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El falso síndrome creado contra las mujeres que llegó a los juzgados

Los especialistas rechazan la alienación parental pero alertan de que sí puede darse manipulación a los hijos, tanto de padres como de madres

Alienacion parental
Irune Costumero, frente a la Diputación Foral de Bizkaia, en una imagen de febrero del año pasado.Fernando Domingo-Aldama

A Irune Costumero le “arrancaron” a su hija en 2017. Ahora está esperando la fecha del juicio que siente en el banquillo a cuatro funcionarios de la Diputación de Bizkaia, imputados por prevaricación administrativa, maltrato y lesiones psíquicas por haber arrebatado a la pequeña de su madre —que tenía una custodia compartida— sin conocimiento del juez. “Me aplicaron el síndrome de alienación parental”, cuenta ella. El síndrome del que habla esta mujer de 42 años, conocido como SAP por las siglas, es un concepto que no existe como diagnóstico clínico, que no está avalado por los organismos internacionales. No hay datos oficiales, pero se ha utilizado numerosas veces por peritos, trabajadores sociales y tribunales, especialmente contra las mujeres, alerta el propio Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). “Mi hija decía que su padre le pegaba, se abrieron tres procedimientos por maltrato en su contra, ninguno se probó. La niña se hacía pis o vomitaba cuando tenía que ir con él. Pero vive con él desde hace ya casi cuatro años”, se queja Costumero.

El polémico síndrome ha vuelto a salir a la luz tras el inicio de la emisión del documental sobre la vida de Rocío Carrasco, quien ha contado en Telencinco que su expareja había puesto a sus dos hijos, con los que no tiene relación desde hace años, en su contra: “Ha conseguido que me odien”, dijo Carrasco, que denunció a su exmarido por violencia machista en una de sus vertientes más ocultas, la violencia psicológica. El caso está sobreseído provisionalmente, no hay ninguna condena contra el ex, Antonio David Flores. “La niña es suya y el niño también”, explicó este domingo la hija de la cantante Rocío Jurado, que acusa a Flores de haberlos manipulado. La cadena ha troceado el documental, y ha emitido de momento cuatro capítulos. El partido ultraderechista Vox, negacionista de la violencia de género, sacó a colación el SAP a propósito de este testimonio. “Hoy media España ha entendido lo que es el síndrome de alienación parental”, tuiteó el domingo 21 de marzo la diputada en la Asamblea de Madrid Rocío Monasterio.

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El SAP fue acuñado por el psiquiatra estadounidense Richard Gardner en 1985 y descrito como la experiencia de un niño al ser manipulado por uno de los dos progenitores para volverse contra el otro y resistirse a tener contacto con él o con ella. No está reconocido ni por la Organización Mundial de la Salud ni por la Asociación Americana de Psiquiatría, y la Asociación Americana de Psicología considera que no existe evidencia científica que lo sostenga. En España, el Gobierno quiere incluir en la ley de protección a la infancia frente a la violencia, que se está tramitando en el Congreso, que los poderes públicos deberán evitar tomar en consideración “planteamientos teóricos o criterios sin aval científico que presuman interferencia o manipulación adulta, como el SAP”. Algo que había solicitado el presidente del Comité de Derechos del Niño de la ONU, Luis Pedernera. “Es central frenarlo. Coloca al niño en una situación de objeto sobre el que los adultos disponen y no se toma para nada en cuenta su opinión”, critica.

La profesora de Victimología de la Universidad de Barcelona Noemí Pereda apunta que actualmente el SAP “está absolutamente denostado”: “Cuando hablamos de síndrome hablamos de una serie de síntomas que se manifiestan en todos los casos, no existe como tal”. “El concepto viene de atrás, primero fue el síndrome de Medea, a raíz de la mitología griega, porque mató a sus hijos. Y Gardner emplea el SAP al hablar de abusos sexuales a menores. Se ha usado este término para justificar estas denuncias porque como sociedad es más fácil creer que no existen”, explica Pereda, psicóloga infanto-juvenil. “El problema es que se han contrapuesto dos modelos. El que defiende que toda denuncia de abusos en un contexto de divorcio es manipulación, normalmente de la madre, que es una aberración. Y el que defiende de que no hay posibilidad de que alguno de los dos progenitores manipule a los niños en contra del otro. Algo que ocurre en algunos casos de divorcios contenciosos. Se produce una triangulación: tienes que elegir entre mamá y papá. Este maltrato emocional es una violencia grave para el desarrollo del niño”, asegura.

