“Aún tengo su aliento en la boca”. Los traslados por el sur de España de un religioso acusado de abusos
Siete hombres denuncian por pederastia a Juan Antonio Álvarez Gordillo, ex religioso de La Salle y profesor en Cádiz, Jaén y Melilla. Ahora trabaja en un colegio de Málaga, cuyo director asegura que actuará “como corresponde”
Primera parada: Jerez de la Frontera, Cádiz. Allí, en 1980, empezó la carrera docente del hermano de La Salle Juan Antonio Álvarez Gordillo (Antequera, Málaga, 64 años), por entonces responsable de la federación nacional del Movimiento Scout Católico. En ese momento, relatan varias personas, también comenzó su expediente como pederasta. Entre 1980 y 1991 este religioso pasó, o bien como profesor o bien como encargado de los scouts, por Jérez, San Fernando, Chiclana, Melilla, Puerto de Santa María y Andújar, donde al menos siete hombres le acusan de haber abusado de ellos.
El caso de Álvarez Gordillo está incluido en los dos informes con 451 casos de pederastia que EL PAÍS entregó a la Conferencia Episcopal Española y al Vaticano a finales de 2021 y el pasado junio, después de que decenas de víctimas escribieran a este diario. Desde entonces, la historia de este acusado ha salido publicada en otros medios de comunicación. La Salle asegura que el acusado abandonó la orden en 2006, aunque no precisa las razones de los traslados ni tampoco si recibieron quejas de los supuestos abusos. “Todo esto está judicializado y ya ha salido en los medios. Como hacemos siempre en cuanto tenemos información de una posible abuso que pueda haber pasado bajo nuestra responsabilidad, trasladamos esa información a la autoridad competente, y eso mismo hicimos en el tema de Álvarez Gordillo”, afirma una portavoz de la congregación.
Después de abandonar la orden en 2006 fue docente en Andújar (Jaén), Madrid y Almería, y actualmente da clases en el Colegio Cerrado de Calderón, en Málaga. EL PAÍS reconstruye los paraderos de Álvarez Gordillo por los cinco municipios de Cádiz y Melilla donde han aflorado las denuncias.
J. L. R., que ahora tiene 56 años y reside en Brasil, es la primera víctima de Álvarez Gordillo que escribió a este periódico, en 2018. Cuenta que el religioso abusó de él, y de otros adolescentes, cuando él tenía 14. “En 1980, Álvarez Gordillo era el jefe del Grupo Scout La Salle Jerez. En un campamento en Granada, un mes antes de ser trasladado a otra escuela, me pidió que durmiera a su lado, y me realizó tocamientos por todo el cuerpo. Tocaba mi pene y ponía mi mano sobre el suyo. Yo quedé paralizado sin saber cómo actuar. Después de aquello, tuve una gran depresión. Se lo conté a mis padres y hablé con mis compañeros, y me di cuenta de que no había sido el único. Pero, antes de que pudiéramos hacer algo, se fue del colegio y de la ciudad”, recuerda.
En 1982, Álvarez Gordillo llegó a la segunda parada de su largo recorrido: San Fernando, Cádiz. Allí, Santiago Codesido asegura que abusó sexualmente de él y de otro compañero. Ambos tenían 12 años. Codesido, que ahora tiene 53, dice que ha muerto cuatro veces: se refiere a que ha sufrido un ictus, un coma y dos neumonías, pero su mayor revés fue a los 12, por culpa de Álvarez Gordillo. Por aquel entonces, era responsable del Movimiento Scout Católico del colegio La Salle-El Carmen San Fernando. “Cada dos semanas, íbamos de acampada a Alcalá de los Gazules [Cádiz]. Siempre hacía lo mismo: por las noches, nos daba alcohol en cantidades ingentes y sorteaba quién dormía con él en su tienda de campaña. El 80% de las veces, esa suerte me tocaba a mí”, cuenta.
Siempre hacía lo mismo: por las noches, nos daba alcohol en cantidades ingentes y sorteaba quién dormía con él en su tienda de campañaSantiago Codesido, víctima de abusos sexuales por parte de Gordillo
“El otro 20% de las veces metía a otro chico en la tienda. Hablé con él y me confirmó que le había pasado lo mismo. Juntos, se lo contamos a nuestras madres, que hablaron con la dirección de La Salle. Lo que hicieron fue mandarlo a otro colegio”, relata. Codesido, con ayuda de su hermano Pablo, lleva meses revisando las diligencias de su caso, buceando en los recuerdos que tanto le hieren. Hoy ambos alzan la voz, porque para ellos no hay mayor curación que contar la verdad. “Las violaciones, porque eran violaciones, eran cada 15 días. Y duraron más de tres años. Desde entonces, nada más que he sufrido. No las he olvidado ni un día de mi vida”, describe Codesido, que añade: “Aún tengo el aliento del hermano Juan Antonio en la boca”.
Tercera parada: Melilla
En 1985, después de un año en Chiclana, Álvarez Gordillo cruzó el Estrecho y se estableció en la ciudad autónoma de Melilla, donde fue profesor en el colegio La Salle El Carmen y responsable del Movimiento Scout Católico. Allí, cuatro hombres se han decidido recientemente a dar el paso y contar públicamente que sufrieron abusos. Jaime Villegas, uno de ellos, declara: “Solo cuatro de nosotros hemos dado el paso judicial y hemos denunciado en la Fiscalía de Melilla—, pero conocemos a más afectados. Nuestro mayor deseo es que afloren todos los casos, puesto que estamos seguros de que allí por donde ha pasado Álvarez Gordillo ha dejado un reguero”. Las cuatro denuncias se refieren a hechos ocurridos entre 1985 y 1990. Por aquel entonces, las víctimas tenían entre 11 y 16 años.
