¿Blockchain para restaurar la confianza perdida en Internet? Europa cree que sí
La Comisión Europea galardona seis iniciativas que utilizan esta tecnología para garantizar el bienestar social
¿Cómo puede saber un usuario si la información que lee en una web es fiable? ¿Y si el café que toma viene realmente de Colombia o la ropa que compra no ha sido cosida por menores? ¿De qué forma puede consultar en qué se ha gastado sus donativos una organización que presta ayuda humanitaria? Las respuestas a estas preguntas podrían estar en la tecnología blockchain. Un total de seis compañías que intentan contestarlas acaban de recibir un premio EIC de la Comisión Europea por sus proyectos centrados en garantizar con blockchain el bienestar social.
Es el primer año que este organismo otorga estos galardones, valorados en un total de cinco millones de euros. “Normalmente la financiación para el desarrollo de este tipo de tecnologías ha desembocado en la proliferación de criptomonedas o proyectos enfocados poco al bien común y más a la especulación financiera. Pero algo que podría generar muchos beneficios para el sector público o social se queda sin desarrollar al no tener financiamiento”, cuenta Mara Balestrini, consultora en transformación digital, miembro del jurado de los premios y del Observatorio Retina. Con el fin de conseguir los medios necesarios para poner en marcha sus proyectos, según cuenta, se han presentado a los premios más de 100 proyectos de código abierto de diferentes partes del mundo.
WordProof
La startup holandesa WordProof parte de la idea de que la confianza en Internet está disminuyendo por el fraude, las noticias falsas y los problemas de privacidad. Su objetivo es solventarlo. Quiere restaurar la confianza en Internet usando blockchain. “Estamos construyendo un ecosistema de marca de tiempo universal, un estándar global que brinda a los consumidores un método para verificar la confiabilidad del contenido en Internet”, afirma el fundador de WordProof, Sebastiaan van der Lans.
Su empresa ha desarrollado una herramienta para que cualquier usuario pueda saber si la información que encuentra en la web es fiable —o al menos por quién ha sido creada y si ha sido modificada desde ese momento—. También para que quienes suban un contenido a Internet puedan demostrar que son sus dueños y reclamar su propiedad. De esta forma, pretende evitar que otros puedan lucrarse de esa información.
Para hacerlo, recurren al hashing, “una técnica matemática utilizada durante décadas” que sirve para garantizar que un contenido no pueda ser alterado sin dejar un rastro. “Cuando hay un plagio, es muy difícil determinar quién fue el primero que escribió algo y quién es el autor de la pieza”, cuenta Balestrini. Esta herramienta permitiría, por ejemplo, “que los medios de comunicación registren las piezas que generan”.
Kleros
La francesa Kleros ha creado un sistema de resolución de conflictos para pequeñas disputas. “Imagina que contratas a una persona de Polonia para que desarrolle un sitio web para ti. En caso de que surja una disputa, por ejemplo, que el sitio no cumple con las especificaciones requeridas, no tendrías realmente una forma de resolverlo. No vas a ir a una corte en Polonia por un caso de solo 1.000 dólares y los métodos tradicionales para resolver disputas internacionales solo funcionan para disputas de cientos de miles de dólares”, afirma Federico Ast, CEO de Kleros.
El objetivo de su empresa es ofrecer una solución para solventar este tipo de conflictos. Al hacer un contrato, las partes acuerdan utilizar Kleros como sistema de resolución. Si surge una disputa, el sistema va a elegir un jurado al azar entre un gran conjunto de personas que tienen el conocimiento para resolver el caso: “En este caso, sería un panel de árbitros de desarrolladores de sitios web”. Estas personas no necesitan ser abogados. Son más bien “peritos expertos”.
El jurado analiza la evidencia y vota. “Si ganas, se te devuelve el dinero. Si pierdes, el contratista recibe el dinero. Los jurados reciben un pequeño pago por su trabajo”. Blockchain, en este caso, se usa “para garantizar una completa transparencia y seguridad en el proceso”, ya que nadie puede manipular la evidencia ni el sistema de selección de jurados. Todos los pasos del proceso están registrados y son trazables. Este sistema está pensado, según sus creadores, para personas y entidades en el sector de la economía digital: desde desarrolladores, programadores o diseñadores a escritores, traductores, compradores o vendedores de e-commerce.
