El alimento milenario que mantiene en forma el ‘bosque’ de la microbiota
El kéfir, una leche fermentada como hace 2.000 años, contribuye a nuestra salud y a la diversidad de la microbiota, una parte microscópica (pero vital) de nuestro organismo en la que se encuentra el 90% de las bacterias buenas del cuerpo. Activia lo atesora en su fórmula cremosa, con el mejor sabor. Y con ingredientes claros, desde la etiqueta

Imaginemos un gran bosque, frondoso y lleno de diversas especies que conviven en armonía. Para su buen funcionamiento, ese bosque, como cualquier otro organismo natural, requiere de cuidados, alimento y cierto equilibrio. Si logramos que esté sano, el bienestar del bosque repercutirá en el planeta entero. Ese bosque, en términos del cuerpo humano, es nuestra flora intestinal o microbiota, un ecosistema en el que miles de distintas bacterias beneficiosas se ocupan, entre otras cosas, de metabolizar algunos carbohidratos o de enseñar a nuestro sistema inmunitario para que funcione con más eficacia. Por tanto, si la microbiota está en buena forma, nuestro cuerpo lo notará y lo agradecerá.
La importancia de este poblado bosque –solo en el intestino grueso se pueden concentrar más de mil bacterias por gramo de contenido intestinal– ya se demostró a principios del siglo XX: el premio Nobel de Medicina Élie Metchnikoff constató que una buena parte de las enfermedades tienen su origen en el tracto digestivo y que las defensas inmunitarias reaccionan contra los patógenos que amenazan al organismo. Mantener activa y sana esta barrera protectora es una de las razones principales por las que conviene cuidar y reforzar la microbiota. Y uno de los alimentos más útiles en este empeño, como ya apuntaba el Nóbel franco-ucraniano, es la leche fermentada o kéfir, que en turco significa sentirse bien.
Los orígenes de este lácteo se remontan a las montañas del Cáucaso, donde hace 2.000 años los pastores lo descubrieron por casualidad, gracias a la fermentación (involuntaria) de la leche que transportaban en bolsas de piel. Aquellos pobladores del mundo antiguo guardaron la receta del kéfir como un preciado secreto. Mucho tiempo después, a finales del siglo XIX, las propiedades de este lácteo salieron a la luz y comenzaron a estudiarse científicamente.
Lo que se descubrió, y lo que hace tan especial a este alimento, es la gran cantidad de fermentos que contiene, unos microorganismos vivos que enriquecen la microbiota, ese bosque tan necesario del que hablábamos. Otra de las ventajas del kéfir es que favorece la digestión de la lactosa, un tipo de azúcar propio de la leche. Una combinación que no solo riega nuestra flora intestinal, sino que repercute en nuestra salud y bienestar general.
Una receta tradicional con todas las propiedades
Pero no cualquier kéfir aporta lo mismo a la microbiota. El kéfir auténtico, el que cuenta con todas las propiedades macrobióticas, tiene que cumplir ciertos requisitos. Estos se recogen en el codex alimentarius, la biblia con base científica de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (más conocida como FAO), que especifica lo que debería llevar cada alimento para ser considerado como tal. En el caso del kéfir, este organismo indica que tiene que contener, como mínimo, cuatro bacterias lácticas y cuatro tipos diferentes de levaduras.
Como consumidores, por tanto, es importante que nos cercioremos de que el kéfir que compramos sigue la receta auténtica. Debe estar compuesto tanto de levaduras como de bacterias. Si solo pone “fermentos lácticos del kéfir”, muy probablemente no tenga levaduras, y, por tanto, no será un kéfir auténtico. La composición del kéfir natural de Activia contiene leche, bacterias buenas y levaduras de kéfir, ingredientes todos de origen 100% natural, como se puede comprobar en la etiqueta. Una composición que hace del kéfir de Activia un kéfir auténtico, tal y como lo preparaban aquellos pueblos caucásicos que inventaron este saludable alimento. Ese que aumenta la diversidad de la microbiota del ser humano.
Y algo todavía más importante: Activia Kéfir tiene una combinación única con 16 cultivos vivos, levaduras de kéfir y además probióticos naturales que llevan vivos hasta la microbiota. Ocho veces más que un yogur. Todo ello con un sabor cremoso y suave que lo convierte en un alimento idóneo para acompañar los desayunos. Y empezar así el día de la mejor manera posible.