A por todo lo que se mueva
El objetivo del ligoncete cabezón Larry en la universidad es meter en la cama a cuantas más estudiantes mejor
El héroe de este juego es un "perdedor patético que busca el amor o como quieras llamarlo". Por teléfono desde Illinois (EE UU), el productor Eric Nofsinger, habla con ternura del protagonista de Leisure suit Larry: magna cum laude. Tan altisonante título es la enésima versión de una saga que arrancó en los noventa con una original premisa: un enano sale a la caza de hembras con las que aparearse. El nuevo Larry es el sobrino de aquél, según Nofsinger "porque un salido joven resulta entrañable, pero con la edad, el personaje se vuelve siniestro, predatorio".
El Larry del siglo XXI es un marginado social en la universidad, donde vive encerrado en su habitación, hasta que un reality show para conseguir pareja le abre los ojos. Decide entonces lanzarse al desenfreno. Sus armas de seducción son una serie (algo tediosa al final) de minijuegos en los que baila, bebe cerveza hasta caer redondo, o asiste a concursos de camisetas mojadas. "La incorrección política", explica el productor, "está en la línea de películas como American pie, es ofensiva, pero sobre todo es graciosa".
La versión europea del juego incluye desde el arranque contenidos explícitos que fueron eliminados de la más puritana edición estadounidense. "La censura es algo tan contradictorio", explica el productor, "por ejemplo, el dibujo de un pene real no vale, pero el dibujo de un pene falso sí. Así que no podíamos diseñar un señor en pelotas, pero sí una señorita jugando con un consolador, o incluso una escultura de un pene". El lenguaje es grosero y humorístico, y la victoria (llegar al catre) puede ser "agridulce", según Nofsinger: "Digamos que a pesar de conseguirlo, Larry no siempre cumple las expectativas".
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