Agilizar la atención primaria, reforzar plantillas y despolitizar la gestión: recetas para evitar el colapso de la sanidad pública de Andalucía
Expertos, sindicatos y políticos plantean vías para la renovación profunda del mayor sistema sanitario de España que ha prometido Moreno Bonilla


Justo un minuto después de cesar a su consejera de Salud y Consumo el pasado miércoles, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno (PP), reconocía con tono solemne que al margen de los graves retrasos en el cribado del cáncer de mama, la sanidad pública andaluza hace agua. A solo ocho meses de las próximas elecciones autonómicas y con una manifestación de enfermas de cáncer en las calles pidiendo su dimisión, Moreno admitió que es necesario un cambio de rumbo radical para encauzar la crítica situación: “Haremos una renovación profunda de nuestro sistema sanitario. Auditaremos lo que haga falta auditar y cambiaremos todo aquello que detectamos que no funciona en esa estructura organizativa”.
Una de las principales paradojas es que el sistema sanitario está gripado a pesar de contar con un alto presupuesto, el mayor de su historia, lo que evidencia una deficiente gestión. “La sanidad pública es uno de los pilares de nuestro Estado del Bienestar. Apostamos por ella como nunca. Jamás ha habido más medios ni más inversión que ahora. Casi 16.000 millones de euros presupuestados para la sanidad, lo que supone prácticamente el presupuesto de toda la Xunta de Galicia, solo para la sanidad”, presumió Moreno. ¿Por dónde empezar la faena? Ante este panorama, los expertos, sindicatos y partidos políticos ofrecen soluciones urgentes antes de que sea una realidad imposible de revertir lo que cada vez más voces advierten: el colapso del sistema.
La mayoría de voces coincide en que los retrasos en los avisos del cribado de cáncer de mama, que han provocado que decenas de mujeres enfermaran y otras murieran al desconocer que un tumor maligno recorría su cuerpo, es solo una ola en un mar de problemas que minan día a día el sistema sanitario andaluz: las demoras agudizadas en la atención primaria, las plantillas mermadas, la politización de la gestión sanitaria, las listas de espera eternas en cirugías y diagnósticos… La lista de deberes es enorme, pero entre las posibles soluciones sobresalen tres: más diálogo y transparencia, la despolitización de la gestión sanitaria y un cambio de modelo hacia la prevención en vez de la actual curación en los hospitales. Para abordar la tarea, los expertos le piden a la Junta “valentía”.
Con un presupuesto de 15.247 millones, 130.000 sanitarios, medio centenar de hospitales, 1.500 centros de atención primaria de salud, un millón de pacientes con cinco o más enfermedades crónicas y 85.000 kilómetros cuadrados en un vasto territorio, la gestión de la sanidad andaluza ha sido siempre muy compleja. Una recomendación que comparten varios expertos es el profundo cambio de modelo que la atención primaria debe abordar.
“En primaria hay que pasar de un modelo de curar la enfermedad a prevenirla. Necesitamos tiempo clínico de calidad para el paciente, autonomía de gestión y nuevos perfiles, que se puede alcanzar mediante un pacto andaluz por la sanidad estable, que dure al menos una década, porque los frutos no serán inmediatos. Sin esa estabilidad tendremos las cosas muy difíciles”, alerta Saturnino Cisneros, oftalmólogo durante 25 años en el Hospital Costa del Sol y máster en Economía de la salud y gestión sanitaria. Ese pacto por la sanidad andaluza también lo ha pedido la secretaria general de CC OO, Nuria López. Cisneros critica que los médicos ahora pasan demasiado tiempo frente al ordenador y en consulta la recogida de datos podría hacerse con otro tipo de aparatos, para “permitir compararnos, copiar casos de éxito, predecir necesidades y mejorar la gestión sanitaria”.
La Junta andaluza se ha esforzado siempre, tanto en la etapa socialista como con el PP, en ofrecer una imagen de eficacia, con bajas demoras. Ahora cada día más andaluces se percatan de que la realidad no encaja con el relato de la Administración, censuran al unísono la decena larga de testimonios recogidos.

