Los estudios sobre los primeros casos de viruela del mono muestran las dificultades para contener el brote a corto plazo
Los autores destacan los problemas en el rastreo de contactos y la existencia de cadenas de contagios sin identificar
Transcurridos casi 20 días desde la alerta sanitaria internacional que destapó la existencia del primer gran brote de viruela del mono en países no endémicos, que ya ha superado los 800 casos confirmados, las noticias que invitan al optimismo se mezclan con otras preocupantes en los hallazgos de los primeros estudios publicados sobre el origen de los contagios en Europa.
En el lado positivo, se observa que casi todos los casos son leves y que el crecimiento de diagnósticos, aunque sostenido, está muy lejos de ser exponencial. Se están produciendo muy pocos contagios fuera de las prácticas que han ocasionado la mayor parte de los casos, como son las sesiones de sexo en grupo o las relaciones múltiples con desconocidos que facilitan los contactos estrechos necesarios para que el virus siga circulando. Esto encaja con el conocimiento previo que se tenía del patógeno, que apenas se transmite en la mayor parte de las actividades diarias, y que al ser ADN, es mucho más estable que los ARN, proclives como el coronavirus a mutaciones que aumentan su transmisibilidad. Todo ello, junto a la existencia de vacunas y tratamientos eficaces, permite a los expertos mirar a un horizonte, aunque complejo, libre de las grandes incertidumbres vividas por el mundo al inicio de la reciente pandemia de covid.
En el otro lado de la balanza, sin embargo, quedan cuestiones importantes por resolver. El virus de la viruela del mono es conocido, pero nunca se había transmitido fuera de las zonas endémicas de África, como lo está haciendo ahora. Hay que entender las razones que lo han propiciado y desarrollar nuevas estrategias para contener el brote. Una de las consideradas clave, el rastreo de contactos para identificar nuevos casos y acabar con las cadenas de contagio, se está viendo muy dificultada “en contextos como el sexo en grupo”, recoge un estudio publicado en la revista Eurosurveillance sobre los primeros 86 casos diagnosticados en el Reino Unido.
“Varios casos declinaron compartir los datos personales de sus contactos sexuales o reportaron haber tenido múltiples relaciones con desconocidos. Esto dificulta las actuaciones de salud pública y el cálculo de las ratios de contagios secundarios”, explican los autores.
Reino Unido es uno de los países más afectados por el actual brote, con 225 casos confirmados. Le siguen España, que este viernes ha notificado 30 nuevos contagios (hasta 186) y Portugal, con 143. Los tres suponen cerca de tres cuartas partes de los casos en Europa, aunque los diagnósticos también crecen en Alemania (65), Países Bajos (40), Francia (33) y Bélgica (14), según los datos disponibles a primera hora de la tarde de este viernes. Fuera de Europa, el país más afectado es Canadá (58), seguido de Estados Unidos (22).
Eurosurveillance también ha publicado otros dos estudios centrados en los 27 primeros casos en Portugal y los cuatro de Italia, tres de los cuales se contagiaron en una fiesta multitudinaria en Maspalomas (Gran Canaria). “El rastreo de contactos ha sido difícil, ya que una mayoría de los casos positivos han mantenido relaciones con múltiples parejas sexuales o estas son desconocidas”, sostiene el informe portugués.
Las fechas de los casos estudiados revelan que el virus empezó a circular en Europa, al menos, en la primera mitad de abril. “La mayoría de los casos no forman parte de las cadenas de contagio identificadas, no han viajado al extranjero ni han tenido contacto con personas sintomáticas, lo que sugiere la existencia previa de una propagación del virus no detectada”, afirma este último trabajo.
Esta es una de las razones que han llevado a las autoridades de los países afectados a recomendar reducir las prácticas en las que se han producido la mayoría de contagios. En España, el último informe sobre el brote del Ministerio de Sanidad, insta a “minimizar los comportamientos de riesgo asociados a la transmisión de este virus”.
Adrián Aguinagalde, director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria, apuesta por la “autodeclaración de contactos” como vía de sortear las dificultades de rastreo. “Si alguien piensa que ha podido estar expuesto al virus, es importante que, sin tener que dar muchos detalles, pueda acceder a ser vacunado y recibir toda la información que precise”, explica.
“En el contexto actual puede ser más efectiva esta vía que tratar de obtener todos los contactos a través de la persona contagiada. Esto permite, con la colaboración del contacto, conocer además otra información, como si estuvo vacunado en su día contra la viruela o tiene otras infecciones, que será importante para definir la estrategia postexposición, que puede utilizar la vacuna o antivirales, que evite el desarrollo de cuadros graves”, añade Aguinagalde.
España, a diferencia de países como Francia y Reino Unido, aún no dispone de las vacunas frente a la viruela tradicional de la empresa Bavarian Nordic, que han demostrado ser eficaces contra la del mono. Aunque esta es una limitación que previsiblemente quedará resuelta en los próximos días. La ministra Carolina Darias anunció este jueves que Sanidad recibirá de forma “inminente” las primeras 200 dosis, una compra hecha a un tercer país que no reveló y que no está incluida en la adquisición centralizada de miles de dosis que se realizará a través de la Comisión Europea. A falta de precisar la estrategia definitiva, la vacunación estará destinada a los contactos más cercanos, a los de mayor riesgo de desarrollar cuadros graves y quizá también al personal sanitario.
El estudio del Reino Unido, sin embargo, también muestra reticencias ante esta medida. “Solo el 69% de los trabajadores sanitarios expuestos (169 de 245) y el 14% (15 de 107) de los contactos habían aceptado el 24 mayo la posibilidad de vacunarse”, recoge el documento.
Todo ello lleva a los autores del informe a constatar las dificultades de poner fin al actual brote en el corto plazo. “Aunque el objetivo sea la eliminación [de la circulación del virus], para que las medidas de salud pública tengan éxito será necesario un esfuerzo internacional concertado para identificar casos y contactos, involucrar a todos los colectivos en su búsqueda y también para desarrollar medidas de prevención”, señala el texto.
Fuera de las prácticas consideradas de riesgo, los estudios confirman que los contagios ocurridos han sido muy escasos, casi siempre entre personas que vivían bajo un mismo techo, por lo que el riesgo de contraer el virus en la vida diaria es muy bajo. De los 116 contactos, incluidos trabajadores sanitarios, que tuvo el primer caso detectado en el Reino Unido —una persona procedente de Nigeria sin relación con los demás casos— y de los 98 de una agrupación familiar de tres casos, “ninguno ha desarrollado la enfermedad”.
En la situación actual, Adrián Aguinagalde prefiere no hacer predicciones sobre la duración del brote: “No podemos prever lo que no ha ocurrido. Esto es nuevo porque no tenemos una enfermedad de estas características ni esta se había manifestado así antes. La hipótesis de que el brote se alargue en el tiempo en el actual contexto es plausible, pero también lo es que se vaya autolimitando hasta desaparecer. Cuando hayan pasado dos periodos de incubación desde la alerta [a finales de junio o principios de julio], probablemente sabremos más, aunque puede haber otros factores que influyan”.
Una comunicación conjunta del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicada este jueves, alerta de que con la llegada del verano aumenta en los países europeos la celebración de numerosos “festivales y eventos (incluidos del Orgullo Gay) en los que se van a producir grandes concentraciones de personas, que ofrecen un entorno en el que la transmisión del virus puede acelerarse”. Los dos organismos llaman a aprovechar estas celebraciones “como una oportunidad para desarrollar acciones de prevención con grupos específicos de población y transmitir los mensajes de salud pública adecuados”.
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