue la primera en poner en marcha una iniciativa similar. Y la más ambiciosa, ya que en 2010 empezó a almacenar todos y cada uno de los tuits vertidos en la red social del pájaro azul. Pero la creciente popularidad de la plataforma hizo que, desde enero de 2018, la institución se viera forzada a seleccionar qué registraba y qué no (si en 2010 se procesaban 50 millones de tuits diarios, en 2017 ya eran 500 millones).

Algunos acontecimientos muy relevantes de nuestra historia reciente se han desarrollado o han tenido su origen en Twitter. Es el caso del hashtag, o etiqueta, #Cuéntalo, que reúne una colección espontánea de tuits vertidos en la red social entre abril y mayo de 2018 en los que unas 800.000 mujeres compartieron en tres millones de tuits sus historias personales relacionadas con la violencia machista. Incluyendo violaciones, agresiones sexuales y acosos. Esa explosión de comentarios no fue casual: se originó el 26 de abril, el día en que se hizo pública la sentencia a La Manada (se les condenó por abuso sexual y no agresión sexual, lo que hubiera comportado penas más duras) y se organizaron manifestaciones en protesta de la resolución judicial.

Ese episodio llamó la atención de Aniol Maria y Vicenç Ruiz, dos archiveros que decidieron registrar lo que se estaba diciendo al respecto en Twitter. “Fueron 15 días sin apenas dormir. Hacíamos capturas en vivo, todavía no teníamos ninguna herramienta para automatizar el proceso”, recuerda Maria, profesor de archivística en la Universitat Autònoma de Barcelona. Unieron fuerzas con dos periodistas y el Barcelona Supercomputer Center para limpiar los datos, procesarlos y transformarlos en el Proyecto Cuéntalo, una web en la que se puede consultar qué se dijo esos días.

Para llegar a ese resultado hicieron falta siete meses de trabajo, un equipo interdisciplinar de cinco profesionales y la potencia de cálculo de un supercomputador. Es un buen ejemplo de cómo se puede presentar algo tan aparentemente etéreo como una gran conversación en Twitter. Y del valor que pueden atesorar mensajes de 240 caracteres cuando alojan, por ejemplo, testimonios de agresiones.

Nada de eso sería posible sin la labor previa de recogida y preservación de tuits. Porque, si no se guardan, desaparecen virtualmente. “¿Cuánto tiempo hace que no preparas un álbum de fotos de las vacaciones de verano?”, inquiere Ruiz al periodista. La pregunta viene a colación. “La digitalización ha hecho que parezca que tengamos la facilidad de documentarlo todo como nunca. Y además, que todas las capas sociales puedan hacerlo de forma masiva. Es una ilusión: se trata de documentos que tú generas, pero no controlas, como sucede en el caso de Twitter”, abunda este archivista, que actualmente trabaja en el servicio de documentación del Parlamento Europeo.

Manifestación en Ferguson por la conmemoración del aniversario del asesinato del joven negro Michael Brown a manos de un policía blanco, en 2015.
Manifestación en Ferguson por la conmemoración del aniversario del asesinato del joven negro Michael Brown a manos de un policía blanco, en 2015.SCOTT OLSON (AFP)

Las redes sociales, especialmente Twitter, son herramientas muy potentes para visibilizar problemas que antes no salían a la luz. Se vio con el caso de #Cuéntalo. También han sido importantes en la lucha por los derechos del colectivo LGTBI. O en la movilización del 15M, entre otros. Tiene sentido recoger todo eso. “Podemos gestionar un patrimonio cultural mucho más rico y plural, siempre que demos voz a los colectivos que antes quedaban excluidos de la conversación”, subraya Ruiz.

Pero para hacerlo, hay que pelearse con el sistema. Twitter permite a los investigadores acreditados bajarse lo que han escrito ciertos usuarios desde su cuenta, pero no el resto de interacciones que ha hecho. De ahí que su colega Aniol Maria y él hayan puesto en marcha experiencias particulares de recogida sistemática de tuits en eventos que han considerado relevantes.

Los primeros que se dieron cuenta del potencial de esta herramienta fueron otros colegas de profesión en Ferguson (Misuri, EE UU), donde se estaba celebrando un congreso de archivistas en 2014, cuando unos policías mataron al joven Michael Brown. Se decidieron poner manos a la obra al ver el torrente de comentarios de rabia y frustración que inundó Twitter y que poco a poco catalizó en un movimiento, Black Lives Matter, que todavía perdura hoy. Ese fue el germen de Documenting the Now, un proyecto de recogida sistemática de comentarios en redes sociales que ilustran la evolución de la sociedad estadounidense.

Maria y Ruiz hicieron lo propio con los atentados de Barcelona. Y desde entonces no han parado. Tienen claro su objetivo. “Si no registramos nuestra vida digital, a largo plazo, seguramente tendremos un gran vacío documental sobre lo que estamos viviendo. Es muy fácil generar contenido, pero muy difícil retenerlo”, dice Ruiz. Ellos lo están intentando.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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