UnBlocked Cash Project
“Cuando haces una donación a una entidad que ofrece ayuda humanitaria, por ley la entidad tiene que recopilar información de cómo los beneficiarios se han gastado el dinero. Es un proceso tedioso que conlleva burocracia y trabajo manual en un contexto de crisis en el que podrían estar dedicando ese tiempo a ayudar en otras cosas”, cuenta Balestrini. Además, subraya que suele haber intermediarios locales y una parte del donativo se dedica a la gestión.
Oxfam Irlanda ha usado blockchain para crear un sistema que, preservando la privacidad de los beneficiarios, genera registros del dinero obtenido y de cómo se gasta. Está pensado para brindar ayuda internacional a personas afectadas por desastres. El objetivo es ofrecer una mayor transparencia y conseguir que el proceso sea más eficiente desde el punto de vista operativo.
Project Provenance
La empresa de Reino Unido Project Provenance utiliza esta tecnología para permitir a las empresas demostrar su impacto social en las cadenas de suministro detrás de sus negocios y productos. En la actualidad cuando un usuario compra cualquier producto, en la mayoría de los casos no puede comprobar que lo que se dice en su etiquetado sea verdad. ¿Es posible comprobar que un café viene realmente de Colombia? ¿Puede uno estar seguro de que su ropa no ha sido cosida por menores? ¿Al comprar un filete se puede saber en qué condiciones ha vivido un animal?
En la mayoría de las ocasiones, la respuesta es no. “Al comprar un pescado en un supermercado, no sabes si detrás ha habido pesca ilegal”, afirma Balustrini. Project Provenance quiere que los consumidores puedan saber qué es exactamente lo que consumen, de dónde proviene y si todo el proceso ha respetado sus valores éticos. “Las cadenas de suministro opacas son entornos devastadores y comprometen el bienestar de las personas, los animales y las comunidades”, afirma la empresa en la web.
La idea es que al comprar algo sea posible consultar desde cualquier smartphone toda esta información. Y ahí juega un papel importante esta tecnología, que permite una mayor trazabilidad del producto. Blockchain es una base de datos de la que todos los usuarios guardan una copia. Es decir, es un libro de registro inmutable que contiene la historia completa de todas las transacciones que se han ejecutado en la red. De esta forma, cualquier usuario tendría a su disposición toda la información del café —desde el momento en el que se planta hasta que llega a su taza— o de la ropa que compra —desde que alguien empieza a coserla hasta que llega a sus manos—.
GMeRitS
Este proyecto de la universidad finlandesa Aalto consiste en llevar a cabo experimentos a gran escala con estructuras económicas alternativas. “El uso de monedas alternativas puede ser muy útil en el ámbito local. La idea es que como solo la aceptan en comercios locales, la gente que la recibe va ellos, por ejemplo, en lugar de ir a un Starbucks”, señala Balestrini. Los impulsores del proyecto defienden que el blockchain permite “la descentralización de la gobernanza y la imposibilidad de manipulaciones”.
Ya se han hecho algunas pruebas con este tipo de monedas alternativas. Por ejemplo, con REC (Recurso Económico Ciudadano). Unas 600 familias que viven en el área del Besós de Barcelona gastan el 25% del pago del salario mínimo interprofesional usando recs en 160 comercios locales gestionados de forma independiente, según se explica en la web de GMeRitS. Como resultado, “el efecto multiplicador local del gasto público ha aumentado en un 54% durante el primer año de circulación del rec”.
Prosume
Balestrini recuerda que “la idea de que la ciudadanía pueda intercambiar de manera transparente la energía no es nueva”. Pero ve en el blockchain una buena herramienta para conseguirlo. Es lo que pretende la italiana Prosume, que ha creado una plataforma que proporciona un mercado digital descentralizado y autónomo para el comercio de energía entre pares. Su objetivo es impulsar la transición del sector energético.
“Imagine una economía basada en energías renovables, donde tanto la energía como la infraestructura que la distribuye se consideran bienes comunes, al igual que las calles por las que caminamos . Donde la privacidad, la protección de datos y la seguridad de la información son la columna vertebral de las plataformas e infraestructuras de energía descentralizadas”, afirma Alex D’Elia, fundador y presidente de Prosume, en la web de la compañía.
Para conseguirlo, se dirige a los consumidores que a su vez son productores de energía renovable. Su inclusión en el sector, según Prosume, implica aumentar la cantidad de energías renovables en circulación, reducir el monopolio de los jugadores tradicionales de energía, optimizar el consumo y la producción de energía y recompensar a los ciudadanos que producen y consumen de manera responsable.
Puedes seguir a EL PAÍS TECNOLOGÍA RETINA en Facebook, Twitter, Instagram o suscribirte aquí a nuestra Newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.