Europa cambia de postura sobre las mascarillas y las recomienda también a asintomáticos
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades emite un nuevo informe: “Deben ser contempladas como una medida complementaria”
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha emitido este miércoles un nuevo informe en el que cambia sus recomendaciones sobre el uso de mascarillas para luchar contra el coronavirus. Hasta ahora solo las aconsejaba a sanitarios y a enfermos con síntomas, pero ante la evidencia de que las personas asintomáticas también pueden transmitir la enfermedad, ha reconocido que pueden resultar útiles para toda la población. “Puede ser una extensión a la actual práctica de llevarla para los individuos con síntomas”, reza el documento.
La recomendación del Ministerio de Sanidad sigue siendo por el momento no aconsejarlas a personas que no manifiesten síntomas de la Covid-19. Su titular, Salvador Illa, ha dicho en su comparecencia de este miércoles en el Congreso de los Diputados —antes de conocerse estas nuevas recomendaciones— que estaría atento a ellas y que España irá en coordinación con las autoridades europeas. “Cuando lo tengamos decidido, valorado, discutido con las comunidades autónomas, vamos a dar recomendaciones claras. El Gobierno de España no puede exigir nada a ciudadanía que no esté en condiciones de cumplir”, ha añadido en respuesta a las preguntas de la oposición, que le pedía aclarar la posición gubernamental.
Varios grupos le han recriminado la lentitud a la hora de establecer un criterio favorable a estas medidas de protección, que la mayoría de los países asiáticos habían adoptado desde un primer momento para contener la epidemia y a la que cada vez más Gobiernos se están sumando. La semana pasada lo hizo Estados Unidos y antes se adhirieron algunos miembros de la Unión Europea.
La recomendación del ECDC no es tajante ni está exenta de matices. Las mascarillas, coinciden varios especialistas consultados, no son la panacea contra la infección. El informe recalca que los sanitarios deben tener preferencia a la hora de acceder a ellas. “Se podría considerar la utilización comunitaria de mascarillas faciales, especialmente cuando se visitan espacios ocupados y cerrados, como supermercados, centros comerciales, o cuando se usa el transporte público, etcétera”, añade.
Los expertos del organismo europeo advierten de que esto debe considerarse solo como una protección complementaria y no como un reemplazo de las medidas preventivas establecidas, como son el distanciamiento físico, la etiqueta respiratoria, una higiene meticulosa de las manos y evitar tocarse la cara, la nariz, los ojos y la boca. También avisan de que su uso apropiado es clave para la efectividad de la medida y que se puede mejorar a través de campañas educativas.
“Se podría considerar el uso de mascarillas faciales no médicas hechas de varios materiales textiles, especialmente si, debido a problemas de suministro, se debe dar prioridad a las médicas para su uso como equipo de protección personal por parte de los sanitarios. Esto se basa en pruebas indirectas limitadas que respaldan el uso de mascarillas no médicas como medio de control de la fuente”, continúa el documento.
Antes que el ECDC, el lunes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un nuevo documento sobre la recomendación de uso de mascarillas. Sus expertos son todavía más cautos a la hora de aconsejar su generalización. Aunque reconocen que puede ser útil para frenar la Covid-19, matizan que “no está avalado por la evidencia científica” y hacen hincapié en que las médicas deben ser priorizadas para los sanitarios. El organismo recomienda a los países que, si deciden dar consejos sobre su uso comunitario, lo hagan acompañado de una buena educación sobre cómo utilizarlas, ya que lo contrario puede resultar incluso contraproducente. “La OMS actualizará su orientación cuando haya nueva evidencia disponible”, concluye su informe.
El ECDC, por su parte, advierte de la importancia del uso adecuado de las mascarillas, que debe ir “desde el puente de la nariz hasta la barbilla”. Varios expertos consultados aseguran que la falta de costumbre en los países occidentales puede convertir su uso en contraproducente y que puede transmitir una falsa sensación de seguridad. De esto mismo alerta el organismo europeo, que avisa de que el hecho de que manipularla y llevarla en la cara hace incluso más importante el lavado de manos, antes de ponerla y después de quitarla. Relajar las medidas complementarias por el uso de esta protección puede incluso aumentar el riesgo de protección con respecto a no llevarlas.
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