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Caza y captura de delincuentes gracias a los rastros digitales

Florecen las empresas que proporcionan servicios forenses

Era un solo dígito en un contrato de 20 páginas redactado en Microsoft Word entre dos socios, pero Scott Cooper se ganó sus honorarios hace unos años al encontrarlo. Cooper, experto forense en informática, descubrió que el numeral "1" había sido borrado en algunas versiones posteriores de este documento digital.

Esto daba a su cliente, socio de una empresa de programas informáticos vendida hacía poco, una participación en la empresa de sólo el 5%, en lugar del 15%. Si el cambio hubiera pasado desapercibido, el socio habría recibido 26,5 millones de euros, en lugar de los 80 que realmente le correspondían por la venta.

Lo que el socio pasó por alto es que los datos digitales raramente desaparecen, aunque se borren. "Es extremadamente difícil borrar completamente de un disco duro todas las pruebas", afirma John Colbert, director ejecutivo de Guidance Software, empresa que fabrica un programa para recuperar huellas digitales.

Usando varias técnicas, Cooper, director gerente de práctica forense e investigación electrónica en Insync Consulting Group, con sede en Los Ángeles, descubrió cuándo cambiaron el documento y quién lo hizo. El cliente recibió su dinero. En 2003, la Escuela de Gestión y Sistemas de Información perteneciente a la Universidad de California en Berkely calculaba que el 92% de la nueva información se almacena en algún tipo de soportes magnéticos.

Las investigaciones digitales —recuperación y análisis de la información digital— se han convertido en una importante herramienta judicial. Se pueden obtener pruebas esenciales

de cualquier dispositivo digital. Los números borrados de un móvil pueden indicar en su memoria que una persona conoce a otra.

Las citas anotadas en dispositivos manuales pueden ayudar a establecer una cronología. Incluso los programas de televisión grabados en un vídeo pueden confirmar o destruir una coartada, al revelar cuándo empezó o se interrumpió su reproducción.

Dennis L. Rader, asesino en serie que el año pasado se declaró culpable de 10 asesinatos en Kansas, fue detenido porque envió un disquete a la policía. Mediante programas forenses, la policía recuperó los archivos borrados que contenían el nombre de Rader como autor.

También se usaron programas forenses para condenar a Scott Peterson, sospechoso en un impresionante asesinato cometido en California, por matar a su esposa, Laci. Los investigadores determinaron que hacia la hora del crimen, Peterson había usado su ordenador para visitar páginas de Internet que detallaban las condiciones de las mareas en la bahía de San Francisco, donde se descubrió el cadáver de la esposa.

Borrar un archivo de un ordenador es, por lo tanto, un concepto pero no una realidad. Un archivo no se borra; sólo se borra su nombre de una base de datos. Los archivos sólo se pueden hacer irrecuperables si se sobrescriben sus datos con unos y ceros. "Todo lo que nos interesa es lo que ocurrió, como siempre", explica Cooper. Sólo que ahora, añade, "el ordenador es el testigo".

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