La crisis del coronavirus

Dónde es obligatoria la mascarilla y dónde no

El Consejo de Ministros aprueba la nueva norma que permite ir a partir del 26 de junio con la cara descubierta en exteriores, siempre que se respete la distancia de 1,5 metros

El Consejo de Ministros ha aprobado este jueves un real decreto ley que permite a los ciudadanos ir sin mascarilla en el exterior, 401 días después de que entrara en vigor la primera norma que impuso su obligatoriedad en las calles españolas. Desde el sábado 26 de junio se podrá prescindir del cubrebocas siempre que se mantenga una distancia de 1,5 metros con personas no convivientes en espacios abiertos.

Lo que hace ahora el Gobierno es derogar el artículo 6 de la Ley 2/2021, de 29 de marzo, que establecía la obligatoriedad del cubrebocas en exteriores e interiores, independientemente de la distancia, hasta el fin de la pandemia. Y lo sustituye por otro más flexible, que será de aplicación en todo el territorio por igual y para cuya modificación será necesaria otro real decreto ley, según ha informado la ministra de Sanidad, Carolina Darias.

La nueva norma también permite que los residentes de centros sociosanitarios con más de un 80% de vacunación (prácticamente todos) puedan ir sin mascarilla, aunque sí la deberán mantener los trabajadores y visitantes. Esta misma flexibilidad se aplica también para dependencias de servicios esenciales (como puede ser un parque de bomberos) con esa tasa de inmunización.

La mascarilla seguirá siendo obligatoria en interiores de uso público, en transporte público (excepto en los camarotes privados y las cubiertas de los barcos) y en exteriores cuando haya aglomeraciones o no se pueda respetar la distancia de seguridad interpersonal. Por esa razón, habrá que seguir llevando encima esta protección, en caso de que sea necesaria, como ocurriría si por ejemplo una persona va caminando y entra en una calle abarrotada. O si se cruza con algún conocido y se queda hablando con él sin mantener la distancia. O, por supuesto, si decide entrar a algún comercio.

También habrá que seguir llevándola en exteriores cuando haya aglomeraciones o en eventos multitudinarios, como conciertos, a no ser que haya asientos separados por más de 1,5 metros.

Darias ha anunciado que “las mascarillas dejan paso a las sonrisas”. “Se va a producir [el relajamiento del uso de los cubrebocas] de manera progresiva, prudente, liberándonos de llevar la mascarilla cuando la posibilidad de transmisión es casi inexistente. Es una medida muy bien pensada que nos sitúa en las mismas condiciones que los países de nuestro entorno. Nos acerca a la normalidad, con prudencia, y nos da alegría colectiva”, ha asegurado.

A medida que vaya pasando el tiempo, la vacunación avance y bajen los casos, la norma de la mascarilla se podrá seguir flexibilizando. Pero previsiblemente todavía quedan meses en los que seguirá siendo obligatoria en interiores.

En los primeros compases de la pandemia, las autoridades sanitarias europeas no la consideraron necesaria, pero poco después se ha transformado en un elemento fundamental para frenar la propagación del coronavirus. Al principio se pensaba que una persona asintomática no podía contagiar la covid, por lo que no se recomendaba llevarla a no ser que hubiera signos de la enfermedad.

Pero poco a poco se fue descubriendo que los asintomáticos tenían un papel importante en la transmisión y, en paralelo, que los aerosoles que quedan en suspensión en el aire, y no solo las gotitas, como se pensaba al principio, eran responsables de los contagios.

El Centro Europeo de Control de Enfermedades cambió su criterio el 8 de abril de 2020, cuando admitió por primera vez que las mascarillas podían tener un papel importante para frenar la pandemia. Dos días después, el Ministerio de Sanidad comenzó a recomendarlas en el transporte público y en lugares cerrados donde no se podía mantener la distancia.

Pasó casi un mes hasta que se establecieron por primera vez normas que exigían usar el cubrebocas. El 4 de mayo comenzaron a exigirse en el transporte público y solo un par de semanas después entró en vigor una norma que la hacía obligatoria en todo lugar cerrado y en exteriores, siempre que no se pudiera mantener la distancia de seguridad.

Durante el verano de 2020, a medida que la segunda ola iba tomando forma, las comunidades autónomas fueron endureciendo sus normas sobre el uso de la mascarilla. Para septiembre ya era obligatoria en todas ellas, también en exteriores, aunque se pudiera mantener la distancia, solo con algunas excepciones, como al hacer deporte o en la playa. Pero en marzo de 2021 el Parlamento aprobó una ley, desfasada, según el propio Ministerio de Sanidad. Es la que ahora se modifica, y que endurecía todavía más el uso del cubrebocas.

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