The Boring Company, el filón de Elon Musk que todavía no ha iniciado su actividad
La firma del fundador de Tesla y SpaceX comercializa un lanzallamas como respuesta a un desafío
Ya no queda lugar a dudas: todo lo que toca Elon Musk se convierte en oro, y es que el magnetismo de este carismático emprendedor arrastra a las masas a pasar por caja prácticamente a ciegas. Nadie sabe muy bien lo que pasa por la cabeza del fundador de Tesla y SpaceX, pero en lo que todo el mundo parece estar de acuerdo es en divertirse con sus alocadas ideas. La última de ellas la fraguó en pleno atasco en la ciudad de Los Ángeles: parado durante un valioso tiempo que no le sobraba precisamente, al norteamericano se le ocurrió que ese despropósito podía evitarse mediante una red de túneles, una idea peregrina que no lo era tanto para este emprendedor. Ese día había nacido The Boring Company (juego de palabras entre La Empresa Aburrida y Empresa Tuneladora), un proyecto que todavía no tiene nada tangible, pero que ya factura millones.
¿Cómo es posible que una sociedad que por el momento no cuenta con actividad facturable ya se esté haciendo de oro? La respuesta la encontramos y por doble motivo, en el marketing. El mundo empresarial, a ojos del común de los mortales, resulta un tanto anodino y muy sujeto a convencionalismos; no así para Elon Musk, que parece resuelto a divertirse en todo lo que haga. El proyecto titánico de The Boring Company va a requerir muchos recursos, y no tenemos claro si es por esto o simplemente por una cuestión de difusión, pero Musk optó hace unos meses por animar a sus millones de seguidores en las diferentes redes sociales, y lo hizo de una forma sorprendente: vendiendo gorras.
The Boring Company ha facturado un millón de dólares solo vendiendo gorras y ha superado los tres millones de dólares vendiendo lanzallamas
Aquello parecía un mal chiste de un empresario que, aburrido, quería acaparar el protagonismo de los titulares; sin embargo, las gorras pronto se agotaron y en pocas semanas la facturación de este producto promocional comenzó a adquirir dimensiones serias. Una hábil maniobra apoyada sin duda en sus más de dieciocho millones de seguidores en Twitter y el resto de redes sociales, y es que además de volver a centrar la atención de los medios en The Boring Company, el estadounidense logró un importante flujo de capital en forma de venta de merchandising. Aquella fiesta no tenía visos de concluir y Musk lanzó un nuevo reto a sus ansiosos seguidores: si se vendían 50.000 gorras, comenzarían a comercializar un lanzallamas.
Lo de las gorras podía parecer una broma, pero… ¿un lanzallamas? Nadie se lo creyó realmente. Sin embargo, el pasado día 28 y cuando ya todo el mundo se había olvidado del lanzallamas, Musk volvió a la carga con un nuevo tuit recordando que se había alcanzado la cifra récord de gorras: “Decid hola a mi nuevo amigo”, y la inconfundible foto de un lanzallamas blanco que inevitablemente recordaba a los Cazafantasmas. Y la fiesta comenzó de nuevo.
El lanzallamas estaba realmente a la venta y Musk fue anunciando en su perfil de Twitter las marcas de ventas que iba poco a poco alcanzando: 1.000, 2.000, 6.000… hasta llegar a los 7.000 lanzallamas. Los hitos de venta iban acompañados de divertidos mensajes del genial emprendedor explicando que nadie se preocupara, que no estábamos ante una apocalipsis zombi. Entre tanto, los miles de dólares llegaban de forma fácil y silenciosa a las arcas de una compañía que, por el momento, tangible solo tiene el nombre.
Hagamos números: The Boring Company ha facturado un millón de dólares solo vendiendo gorras y, en el momento en el que escribimos estas líneas, ha superado los tres millones de dólares vendiendo lanzallamas, Y esto acaba de empezar puesto que los primeros 7.000 lanzallamas se han vendido en apenas unas horas… El análisis resulta demoledor: The Boring Company lleva facturados casi cinco millones de dólares sin haber ensamblado un solo tornillo ni haber consolidado nada visible del aparente objeto de su compañía. ¿Humo? Nadie se atrevería a decirlo de una persona que ha revolucionado el mercado de la automoción y promete llevarnos a Marte.
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