Ángel Zapata, profesor de Salud Pública de la Universidad Pablo de Olavide, coincide con Cisneros: “Los mecanismos que generan las desigualdades frente a la obesidad infantil o el cribado del cáncer ―quién acude o no a hacerse las pruebas― no son inevitables y son importantes porque afectan a mucha gente. Pero se ha focalizado la inversión en la atención hospitalaria por la falsa creencia de que reducirán las listas de espera. La tecnología por sí misma no beneficia por igual a todas las clases sociales”.
Zapata advierte a la Junta de que si de verdad quiere darle un vuelco a la sanidad, debe revalorizar el papel de la atención primaria: “El desprestigio es evidente y por eso hay plazas desiertas de médicos de familia. ¿Cuántos se han ido a la privada porque no aguantan las condiciones?”. La Consejería ha renovado conciertos millonarios con la privada cada año con la esperanza de reducir las listas de espera, que siguen entre las peores del país. “Los conciertos no solucionan las listas de espera porque no controlan la demanda, sobre todo cuando se concibe la atención sanitaria como un bien de consumo más”, zanja.
Sobre las malas decisiones de los gestores sanitarios, Rafael Ojeda, presidente del Sindicato Médico Andaluz, pide un cambio de rumbo para imponer por fin la meritocracia: “La designación de los gestores se basa en la lealtad, no en la capacidad de gestión, y eso ha pasado con el PSOE y el PP. El currículum con el que llegan los directores gerentes a los hospitales es político, viene de dentro del partido en el Gobierno, no exhiben experiencia de gestión en otros centros menores. Son criterios cuantitativos, no cualitativos, y muy interesados en privar al médico de su liderazgo. Todo el sistema funciona así, hay muy pocas excepciones. Es burocrático, muy politizado y rígido”, censura.
En esta línea, Antonio García, profesor de Economía de la salud en la Universidad de Málaga, pide reducir “la burocratización” y más autonomía a partir de ahora para ganar agilidad, como sucedió durante la pandemia, cuando la buena gestión clínica del proceso y los protocolos especiales fueron abordados por los médicos y no por los gerentes. “Pasar de la macro a la microgestión”, ejemplifica.

Un punto clave que los sindicatos médicos comparten para poder virar de rumbo es la transparencia, porque están cansados de pedir datos a la Consejería de Salud y Consumo, y volver con las manos vacías. Una nitidez necesaria para identificar con precisión los graves agujeros del sistema, enriquecer el sistema y acertar con las soluciones. “¿Por qué no sabemos las plantillas de los centros? ¡No existen! Tenemos las plantillas presupuestarias, no las reales que se adaptan a la población atendida. Así nadie puede saber cuántos médicos nos faltan porque no se publican esas plantillas necesarias para cada población. Además, tampoco sabemos las demoras de la segunda consulta para el médico especialista. ¿Por qué no hay transparencia?”, interroga Ojeda.
El colectivo Marea Blanca, responsable de las manifestaciones más sonadas por la sanidad pública y una reciente Iniciativa Legislativa Popular en el Parlamento con 57.000 firmas, destaca la necesidad de que las plantillas crezcan. “Andalucía necesitaría 18.000 profesionales más para igualar, simplemente, la actual media estatal, y sacarla de los últimos puestos en la mayoría de indicadores de calidad del sistema sanitario”, subraya su portavoz, Juan Monedero. Este colectivo recomienda a la Junta recuperar la subasta de medicamentos que Moreno fulminó al llegar al poder, ya que la factura farmacéutica se ha disparado hasta los 4.200 millones este año, un sapo difícil de tragar para el PP andaluz.
José Sánchez, secretario general del sindicato de enfermería Satse, abunda en la falta de diálogo: “Moreno necesita una Consejería que escuche, negocie y respete a sus profesionales”. Mientras, CC OO y CSIF destacan, entre un largo debe, aumentar los salarios de los sanitarios y sus ratios, hasta al menos igualar la media estatal.

Desde la oposición política, el PSOE apuesta por “rediseñar” la sanidad para “repensarla” por completo, aumentar su financiación y “dejar de concertar” con la privada, a pesar de que los socialistas iniciaron dichos conciertos cuando gobernaban. El presupuesto destinado a la asistencia sanitaria privada aumentó un 38% entre 2018 y 2024, según la Fundación Idis, destaca el diputado socialista Fernando López Gil. “Las próximas elecciones serán un referéndum por la sanidad andaluza”, sostiene. La receta de Adelante Andalucía es “un modelo radicalmente diferente, que empezó con los recortes de la etapa socialista”, denuncia su portavoz, José Ignacio García. “Habría que acabar con la privatización de conciertos sanitarios y recuperar personal para que el sistema de salud coja fuerza”, apunta.
El plan de choque anunciado por Moreno solo abarca el cribado del cáncer de mama, pero si las alertas lanzadas por los radiólogos andaluces son certeras, los retrasos están generalizados en todas las pruebas diagnósticas. Si crecen los casos de demoras injustificadas, esto hará que los agujeros afloren tarde o temprano porque afectan, entre otras pruebas, al cribado de cáncer de colon o de cuello de útero. Los pacientes protestarán si las pruebas han tenido el más mínimo retraso, al tratarse de una cuestión de vida o muerte en muchos casos.
La consecuencia será que a nivel político el problema mutará a estructural. El dolor de cabeza no acabará tan pronto para el Gobierno andaluz, que necesitará nuevos planes de choque, tan habituales desde la Consejería de Salud y Consumo para apagar fuegos. Y muy posiblemente el presupuesto en sanidad para 2026 de Moreno crecerá varios miles de millones desde los 15.000 actuales si el presidente pretende que la mejora se note antes de las urnas. Marea Blanca estima que debería aumentar 5.000 millones al año para paliar el daño que los recortes de la crisis de 2008 han hecho, cifrados en 19.000 millones desde 2010.
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