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Brasil e India encabezan la rebelión global contra las nuevas condiciones de WhatsApp

Los dos países con más usuarios congelan la actualización del servicio de mensajería, que oficializa el trasvase de datos con Facebook. Chile y Sudáfrica estudian tomar medidas

Un joven consulta su móvil en São Paulo (Brasil).
Un joven consulta su móvil en São Paulo (Brasil).A. PENNER (AP)
Manuel G. Pascual

WhatsApp, el principal servicio de mensajería del mundo, está encontrando fuertes resistencias para desplegar la actualización de los términos y condiciones de uso de su aplicación, que entra en vigor este sábado y en la que se especifica que compartirá datos de sus usuarios con Facebook, su empresa matriz. Varios países, entre ellos India y Brasil, los dos mayores mercados de WhatsApp, han decidido congelar su entrada en vigor ante las dudas que dicho trasvase de datos suscita en torno a la privacidad y a la posición de dominio de la compañía. Paralelamente, un grupo de activistas ha lanzado una campaña para frenar la operación, que consideran dirigida a crear una especie de superaplicación que concentre toda la actividad digital de la gente, como sucede con WeChat en China.

Estaba previsto lanzar la revisión de las condiciones en febrero, pero la oleada de críticas que provocó y el éxodo de millones de usuarios a sistemas de mensajería rivales como Telegram o Signal hicieron que la compañía lo retrasara para explicar mejor los cambios. Quienes no acepten los términos de uso no verán eliminadas sus cuentas, pero recibirán mensajes cada vez más persistentes para que accedan a hacerlo y verán reducidas progresivamente las funciones del servicio hasta que éste quede en la práctica inutilizado. En la Unión Europea los usuarios deberán aceptar también las nuevas condiciones, aunque estas tendrán un efecto mucho más limitado que en el resto del mundo porque el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) no permite que se compartan los datos con Facebook.

Las autoridades de la competencia brasileñas solicitaron la semana pasada que se posponga el lanzamiento de la actualización en el país hasta que se aclare qué tipo de datos se trasvasarán de una a otra aplicación y con qué propósito. Otros países tomaron decisiones similares: Turquía decidió en enero suspender la aplicación del nuevo contrato mientras el regulador estudia si ofrece suficientes garantías de privacidad para los ciudadanos. En marzo, la Comisión de la Competencia de India resolvió que el hecho de que WhatsApp y Facebook compartan datos es un “abuso de posición dominante”, congeló el cambio de condiciones e inició una investigación que todavía está en curso.

A estos tres se podrían sumar más países en los próximos días, como Sudáfrica, Chile o Argentina, que ha iniciado una investigación de oficio. En Chile, donde el 90% de la población usa WhatsApp a diario, representantes de la asociación Derechos Digitales, partidaria de retrasar la entrada en vigor de las nuevas condiciones, se reunieron este jueves con la Fiscalía Nacional Económica (FNE). “La conversación que tuvimos fue muy buena. No fijaron compromisos concretos, pero quieren seguir estudiando el caso. Tenemos altas esperanzas de que se produzcan avances”, sostiene a EL PAÍS María Paz Canales, directora ejecutiva de la asociación Derechos Digitales. En su opinión, el hecho de que las autoridades de la competencia chilenas hayan colaborado mucho con las brasileñas puede contribuir a que el país andino se decida a tomar decisiones parecidas.

Publicidad de la campaña Stop Facebook Save WhatsApp.
Publicidad de la campaña Stop Facebook Save WhatsApp.Stop Facebook Save WhatsApp

Uno de los elementos que más preocupan en Latinoamérica cuando se habla del posible abuso de posición dominante de WhatsApp son los llamados planes de zero-rating: las recargas de datos móviles en las que el uso de WhatsApp no consume datos. Según Canales, las cuatro principales operadoras chilenas tienen planes de ese tipo, muy habituales en todo el continente. Esas ofertas hacen posible que los menos pudientes puedan comunicarse por mensajería instantánea, y queden a la vez atados a la compañía de Facebook. Rechazar los nuevos términos y condiciones supondría para ellos quedarse incomunicados.

La génesis de una super ‘app’

Los que se están rebelando no son países cualesquiera: India cuenta con unos 400 millones de usuarios, y Brasil, con otros 120. Juntos suman más de una cuarta parte de los 2.000 millones de teléfonos que tienen la aplicación activa. En ambos territorios, además, ya opera una de sus grandes apuestas de futuro: su sistema de pagos, WhatsApp Pay, mediante el cual se puede enviar o recibir dinero sin salir de la app. En India está operativo desde el año pasado; en Brasil, tras ser prohibido en un primer momento por las autoridades de la competencia (CADE) y el Banco Central (Bacen), lleva en marcha desde principios de mes.

Ese servicio de pagos de WhatsApp y el cambio de condiciones que le permite intercambiar datos con Facebook pueden estar relacionados. Eso es lo que cree al menos Juliana Oms, abogada del Instituto Brasilero de Defesa do Consumidor (Idec), una de las organizaciones que han instado a las autoridades a que intervenga. “La nueva política de privacidad se refiere explícitamente a los datos recogidos por el servicio de pagos de WhatsApp, que se compartirá con Facebook”, señala la jurista.