Altamira Gonzalo, vicepresidenta de la asociación de mujeres juristas Themis, explica que el SAP apareció a principios de los 2000 en sentencias españolas y fue “el feminismo jurídico” el que presionó para que instituciones como el CGPJ pidieran a partir de 2013 en sus informes a los jueces que dejaran de considerarlo. Aceptar los planteamientos de Gardner en los procesos de guarda y custodia de menores supone “someter a estos a una terapia coactiva y una vulneración de sus derechos por parte de las instituciones que tienen como función protegerles”, consta en la guía de actuación contra la violencia de género del organismo.

Gonzalo apunta que, aunque nadie habla ya de SAP, se sigue considerando y se siguen aplicando las terapias que acuñó también Gardner con el fin de combatir ese síndrome fantasma: “Para recuperar a esos hijos supuestamente alienados por sus madres para separarles de sus padres, hay informes psicológicos que proponen y sentencias que aplican terapia de la amenaza y del miedo, que consiste en separar a los menores que se niegan a ir con uno de los progenitores del que es su custodio y entregarlos al que no quieren ver o a una institución de tutela o amenazarles con hacerlo. Más que el nombre, es el contenido y el tratamiento a los menores que se niegan a ver a uno de los progenitores, normalmente madres, lo que se aplica”.

La vicepresidenta de Themis añade otra distinción con un tipo de agresión que se produce contra las mujeres en el caso de la violencia machista, la llamada violencia vicaria. Se trata de hacer daño a la madre con lo que más le duele, sus hijos. El agresor, en estos casos, “sabe que le está dando con la forma de maltrato más cruel”, señala Gonzalo.

Costumero escuchaba a su hija gritar “Amatxu” cuando se la llevaron. Tenía cinco años. Fue el 4 de agosto de 2017, dice. “Me citaron engañada, había policías y me la arrancaron”, cuenta. Tras varios procedimientos por malos tratos a la niña, que no se probaron judicialmente, una jueza la derivó al servicio de infancia de la diputación de Bizkaia, donde, tras las negativas de la niña a retomar la relación con su padre, decidieron que pasara a vivir con él. Hasta el pasado enero no logró fines de semana con pernocta. Mientras han tenido que ir a terapia ella y la niña, la han derivado a un punto de encuentro, le pusieron un educador que supervisara las visitas en su casa. “Tengo un procedimiento civil y otro penal en marcha, pero los procesos se alargan muchísimo. Lucho contra Goliat”, asegura ella. En septiembre de 2020, la relatora especial sobre la violencia contra la mujer de la ONU pidió explicaciones a España por este caso y manifestó su “preocupación” por la aplicación del SAP.

“Hay que escuchar a los niños, comprobar lo que dicen y hacer un diagnóstico social correcto porque, una vez que se usa el SAP, el punto de partida es erróneo y todo el análisis posterior, también”, sostiene Emiliana Vicente, presidenta del Consejo General del Trabajo Social, que el año pasado emitió un posicionamiento en contra de este síndrome. La psicóloga forense Milagros del Campo, que trabaja en un juzgado en Burgos, afirma que cada vez es menos común que se aplique el SAP y que “no se toman decisiones a la ligera”. Si se decide un cambio de custodia, sostiene, se debe a que “el progenitor está ejerciendo mal sus funciones parentales, no al SAP”, “no puede haber motivos justificados de rechazo del menor hacia el otro progenitor”.

Lo que nadie niega, aunque este síndrome se desdeñe, es que sí puede haber padres y madres manipuladores. “En divorcios contenciosos es habitual que los niños estén en medio del conflicto de los progenitores, muchas veces sin ser conscientes del perjuicio que causan”, explica Del Campo. “Que se les instrumentalice de manera perversa, con alegaciones falsas, no es común, aunque a veces ocurre, y tanto por parte de los hombres como de las mujeres”, añade.

La clave está en escuchar a los menores, más si cabe cuando hay denuncias por violencia o de abusos sexuales. De lo contrario, el daño a los niños puede multiplicarse.

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