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Los primeros cambios de sexo registrales con la ‘ley trans’: “La vida es insufrible con el DNI mal puesto”

Un puñado de personas acude al Registro Civil en Madrid para iniciar los trámites en la mañana en que entra en vigor la norma

Lucía, una de las primeras personas en acudir al Registro Civil a cambiar el sexo que figura en el DNI, en las escaleras de la facultad donde estudia, en la Universidad Complutense de Madrid.
Lucía, una de las primeras personas en acudir al Registro Civil a cambiar el sexo que figura en el DNI, en las escaleras de la facultad donde estudia, en la Universidad Complutense de Madrid.Jaime Villanueva
Andrea García Baroja

Rápido y sencillo. Veinte minutos antes de las nueve, Lucía estaba haciendo cola en el Registro Civil Único de Madrid. Ha entrado a en punto, con los papeles necesarios, y ha salido feliz a los cinco minutos, con el primer paso para el cambio de sexo registral en su DNI. “Han sido muy agradables, estoy contenta y aliviada. La vida es insufrible con el DNI mal puesto”, ha contado la joven de 20 años al salir. Este jueves ha entrado en vigor la ley trans, que permite el cambio de sexo en la documentación con la “declaración expresa” de la persona, sin los informes médicos que acrediten disforia de género ni la necesidad de dos años de hormonación que establece la anterior ley a nivel estatal.

Lucía estudia la carrera de Matemáticas y Física en la Universidad Complutense de Madrid, pero hoy tenía algo más importante que la clase de las nueve. La joven canaria ha sido una de las primeras en modificar su documentación. “Quería quitármelo de encima cuanto antes. Otras veces tengo miedo de no ir con la ley aprendida, por si me ponen las cosas difíciles, pero hoy no ha sido así. Hoy sabía que iba a ser fácil, estoy feliz”, cuenta ilusionada. Tendrá que volver dentro de unos tres meses, periodo de espera que la ley contempla para realizar una segunda ratificación de la decisión. La Administración tiene después un máximo de un mes para resolver su expediente.

La ley trans agiliza la burocracia, y a Lucía le ha facilitado el proceso en el registro. Ella ha pasado por los dos años de hormonación, pero no tiene el informe de disforia de género. Ahora ya no va a necesitar nada de esto. “Nunca he tenido que ir a un psicólogo para saber quién soy”, asegura. Lleva viviendo dos años en Madrid, y con la carrera, su familia y sus amigos, todo va bien. Cuando lo pasa mal es al acudir a la policía o la Administración o, por ejemplo, en el hospital. “Estás en la sala de espera y te llaman por el nombre que no es. Cuando llegas con los papeles mal puestos te tratan peor, porque no saben qué hacer. Más que maldad, es desconocimiento”, expresa.

La tramitación de la ley, impulsada por el Ministerio de Igualdad y aprobada en el Congreso el pasado 16 de febrero, ha supuesto un cisma en el movimiento feminista y entre la coalición del Gobierno. Lucía es optimista: “Estoy más tranquila. Una vez se aprueban estas cosas, todo va para delante, y confío en que el proceso social lo haga también”.

“Un proceso bastante fácil”

La mañana ha discurrido en calma frente a las oficinas del registro. Han pasado muchas personas por la calle Pradillo de Madrid, pocas lo han hecho para efectuar el cambio de sexo. Una de ellas ha sido Jara (como el resto de las entrevistadas, ha preferido no dar su apellido). A la joven de 23 años, que estaba nerviosa antes de entrar, le faltaban el padrón y el certificado de nacimiento. Aun así, ha podido realizar el trámite: “Una señora muy maja me ha explicado lo que tenía que hacer, una compañera trans me ha ayudado a conseguirlo, y al final lo he podido hacer”.

“El proceso ha sido bastante fácil”, asegura Jara. Una vez enseñados el padrón, el certificado de nacimiento y el DNI, la joven ha rellenado una hoja con sus datos, el domicilio y con el cambio que desea hacer. En su caso, el registro como mujer y su nuevo nombre. “Estoy contenta, llevaba mucho tiempo esperando este día. Y tendría que haber esperado año y medio más hormonándome para hacer el trámite”.

Lucía, en su universidad.
Lucía, en su universidad. Jaime Villanueva

Aurora también ha pasado por el registro. La han citado a finales de mayo para ratificar el cambio registral. “Pero desde luego no voy a cambiar de opinión”, asegura la joven, que tiene 22 años y es estudiante en la Universidad Autónoma. “Después de eso podré comunicarme con la policía para cambiar mi DNI y pasaporte, y también con la sede de la Seguridad Social para cambiar todos los temas sanitarios y de trabajo”, explica.

Ella, a diferencia de Lucía, es más crítica con la división política y el debate que ha generado la tramitación de la ley. “Estoy un poco nerviosa porque [la presidenta madrileña, Isabel Díaz] Ayuso ha anunciado que cambiará la ley en la Comunidad de Madrid para la siguiente legislatura. Va a ser un problema muy grande”, lamenta. “Esta ley me ha permitido existir como persona. Hemos ganado, es una victoria para el feminismo”.

Aunque ni Lucía, ni Jara, ni Aurora habían pedido cita previa con antelación, y no les ha hecho falta, la mayoría de personas que pretenden hacer el cambio la han solicitado. En la Comunidad de Madrid han concedido las primeras citaciones para dentro de dos semanas. La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) ha reclamado al Ministerio de Justicia instrucciones claras para que los registros civiles apliquen de manera correcta la ley trans. “A falta de un día de su entrada en vigor, los trabajadores del Registro aún no han recibido formularios, protocolos, ni formación”, recogía el comunicado emitido el miércoles. Quienes han entrado a las oficinas del registro han salido, sin embargo, habiendo iniciado el proceso del cambio registral en menos de media hora.

Una de las cosas que el cambio de sexo en el DNI le va a permitir a Lucía es jugar al rugby estando federada. “Y, por lo menos, cuando me den el diploma de la universidad no pondrá ‘don Lucía”, bromea. Se ha quedado un rato frente a las oficinas, y luego ha cogido su mochila y se ha ido a clase. Como si fuera un día cualquiera.

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