Fernando Simón, a sus “haters”, cinco años después de la pandemia: “Mi trabajo incluye comunicar y no voy a dejar de hacerlo”
En un acto en el quinto aniversario del confinamiento, el director de las emergencias defiende las decisiones que tomó frente a los ataques de los odiadores

Cuando echa la vista atrás, Fernando Simón no se arrepiente de las decisiones que tomó ―o sobre las que asesoró― para contener la pandemia. No cree que hubiera nada que se pudiera haber hecho mucho mejor, teniendo en cuenta los datos que se manejaban. Y ni por un momento pensó en dar un paso atrás por las críticas que recibió. “Ha habido más agradecimientos. Pero también haters, personas que odian y que querían sesgar sobre lo que se decía. Mi trabajo incluye comunicar sobre riesgos sanitarios basándome en la ciencia, y yo no voy a dejar de hacer mi trabajo”, ha dicho en un acto junto a la ministra de Sanidad, Mónica García, en el quinto aniversario de la pandemia.
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) ha incidido en esta idea varias veces. Ha defendido a otros científicos que, como él, hicieron de portavoces durante la pandemia afrontando ataques muy duros. “Las personas que odian no pueden dirigir ni mediatizar nuestra sociedad. Tenemos que ser capaces de afrontar es plaga”.
Simón ha citado un estudio de la revista Nature entre 321 científicos que revelaba que un 38% sufrieron acoso por informar de la covid: “Si todas esas personas agredidas se hubieran quitado de en medio, se hubiera quedado únicamente la comunicación de los que estaban de acuerdo con lo que esos odiadores querían que se dijera. Y eso en ciencia no se puede permitir”.
Ante la pregunta de si alguna vez se planteó dimitir, ha sido rotundo: “Tenemos que ser conscientes de lo que cada uno es. Los bomberos no se hacen bomberos para bajar gatitos de los árboles, sino para apagar incendios. Los profesionales de la salud pública y la epidemiología nos formamos para epidemias y pandemias, si cuando llegan nos apartamos la profesionalidad quedaría en cuestión”.
El que fuera mano derecha de los ministros de Sanidad que lidiaron con la pandemia (primero Salvador Illa y luego Carolina Darias) cree que con mejores datos se podrían haber hecho, por ejemplo, unos confinamientos “más quirúrgicos”. “No tenía sentido confinar a una persona que vivía sola en un monte, pero en aquel momento era muy difícil tomar otras decisiones con la información que teníamos”. Pese a que hay estudios que demuestran que los confinamientos salvaron cientos de miles de vidas, también es cierto que otros países fueron más flexibles (sobre todo con la posibilidad de salir a la calle) y no obtuvieron peores resultados.

Agencia de Salud Pública
El acto se ha celebrado justo un día después de que la Comisión de Sanidad del Congreso aprobara la creación de una Agencia Estatal de Salud Pública, una asignatura pendiente que tiene España desde hace más de una década y que parece que se acerca a ver la luz. La ministra de Sanidad ha asegurado que no habrá un nombramiento por su parte del responsable de este organismo, y que se tendrá que dilucidar por cauces técnicos y de méritos. Simón ha reconocido que cuando salgan las bases valorará si presentarse, pero ha asegurado que “nunca aceptaría el cargo si el nombramiento fuera a dedo”.
García se ha felicitado por la luz verde a este organismo, que estará encargado, entre otras tareas, de la vigilancia de los datos epidemiológicos y recomendará actuaciones de salud pública, y que ha recibido el voto positivo de todos los grupos parlamentarios, excepto Vox. “Cuando hablamos de salud, de sanidad, es un aglutinador en momentos políticos muy polarizados, es un elemento centrípeto de consensos”, ha subrayado.
La ministra también ha defendido en líneas generales lo que las administraciones hicieron durante la pandemia. Al menos “aquellas que pusieron por delante el cuidado a la población”. Y se ha mostrado optimista sobre las capacidades para afrontar una nueva situación similar: “Creo que estamos muchísimo mejor preparados de lo que estábamos. Había un desprecio a la salud pública y teníamos los radares apagados. Ahora están encendidos, aunque nos quede mucho trabajo por hacer”.
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