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El fruto ‘de los dioses’ que mueve comunidades

La producción de cacao es un importante motor económico, social y ambiental en América Latina. La Fundación Microfinanzas BBVA respalda a emprendedores de escasos recursos para crear empleo, empoderar a las mujeres y generar desarrollo económico y social

La dominicana Ana Rodríguez es una de las integrantes de 'Las productivas', una cooperativa de cacao liderada por mujeres.
La dominicana Ana Rodríguez es una de las integrantes de 'Las productivas', una cooperativa de cacao liderada por mujeres.Fundación Microfinanzas BBVA

En 1998, la tormenta tropical de categoría 4, bautizada huracán George, tocó tierra en la isla de La Española y en otros territorios de Centroamérica y el Caribe, dejando centenares de muertos y millones de dólares en daños. Un grupo de mujeres dominicanas consiguieron sobreponerse ingeniosamente a la adversidad, para diversificar la economía de sus comunidades a pesar del desastre. “Los cultivos de cacao habían quedado arrasados y con lo poco que quedaba decidimos hacer subproductos del cacao para por lo menos llevar algo de dinero a casa”, recuerda Ana Rodríguez. De aquella experiencia surgió Las Productivas, una cooperativa cacaotera, liderada por mujeres, y un caso de éxito emprendedor que continúa prosperando más de dos décadas después con nuevas generaciones.

En Las Productivas elaboran chocolate, bombones, mermeladas, manteca y otros productos artesanales a base de cacao. Rodríguez, una de las encargadas de este proyecto comunitario, señala la importancia de capacitarse desde el punto de vista financiero. “Nuestra producción de cacao ha mejorado de forma muy significativa porque gracias a la microfinanciación y al seguimiento que nos han dado ya sabemos cómo emprender un negocio y tenemos educación financiera para seguir creciendo”, afirma. Las Productivas han recibido financiación de Banco Adopem, entidad dominicana que trabaja con la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA).

Los pequeños emprendedores son una semilla para el cambio económico y social, porque cuando las pequeñas empresas prosperan, sus entornos también lo hacen y con ellos, la sociedad en su conjunto
Javier M. Flores, director general de la FMBBVA

Según Naciones Unidas, las microempresas y las pequeñas y medianas empresas (MIPYME) representan el 90% de las empresas del mundo, generan el 70% del empleo y el 50% del PIB global. Unas cifras que demuestran que resultan fundamentales para reducir la pobreza, crear empleos y generar ingresos sobre todo en contextos de gran vulnerabilidad. Desde su creación en 2007, la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) respalda este tipo de emprendimientos. Esta organización sin ánimo de lucro ya ha apoyado a más de seis millones de emprendedores de bajos recursos, a través del desembolso de más de 20.000 millones de dólares en cinco países de América Latina. “Los pequeños emprendedores son una semilla para el cambio económico y social, porque cuando las pequeñas empresas prosperan, sus entornos también lo hacen y con ellos, la sociedad en su conjunto”, señala Javier M. Flores, director general de la FMBBVA.

La Reina ha conocido a tres de estos emprendedores en un acto de la Fundación que ha presidido en Madrid: “Tres millones de personas en situación de vulnerabilidad progresan y consiguen formarse y que sus hijos e hijas tengan la oportunidad de estudiar gracias al apoyo de la Fundación Microfinanzas BBVA”. El evento, Semillas por un futuro sostenible, utilizó el cacao, que tanto impacto tiene en América Latina y en el planeta, como ejemplo de que con pequeños emprendimientos se puede generar empleo, empoderar a las mujeres y crear desarrollo económico y social. En su intervención en el acto, Carlos Torres Vila, presidente del BBVA, destacó la importancia de acompañar a estos microempresarios en la adaptación al cambio climático y en la reducción de la brecha digital. “En esta labor, nos inspiran su voluntad, su determinación de llegar más lejos y su ejemplo de sacrificio, fortaleza y capacidad de salir adelante”, señaló Torres Vila.

El acto contó también con la participación del célebre repostero Jordi Roca, copropietario de El Celler de Can Roca, en Girona. El chef manifestó su deseo de incorporar a un emprendedor panameño de la FMBBVA como proveedor de cacao de su obrador.