Villegas, que describe su caso como “leve”, asegura que tanto la violencia física como los abusos sexuales eran el pan de cada día en los scouts: “El Pato Maricón, que era como conocíamos al hermano Juan Antonio, tenía una vara de caña con la que nos pegaba. He visto la vara rota en la espalda de mis compañeros y yo mismo he llegado a casa con moratones en las piernas. También había una tradición llamada ‘la vacuna’, que consistía en pincharles un alfiler en el glúteo a los nuevos”.
Sobre los abusos sexuales, Villegas cuenta su experiencia personal: “En un momento, me tanteó para entrar en su círculo de confianza. Le llevaba la carpeta, me hacía confidencias… Ahí empezaba el contacto físico. Una noche fui elegido para dormir en su tienda. Empezó a tocarme, metiendo sus manos en mi pantalón. Llegó a la ingle y a los genitales. Mientras, bajaba mi mano a los suyos. Yo estaba bloqueado. De repente, me dio un tirón, le di una patada y salí corriendo para que se me pasara”.
A los niños que entraban en el círculo de confianza del hermano, cuenta Villegas, los demás los trataban mal. “Por celos, por envidia”, dice. Con el tiempo, él descubrió que algo “raro” pasaba con esos niños, y recuerda especialmente a uno. “Un día, lo vi muy, muy mal”, rememora. Se trata de L., víctima que, aunque prefiere mantener el anonimato, se ha unido a la denuncia. Afirma que sufrió abusos por parte de Álvarez Gordillo durante casi un lustro. “Yo tenía 11 o 12 años y me daba clases de refuerzo. Un día, me empezó a acariciar y llegó a los genitales. Me masturbó. Fue el primer orgasmo de mi vida. Los hechos se repitieron más veces, y sucedían en la misma aula donde me daba clases, por las tardes”, narra. Ese, comenta, fue solo el comienzo: “A partir de entonces, se volvió más activo sexualmente y me obligaba a que lo tocara, a que besara sus partes, y me introducía el pene u otro objeto por el ano. Mantuvimos relaciones sexuales en las aulas, la capilla, el gimnasio… En cualquier sitio donde él veía oportunidad”. En los scouts, dice L., lo tenía apartado, y le hacía dormir siempre con él.
Mantuvimos relaciones sexuales en las aulas, la capilla, el gimnasio… En cualquier sitio donde él veía oportunidadL., víctima de abusos sexuales por parte de Gordillo
Varios años después, con 14 o 15, se lo contó al director del colegio, el hermano Crescencio: “Me dijo que era un mentiroso y que, si volvía a difamar a un hermano de La Salle, sería expulsado del centro”. Ese día, asegura L., le cayó “una losa encima” que solo se quitó cuando habló con Villegas, recientemente. Antes, no se lo había comentado a nadie, ni siquiera a sus padres. “Siempre me he culpabilizado, porque lo quería aun haciéndome daño. Llegó a morderme, a dejarme cicatrices. A veces, me tapaba la boca hasta el punto que no podía respirar. Cuando me emborrachaba, me metía una vara por el ano. Para mí, era mi Dios”, reconoce.
De la ciudad autónoma, el hermano de La Salle retornó a la provincia gaditana. Pasó por Puerto Real, Puerto de Santa María, y volvió otra vez a Jerez. Entre 1996 y 2006, año en el que dejó la congregación, estuvo en Andújar (Jaén), Madrid y Almería.
Y, ahora, ¿dónde está Álvarez Gordillo?
Hoy, Álvarez Gordillo da clases de filosofía, religión y sociales en el Colegio Cerrado de Calderón, en Málaga. Pero está de baja médica y este año se jubila. Pablo Codesido, hermano de una de sus víctimas, Santiago, consiguió ponerse en contacto, este pasado marzo, con Luis Lanzat Díaz, director de dicho centro, para alertarle de las acusaciones contra Álvarez Gordillo. En un correo electrónico, al que ha tenido acceso este periódico, Lanzat afirma sentirte “impactado” con las informaciones que se han publicado sobre el exreligioso:
“Nunca pude imaginar que esta persona, que por los datos que me ha facilitado es un profesor que durante los últimos 10 o 12 años ha impartido docencia en nuestro centro educativo, fuese capaz de semejante comportamiento. Nunca hemos tenido la más mínima sospecha de que en nuestro colegio haya llevado a cabo hechos como los que relata su hermano Santiago, y de su comportamiento no hemos podido intuir que fuese una persona capaz de realizar ese tipo de conductas. Al contrario, siempre se ha mostrado muy respetuoso con el alumnado y con el resto del profesorado. Pero, respetando siempre la presunción de inocencia a la que tiene derecho, está claro que mi obligación desde este mismo momento es evitar que vuelva a tener contacto con nuestros alumnos. Y así lo haré. En el momento que se incorpore de la baja médica será apartado de la docencia”, escribió Lanzat.
“Por nuestra parte, no le quepa la menor duda, actuaremos como corresponde. Aquí no cabe la tibieza, ni las medias tintas”, le aseguró. Este diario ha intentado contactar con el director del centro, pero no ha recibido respuesta.
Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es.
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