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Las 'videogafas' transforman la vista

A medida que los televisores crecen de tamaño, los espectadores se alejan más y más de la pantalla para disfrutar de una experiencia más cinematográfica. Pero existe una tendencia paralela en la electrónica de consumo que reduce las pantallas y las acerca más al espectador: a sólo unos centímetros del globo ocular.

Las videogafas, que se utilizan como unas lentes normales, emplean dos pequeñas pantallas de cristal líquido para dar al espectador la sensación de que está viendo un televisor de pantalla grande desde una distancia de unos dos metros.

Las videogafas no fueron muy populares cuando se presentaron en los años noventa. Los consumidores probablemente las recuerdan como los cascos que se utilizan para entrenar a los astronautas, y costaban miles de euros. Grandes empresas de electrónica como Sony y Olympus dejaron de fabricar sus modelos hace varios años debido al reducido nivel de ventas.

Pero las nuevas versiones, fáciles de utilizar, son cada vez más ligeras, baratas y portátiles, aunque todavía parecen llegadas del espacio exterior. También conocidos como reproductores personales, videogafas o dispositivos para la cabeza, estos artilugios suelen costar entre 135 y 270 euros. Incorporan auriculares y se conectan a aparatos portátiles de vídeo como el iPod, reproductores de DVD, consolas de videojuegos, videocámaras e incluso algunos teléfonos móviles.

Por lo general no podemos ver lo que tenemos a nuestro alrededor. Pero la gente que nos rodea no sabe lo que estamos viendo, así que las videogafas son útiles en aviones u otros lugares en los que la intimidad plantea un problema. La mayoría de las pantallas tienen una resolución de 320 por 240 píxeles, pero están saliendo modelos con el doble de esa resolución. Los aparatos son populares entre los aficionados a los juegos, ya que ofrecen una experiencia de inmersión.

Esos aparatos todavía son un producto especializado, señala Michael Gartenberg, director de investigación de JupiterResearch, en Nueva York. Pese a su mayor resolución, los consumidores todavía consideran que la molestia que supone cargar con otro aparato supera la recompensa de la inmersión sin interrupciones.

Pero el problema principal, añade, es que los artilugios se vuelven incómodos tras un visionado prolongado. De hecho, mirar una pantalla desde tan cerca plantea una serie de problemas. Obliga a los ojos a enfocar más cerca de lo normal. El intenso visionado también puede alterar nuestro sentido del equilibrio y, si las dos lentes son ligeramente desiguales, nuestros ojos se cansarán pronto de conciliar ambas pantallas.

La mayoría de los fabricantes incluyen advertencias de que se hagan pausas, y los aparatos se vuelven incómodos al cabo de media hora o una hora. Pero existen pocas investigaciones que demuestren que los dispositivos dañan la visión. Eli Peli, catedrático de oftalmología en la Facultad de Medicina de Harvard, ha examinado varios productos y no ha hallado asociación alguna con problemas de visión.

De hecho, Peli ha empezado a utilizar los dispositivos, junto con pequeñas videocámaras, para aliviar problemas oculares como la ceguera nocturna y la visión túnel.

Las gafas de tecnología punta, como la Myvu Personal Media Viewer Universal Edition parecen llegadas del espacio exterior.
Las gafas de tecnología punta, como la Myvu Personal Media Viewer Universal Edition parecen llegadas del espacio exterior.

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