'Ménage À Trois' en tu PC

Nadie te pondría una medalla por liarte con uno de tus dos compañeros de piso: la convivencia, las hormonas, el aburrimiento… Pero, ¿y si te lías con ambos? Este dramón es el triángulo amoroso que propone Singles 2: ¿tres son multitud? El simulador de ligoteo regresa con más personajes, más intriga, más pasión. Como en la edición anterior, el argumento transcurre en un piso de solteros, pero esta vez no será una pareja la que se siente frente a la tele en el sofá del salón: hay un nuevo inquilino (o inquilina, lo que te dé más morbo), que complicará las cosas.

De tu habilidad y de tus dotes de celestina depende que la convivencia se convierta en Bridget Jones o en un culebrón de factura vergonzosa. Singles 2 propone dos formas de jugar: el modo historia y la partida libre. En el primero, tu novia acaba de dejarte y tienes que reconquistarla con la ayuda de tu compañero de piso. Si lo ves muy complicado o pasas de estar mendigando amor, puedes enrollarte con el recién llegado.

En la partida libre todo vale. Tienes la opción de controlar a los tres solteros a tu antojo y crear las situaciones más retorcidas. Puedes flirtear con uno en el desayuno y calentarle la oreja al otro durante la cena. Eso sí, que nadie se entere de tu falta de escrúpulos; de lo contrario, habrá escenas de celos, chillidos y terminarás comiéndote un trozo de pizza en la cocina, más solo que la una.

El resto de la trama es cotidianidad pura y dura: ir al trabajo, decorar el piso, sacar la basura, fregar los cacharros… Para que se haga más llevadera, los diseñadores de la compañía Rotobee se han dejado el pellejo en un nuevo motor 3D, que permite que los solteros interactúen con otros 17 personajes, puedan irse de cañas, organicen fiestas o puedan mudarse a un ático con vistas a la ciudad. Y el sexo, que no falte. A diferencia de Los Sims, donde las secuencias picantonas están censuradas, aquí se emiten en abierto. Una última novedad: cualquiera de los solteros puede ser gay; antes estaba limitado sólo a dos personajes. Al parecer, lo del talante es contagioso.