Un tesoro que tarda unos años en aflorar

Las plantaciones de cacao tienen su origen en Sudamérica, y se atribuye a la civilización maya el inicio de su cultivo. Los aztecas, que lo denominaban “la bebida de los dioses”, lo ofrecían al emperador Moctezuma II. Sin embargo, como explica el cacaotero panameño Constantino Blandford, su producción es laboriosa: “Desde que se planta la semilla del cacao hasta que el árbol alumbra sus primeras vainas pueden pasar entre tres y cinco años”.

El cacaotero panameño Constantino Blandford forma parte de una cooperativa que agrupa a más de mil productores.
El cacaotero panameño Constantino Blandford forma parte de una cooperativa que agrupa a más de mil productores.Fundación Microfinanzas BBVA

Blandford cultiva cacao orgánico (libre de productos químicos) en la región panameña de Bocas del Toro desde hace más de 30 años. De origen indígena, compagina su labor como productor de cacao con su trabajo como conductor de lanchas para sacar adelante a su familia. En 2018 solicitó su primer préstamo para mejorar su negocio de cacao e implementar medidas de adaptación al cambio climático en su finca. “A través Microserfin ⎯entidad de la Fundación Microfinanzas de BBVA en ese país⎯, hemos recibido financiación para construir una secadora solar, que nos ayuda a producir más”, relata Blandford. “Hemos descubierto en el cacao una oportunidad para el emprendimiento. Además, queremos mostrar a los turistas de diferentes países cómo se procesa el chocolate de forma artesanal en nuestra cultura”, añade.

Impulso social, económico y ambiental

La FMBBVA atiende a más de tres millones de emprendedores vulnerables en cinco países de América Latina. Su apoyo a microempresarios, como, por ejemplo, los productores de cacao ha sido clave para generar progreso y bienestar a personas y comunidades. El chocolatero colombiano Marlon Ferreira celebra que la producción de cacao sustituya a los cultivos de hoja de coca en su país: “Muchos productores han reemplazado los cultivos de hoja de coca por los del cacao: es un ‘fruto de la paz’”.

El emprendedor colombiano Marlon Ferreira ha sido galardonado con el premio International Chocolate Awards.
El emprendedor colombiano Marlon Ferreira ha sido galardonado con el premio International Chocolate Awards.Fundación Microfinanzas BBVA

Este emprendedor de 29 años ha hecho del cacao su vida. Cuenta que, desde niño, vendía chocolatinas que él mismo elaboraba. En 2019, tras estudiar el proceso de transformación del cacao y conocer a productores locales, fundó Maluwa Chocolate Company en San Gil (departamento de Santander). “El cacao es un motor de desarrollo, no vemos el cacao como un fin, sino como un medio para generar desarrollo social, económico y ambiental”, asegura. “Trabajamos directamente con los productores, vamos a sus fincas y los conocemos, vemos las necesidades que tienen estos productores y de qué forma podemos hacer ese enlace con los clientes que pueden llegar a trabajar con ellos”, aclara Ferreira.

Trabajamos directamente con los productores, vamos a sus fincas y los conocemos, vemos las necesidades que tienen y de qué forma podemos hacer ese enlace con los clientes que pueden llegar a trabajar con ellos
Marlon Ferreira, chocolatero colombiano

Para este joven emprendedor el acceso a la financiación ha sido fundamental para poner en marcha su negocio: “A través de la financiación de Bancamía, entidad colombiana de la Fundación, hemos podido obtener también capacitación en todo el tema de manejo de redes, cuentas financieras... así hemos podido crecer de una forma que no lo hubiésemos creído”.

Las sequías y la deforestación amenazan la supervivencia del cacao. Su producción podría desaparecer en el año 2050, según expertos. “En Bocas del Toro ya venimos de una producción de cacao de manera orgánica, sin agroquímicos”, explica Blandford. “Es fundamental seguir conservando un suelo fértil para las siguientes generaciones de cacaoteros y un producto sano para los consumidores”, afirma. Anima al emprendimiento y celebra que existan entidades financieras dispuestas a creer en pequeños proyectos para hacerlos grandes. Un producto, un oficio y muchos pueblos dependen de ellas.

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