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El temor de estos defensores de la privacidad y de los derechos de los consumidores es que con WhatsApp suceda lo que ha pasado con la aplicación WeChat, la red social más popular de China (1.000 millones de usuarios). En el país asiático, el dinero en metálico y las tarjetas de crédito son ya totalmente prescindibles en las grandes ciudades. Desde los puestos callejeros hasta los centros comerciales, todo el mundo paga con su móvil desde WeChat, que es también una plataforma de pagos y que aloja casi cualquier servicio imaginable, desde el alquiler de bicicletas hasta hacer la compra online.

“Creemos que la actualización de los términos de uso de WhatsApp tiene que ver con sus planes a futuro. Facebook quiere que sus productos se vuelvan tu internet; que compres, pagues, llames, navegues y hagas todo sin salir de la app”, apunta la jurista y activista de los derechos digitales Renata Ávila, que formó parte del equipo defensor de la líder indígena Rigoberta Menchú en su Guatemala natal y trabajó con Baltasar Garzón en la defensa de Julian Assange. “En las playas de China no puedes pagar con efectivo, en ciertos lugares de ese país todo pasa por WeChat. Ese es el siguiente paso que quiere dar Facebook en India o Brasil”. Para que una super app del estilo de WeChat tome forma, continúa la jurista, hace falta que haya un consentimiento expreso de la triangulación de datos por parte de los usuarios.

Hay más vías por las que el intercambio de datos entre Facebook y WhatsApp puede ser lucrativo. Una de las apuestas de la compañía es WhatsApp Business, un servicio pensado para empresas que “ayuda a conectar personalmente con tus clientes, destacar tus productos y servicios y responder a sus preguntas a través de su experiencia de compra”. Para que esa herramienta funcione bien serán fundamentales los datos de los usuarios recabados durante los últimos años por ambas aplicaciones.

Esas sospechas sobre las verdaderas intenciones detrás de esta operación han impulsado la campaña internacional Stop Facebook, Save WhatsApp, coordinada por Ávila y que exige que el grupo que dirige Mark Zuckerberg reconsidere el despliegue de los nuevos términos y condiciones. Sus organizadores piden a las autoridades de la competencia de los distintos países que exijan que la actualización de WhatsApp sea opcional o que se abran casos de abuso de competencia contra ella. Desde que lanzaron la campaña a finales de abril, asegura la abogada, ejecutivos de Facebook se han reunido una a una con las organizaciones de cada país integradas en la plataforma. Fuentes de la compañía confirman a EL PAÍS esos contactos. “Saben que si un par de autoridades de competencia más, aparte de la de Turquía, India y Brasil, actúan se puede generar un efecto en cadena que no les conviene”, apostilla Ávila.

Contestación internacional

Estados Unidos es uno de los pocos países en los que WhatsApp no domina las comunicaciones por mensajería. Allí los servicios más utilizados son Facebook Messenger e iMessage. A pesar de ello, un grupo de congresistas envió esta semana una carta abierta a Mark Zuckerberg pidiéndole que reconsidere aplicar la actualización de la aplicación, muy usada por los inmigrantes. También se están tomando medidas en Europa, a pesar de que la actualización apenas tendrá efecto en la UE. El regulador de Alemania ha emitido una “prohibición de emergencia” de tres meses en los que no se permita a la compañía “continuar con la recopilación de datos” y ha exhortado al resto de Estados miembros a que hagan lo mismo, según AFP.

WhatsApp subraya que los nuevos términos y condiciones del servicio no incluyen compartir datos de los contactos con Facebook ni sobre con quién se habla. “Por supuesto que Facebook no puede ver nuestras conversaciones, pero sí nuestros metadatos, que al final son los más interesantes: cuánto tiempo me conecté, desde dónde, qué itinerario realicé o qué tipos de datos se comparten”, ilustra Ávila.

“Hemos dedicado los últimos meses a ofrecer más información a nuestros usuarios sobre la actualización. En este tiempo, la mayoría de quienes han recibido el aviso de actualización la han aceptado”, señala por su parte un portavoz de WhatsApp. Según un estudio de la consultora Appinio, el 82% de los españoles aceptará la actualización, pese a que un 77% de los encuestados se siente preocupado por la manera en que el servicio de mensajería instantánea utiliza sus datos.

La evolución de las condiciones de uso

“WhatsApp no recolecta nombres, emails, direcciones o ninguna otra información de contacto de la [agenda, anuario digital] o lista de contactos de sus usuarios. Solamente recolecta los números de teléfono celular (…) No recolectamos datos sobre la ubicación (…) No vendemos o compartimos tus datos personales (como el número de teléfono celular) con otras compañías para su uso comercial o su comercialización (marketing) sin tu consentimiento”. Esos eran los términos de la política de privacidad de WhatsApp en 2012.

 

Facebook compró WhatsApp en 2014 por unos 13.800 millones de euros. Entonces era una boyante 'startup' que triunfaba en Europa y sumaba unos 400 millones de usuarios. Zuckerberg aseguró entonces que no tocaría la política de privacidad del servicio de mensajería instantánea. Sin embargo, eso pasó solo dos años después, en 2016, cuando ya contaba con 1.000 millones de usuarios. La empresa dijo entonces que la coordinación con Facebook serviría para aportar anuncios más relevantes. Dio a los usuarios 30 días para aceptar las nuevas condiciones.

 

“Creo que en los últimos años ha quedado claro para todo el mundo que Facebook es una empresa que vive de los datos de la gente”, opina Carissa Véliz, experta en privacidad digital. “Y eso empieza a no gustar. Hay que mostrarle a Facebook que su modelo de negocio le está trayendo más problemas que ventajas”.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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