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Piel artificial, un éxito de cuatro entidades públicas y 15 años de investigación

La Agencia Española del Medicamento aprueba el uso ordinario de esta innovación andaluza para grandes quemados, cuya vida peligra si han perdido más de un 5% de epidermis

Los investigadores de la Universidad de Granada, Víctor Carriel, Antonio Campos y Miguel Alaminos, posan con una muestra de piel artificial en su laboratorio de trabajo.
Los investigadores de la Universidad de Granada, Víctor Carriel, Antonio Campos y Miguel Alaminos, posan con una muestra de piel artificial en su laboratorio de trabajo.Fermin Rodriguez

“Esto es magia, decimos que es piel mágica”. Así se refiere Fran Fernández al trasplante de piel artificial al que se sometió en el Hospital Virgen del Rocío en Sevilla, en 2017, meses después de ingresar en coma en la Unidad de Grandes Quemados. Lo que él llama magia no es producto de un truco, sino de un proceso de intensa investigación científica gestado en el Grupo de Ingeniería Tisular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada (UGR) y que acaba de ser reconocido recientemente por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) para ser utilizado como medicamento de terapia avanzada para los pacientes de grandes quemados tratados en el centro hospitalario sevillano.

“Esto ha sido producto de la conjunción de la investigación básica de años en la universidad granadina, en conjunción con nuestro servicio, donde se ha podido aplicar de una forma clínica. En este proceso ha habido una retroalimentación entre investigadores básicos y clínicos en una interacción que ha permitido que, finalmente, la piel artificial sea considerada un medicamento”, explica Purificación Gacto, jefa de la Unidad de Grandes Quemados del Virgen del Rocío y una de las magas responsables de este reconocimiento. A ese binomio, explica Antonio Campos, catedrático de Histiología de la UGR y precursor de todo este proceso, hay que añadir dos instituciones más, la Red Andaluza de Diseño y Traslación de Terapias Avanzadas, una agencia pública andaluza que ha apoyado y asesorado el proceso todos estos años, y otro hospital público, el Virgen de las Nieves, también en Granada, que gracias a su sala blanca, único espacio homologado para fabricar piel artificial como medicamento en España, produce dermis y epidermis.

El Virgen del Rocío, único centro autorizado por ahora para el uso de este medicamento, lo trasplanta a grandes quemados desde 2017, en un uso denominado compasivo. “Teníamos que pedir una autorización al Ministerio para dar un tratamiento que no estaba autorizado como tal, pero que era la única solución que se le podía dar a un paciente concreto”, explica Gacto. El reconocimiento como medicamento permite su aplicación directa, sin autorización caso a caso. De forma compasiva se han autorizado 18 trasplantes. El uso terapéutico de la piel artificial favorece la cicatrización rápida de las heridas y reduce significativamente el riesgo de infecciones.

“La piel artificial salva vidas”, asegura Gacto. Este tipo de injertos se realiza en pacientes que tienen entre el 60 y el 90% de la superficie de su cuerpo quemada y que no disponen de piel propia para cubrir las partes dañadas con sus propios injertos. “Hablamos de seguir vivo. Cuando tienes quemaduras uno de los riesgos más graves son las infecciones, yo cogía infecciones todos los días, con la piel artificial se redujo muchísimo el tiempo que yo estuve en el hospital”. Así resume Álvaro Trigo su ingreso de cuatro meses en el Virgen del Rocío a donde llegó con el 63% de su piel quemada. El autoinjerto —utilizado con áreas de quemadura relativamente pequeñas— solo permitía recuperar parte de la piel de sus brazos. En el caso de Fran, el 25% de su piel sana solo podía cubrir dos manos y el brazo derecho. “No quiero ni pensarlo, pero sin la piel artificial podrían haberme llegado a amputar algún miembro”, sostiene.

Un trozo de piel artificial desarrollada por los los investigadores de la Universidad de Granada.
Un trozo de piel artificial desarrollada por los los investigadores de la Universidad de Granada.Fermin Rodriguez

Ninguno de los dos, por la gravedad de su estado de salud, era realmente consciente de que los profesionales del Virgen del Rocío habían tomado muestras de sus células a través de una biopsia para trasladarlas al Hospital Virgen de las Nieves de Granada y fabricar allí su propia piel artificial. La investigación que hizo eso posible se remonta a 2009, cuando Campos y otros catedráticos de Histiología de la UGR, como Miguel Alaminos y Víctor Carriel, decidieron que su trabajo podría trascender del estudio teórico o descriptivo de los tejidos al práctico. “Decidimos que podíamos usar la ingeniería tisular para construir tejido artificial capaz de curar. Queríamos atender a las personas que lo necesitaran”, subraya Campos.

