Una inesperada segunda ola de gripe golpea España a las puertas de la primavera
La onda está afectando sobre todo a menores de 15 años, aunque todas las franjas de edad están experimentando un repunte que ha provocado que las farmacias vendan el doble de medicamentos para los síntomas víricos que hace un año
Los virus respiratorios llevan tres años sin responder a los patrones habituales que habían seguido durante décadas. Este invierno parecía volver la estacionalidad de la gripe, que se había comportado de forma anómala desde la irrupción de la covid (y las medidas para frenarla). Pero una inesperada segunda ola golpea a España a las puertas de la primavera, en unas fechas en las que los contagios normalmente estaban en caída libre. Estas infecciones, sin embargo, no parecen especialmente graves.
Según el último informe epidemiológico del Instituto de Salud Carlos III, “la tasa de gripe en atención primaria describe una segunda onda estacional de gripe asociada a la circulación de virus de la gripe B”. Las mayores incidencias se están observando en menores de 15 años, aunque todas las franjas de edad están experimentando el repunte.
Amparo Larrauri, responsable del Grupo de vigilancia de gripe y otros virus respiratorios del Centro Nacional de Epidemiología, explica a EL PAÍS que no es raro que haya segundas olas de influenza, pero que es infrecuente que las dos estén tan separadas entre sí. La primera, causada sobre todo por la gripe A, llegó a su pico a mediados de diciembre, y la que afecta ahora a España comenzó a crecer a finales de enero.
“La gripe siempre ha sido impredecible, pero es verdad que llevábamos muchísimas temporadas en las que todas las ondas estacionales alcanzaban su máximo entre finales de diciembre y finales de enero, aunque ha habido alguna excepción de gripe tardía que ha llegado en marzo”, asegura Larrauri. Por lo demás, en su opinión, más de lo inusual de las fechas, no estamos ante nada “especialmente anormal” en cuanto a su virulencia: “No se ven tasas extraordinarias de hospitalización y los indicadores de gravedad no son alarmantes”, justifica.
Este comportamiento estacional se vio completamente alterado con la pandemia de covid. En la temporada 2020-21 prácticamente no circularon patógenos respiratorios distintos al coronavirus. En la 2021-22 ya se observó una pequeña onda epidémica de gripe en su momento habitual, antes de las Navidades, pero en ese momento llegó la variante ómicron que desplazó a los otros virus. Bajó la gripe y solo repuntó cuando la ómicron comenzó a ceder. Hubo entonces una nueva ola muy tardía y larga, que se prolongó prácticamente hasta el verano, algo completamente anómalo.
El repunte lo recogen los boletines epidemiológicos, que toman datos de los centros de salud, y está repercutiendo en la venta de fármacos antigripales, que también han experimentado un crecimiento en las últimas semanas. Según datos de la consultora Health Market Research (HMR), en la octava semana del año las farmacias facturaron 23 millones de euros en los remedios que sirven para atenuar los síntomas víricos, encuadrados en las categorías de antigripales; analgésicos y antipiréticos; expectorantes, tos y garganta y descongestión nasal. Es prácticamente el doble que en las mismas fechas del año pasado.
En la actual temporada, la gripe comenzó a tener incidencia en otoño, como suele ser habitual. Entonces, fueron las subvariantes de la A las que se abrieron paso. Son más volátiles y mutan más que la B, que preocupa menos a los especialistas en cuanto a su potencial de causar grandes (y graves) epidemias. Vicente Martín, de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, explica que es frecuente que, al tener menos variaciones, normalmente haya más gente inmune a esta variedad del virus por contar con defensas.
Esta puede ser una de las razones por las que se esté extendiendo, sobre todo (aunque no solo) en menores de 15 años. Ana Fernández-Sesma, catedrática de microbiología en la Facultad de Medicina Monte Sinaí de Nueva York, explica que probablemente estén contrayendo la gripe muchos niños que no habían tenido contacto con el virus hasta ahora. “Las restricciones de la pandemia, el uso de las mascarillas y la distancia social han parado a la gripe durante los últimos años. Pero sabíamos que iba a volver”, asegura.
Fernández-Sesma achaca la ola a esta probable bajada de la inmunidad, unido a un descenso de las temperaturas generalizado y, “probablemente, a la retirada de la mascarilla en transporte público”. “No va a ser más preocupante que otras temporadas, pero hay que estar pendiente sobre todo de la población vulnerable, que quizás no se ha vacunado tanto como otros años”, añade. La catedrática vaticina que con el tiempo, probablemente el año que viene, volveremos a la estacionalidad habitual, con unas “cepas más graves que otras”, aunque esto también dependerá de cómo se comporte la covid.
Por el momento, el coronavirus sigue sin repuntar de forma importante. Desde la última ola, que alcanzó su pico durante el verano, se ha mantenido en niveles bajos, con pequeñas bajadas y subidas que no han obstaculizado una caída constante de las hospitalizaciones. Según los últimos datos de Sanidad, hay 84 personas con SARS-CoV-2 en cuidados intensivos en toda España, la mínima cifra desde que comenzó la pandemia.
El mayor problema que está causando esta ola de gripe, como ya pasaba con las anteriores de covid, lo está viviendo la atención primaria. Isabel Jimeno, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), cuenta que las consultas están notando estos aumentos y pide una herramienta con la que no cuentan en los centros de salud: los test de diagnóstico de gripe que sí venden en farmacias. “Nosotros hacemos el de covid, que confirma o descarta este virus. Pero, para la gripe, muy a menudo son los pacientes los que llegan con su propio diagnóstico”, señala.
Los últimos datos del Carlos III ya parecían mostrar un inicio de la estabilización en esta onda de gripe. Larrauri cree que es posible que veamos cómo se consolida esta semana, lo que querría decir que el pico está muy cercano. “Pero como la gripe es imprevisible, no podemos decirlo con seguridad”, matiza.
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