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Productividad

Por qué tenemos que volver a la oficina ahora que hemos aprendido a teletrabajar

Los aspectos beneficiosos para quienes trabajan solo unos días al mes desde casa se vuelven en contra de aquellos empleados que lo hacen todos los días

En marzo, el teletrabajo se instauró a la fuerza como la única alternativa que permitía mantener la actividad de cientos de empresas. Durante estos casi seis meses, muchas de esas compañías han estado preparándose para reincorporar a sus trabajadores a la vuelta del verano, porque el objetivo siempre ha sido volver a la oficina. Pero, ¿realmente es necesario? ¿Qué ganamos compartiendo espacio de trabajo?

Las investigaciones realizadas hasta la fecha aseguran que trabajar un día o dos a la semana desde casa aumenta la motivación y la productividad de los empleados, además de su bienestar al reducir el estrés por los desplazamientos a la oficina y las dificultades para conciliar. Pero estas investigaciones también coinciden en un punto clave: lo que es beneficioso para quienes invierten solo unos días al mes teletrabajando se vuelve en contra de aquellos que lo hacen todos los días.

“Las consecuencias negativas pueden ser especialmente graves para quienes trabajan en casa durante la mayor parte de la semana”, según el meta análisis Lo bueno, lo malo y lo desconocido sobre el teletrabajo, realizado por investigadores de la Universidad de Pensilvania y publicado en la APA. Pasar mucho tiempo trabajando solo reduce la posibilidad de crear ideas nuevas junto a otros, de innovar y de retroalimentarse a la hora de realizar las tareas. La soledad puede afectar al rendimiento, la creatividad, el razonamiento y la toma de decisiones.

Los empleados de Yahoo ya comprobaron estos efectos. En 2012, la compañía promovió una política de teletrabajo para la gran mayoría de sus empleados. A principios del año siguiente, tuvieron que dar marcha atrás y prohibieron trabajar desde casa de forma continuada. Este fracaso demostró entonces los hándicaps de esta forma de organizarse, aunque parece haberse olvidado ya: en los últimos meses gigantes como Twitter y Facebook han mandado a su plantilla a teletrabajar de forma indefinida.

En el email que Yahoo remitió a sus empleados, la compañía aseguraba que "algunas de las mejores decisiones y aprendizajes provienen de debates en los pasillos y en la cafetería, de conocer gente nueva y de las reuniones de equipo improvisadas". El trabajo en las oficinas es social y por eso esta es una teoría que los expertos siguen manteniendo a día de hoy.

“Con el trabajo en casa es fácil mantener la comunicación dentro del propio departamento, pero se pierden muchas interacciones con otras áreas de la empresa” , explica Alejandro Pociña, presidente de Steelcase en España. “Es fácil que alguien que está cuatro meses sin tener interacciones físicas, y no solo profesionales, con sus compañeros pierda nivel de compromiso con la compañía. Cuando compartes un café, te paras en el pasillo o comes con tus compañeros se genera también una sensación de pertenencia a un grupo que no se tiene en casa”, añade Fernando Calvo, Director de People & Culture de Hays España.

Una investigación llevada a cabo por la firma Workplace Trends en 2019 encontró que solo el 5% de las personas que teletrabajan de forma continua siguen sintiéndose parte de la empresa y mantienen la intención de seguir con la compañía en la que están trabajando. “En ese mismo estudio, el tiempo dedicado a trabajar con otras personas para generar ideas y proyectos había bajado en un 60%”, explica Pociña.

Esta falta de sentido de pertenencia con la empresa aumenta el riesgo de que se pierda talento. “Tiene sentido que suceda”, apunta Calvo. “En ciudades enormes como Londres, donde el teletrabajo es más habitual, también es más común que haya más rotación voluntaria, que los empleados elijan cambiar a menudo de proyecto. El desapego es más común”. Especialmente, si se teletrabaja desde el primer día y hay pocas posibilidades de socializar y sentirse parte de la empresa.

Los procesos de aprendizaje al principio de la carrera profesional también se resienten si se tienen que hacer a distancia. “Cuando los jóvenes empiezan a trabajar, normalmente se fijan en sus compañeros y aprenden mucho observando las dinámicas de la empresa”, señala Calvo. Las redes de contactos en persona también les ayudan a resolver problemas con más confianza que a través de un ordenador.

¿Teletrabajo para siempre?

No hay marcha atrás con esta tendencia: si en algo están de acuerdo quienes trabajan en la gestión de recursos humanos de las empresas es en que el teletrabajo será mucho más habitual a partir de ahora. La situación idónea más defendida hasta el momento es poder intercalar los días en la oficina con el trabajo desde casa. Pero hay quien defiende que nos dirigimos hacia un escenario donde todas las empresas que se lo puedan permitir contarán con el mayor número posible de trabajadores en remoto.

“Desde un punto de vista estratégico, el teletrabajo abre la puerta a una globalización del talento”, asegura Jordi Damià, socio fundador de Setesca y profesor de EADA. “Facilita que un administrativo en Sudán pueda trabajar para una empresa en Noruega, y al revés. En el momento en que esto suceda, la competitividad aumentará muchísimo entre las empresas: tendrán que ofrecer buenas condiciones para atraer al talento que podría trabajar en cualquier lugar del mundo. Tenderemos a no trabajar solo para una empresa, sino para varias”.

Según la experiencia de Damià, que trabaja mano a mano con distintas compañías, “lo que se está viendo de cara a septiembre, que es cuando las empresas empiezan a arrancar y moldean presupuestos, es que está habiendo cambios importantes orientados a extender el teletrabajo a medio y largo plazo”.

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