“Una quemadura profunda, que supone el 5% del cuerpo es incompatible con la vida”, abunda Alaminos. Ese porcentaje, para ponerlo en contexto, significa poco más de un brazo, pero, si como en el caso de Fran y Álvaro, la superficie quemada es muy amplia y no es posible el autoinjerto, la única posibilidad es el uso de piel artificial, llamada UGRSKIN y patentada por el equipo de investigadores granadinos “a nombre de la Universidad de Granada y del Servicio de Salud al 50%”, explican.

Las células sanas extraídas de una biopsia del paciente quemado son las que permiten, junto a un biomaterial —generalmente plasma y argarosa― crear un material biocompatible y tolerado por el organismo. Eso se convertirá en la epidermis del paciente, la parte superficial. No será capaz de sudar ni tendrá vello, un camino aún por andar que no representa ningún problema para el paciente. La dermis, la capa interior, se produce con queratinocitos, células que producen queratina, explica Alaminos. Estas dos capas es lo que diferencia la piel artifical de la UGR del resto de las que existen en el mercado, que solo tienen una.

Rehabilitación física y mental

La Unidad de Grandes Quemados del Virgen del Rocío, con su jefa, Purificación Gacto a la derecha, con bata blanca. / VIRGEN DEL ROCÍO
La Unidad de Grandes Quemados del Virgen del Rocío, con su jefa, Purificación Gacto a la derecha, con bata blanca. / VIRGEN DEL ROCÍO

El Virgen de las Nieves ha fabricado más de 12 metros cuadrados de láminas de piel artificial, en un proceso que tarda unas cuatro semanas y que, al tratarse de una piel generada a partir de las propias células del paciente no provoca riesgo de rechazo. “No hay ninguna contraindicación fuera del ámbito médico, lo importante es que al colocar esa piel no tenga infecciones activas porque la nueva piel se va a sobreinfectar y va a desaparecer”, advierte Gacto. El equipo de Campos busca contrarrestar esos dos factores: el largo tiempo y el riesgo de infección. Para ello prueban a introducir en la piel nanopartículas con factor de crecimiento que haga de acelerante y acorte el proceso, y nanopartículas medicadas con antibióticos que eviten posibles infecciones.

Cuando a Fran lo ingresaron le advirtieron de que para su curación el 80% dependía de él y el 20% de los facultativos. Ese 20% es la magia a la que se refería, pero el grueso del trabajo depende de una buena rehabilitación. “Solemos recomendar que dejen la piel al aire libre al principio, para que se acostumbre al roce y cicatrices. Sin exponerse al sol y con la piel muy hidratada pueden hacer una vida totalmente normal”, explica la jefa de la Unidad de Quemados del Virgen del Rocío.

Fran y Álvaro tenían 23 años cuando ingresaron con la mayor parte de su cuerpo quemado. Jóvenes con toda la vida por delante —el perfil habitual que se trata en la unidad—, que se volcaron en su rehabilitación, un proceso complejo física y mentalmente. “Estiré muchísimo durante año y medio y, sí, duele porque la piel se retrae, pero a día de hoy no tengo ningún problema”, explica Álvaro. “Tengo mi cuerpo entero, las articulaciones, todo lo muevo casi del todo bien, solo el dedo meñique de la mano derecha me molesta un poco, pero esta piel cultivada es una maravilla, incluso la pigmentación parece similar”, abunda Fran. Álvaro recuerda que en un primer momento el tono es fosforito: “Verte así es muy duro, pero cuando ya se asienta, hasta te alivia”, cuenta. Fran también comparte lo difícil psicológicamente que fue asumir lo ocurrido. “Hay momentos en que estás arriba y otros que caes. Dejé de comer y es importantísimo nutrir de proteínas a la piel artificial. La primera piel se cayó y tuvieron que volverme a poner. Ahí es cuando me motivé”.

Fran es asesor fiscal y Álvaro trabaja en una empresa de marketing. Ambos destacan la suerte de haber ido a parar a la Unidad de Quemados del Virgen del Rocío, centro de referencia en grandes quemados en España, y que toda esa magia se haya realizado en un sistema de salud público. Algo que también destacan Gacto y Campos, que autocalifica a su equipo como cajalianos, por Santiago Ramón y Cajal. El investigador granadino recuerda la utilidad del dinero público y el cuidado que hay que tener con cada céntimo parafraseando al Nobel: “Columbro [vislumbro] al través de cada moneda recibida la faz curtida y sudorosa del campesino que en última instancia sufraga nuestros lujos académicos y científicos”.

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