“Ya he perdido más de media docena de revisiones”
La saturación hospitalaria y las medidas para evitar contagios de covid afectan de lleno a los pacientes de otras patologías
“Con el neumólogo, el cardiólogo, el alergólogo, el hepatólogo...”. Daniel de Vicente calcula que desde que empezó la segunda ola, después del verano, ha perdido “más de media docena de revisiones, citas y controles” en el hospital Ramón y Cajal de Madrid por culpa de la covid. Solo ha mantenido la cita quincenal en el hospital para ensayar un fármaco que cure la enfermedad rara que le diagnosticaron hace unos nueve años, cuando tenía 35. “Se llama déficit de la esfingomielinasa ácida, y consiste en que nos falta una enzima, lo que causa que se acumulen metabolitos [restos biológicos] en nuestros órganos, dificultando su funcionamiento. A mí me afecta al corazón, hígado, bazo y pulmones”, explica. De ahí la necesidad de tantos controles con distintos especialistas. De Vicente ha podido seguir con el ensayo al estar en Madrid.
“Los que vivían fuera han tenido que suspender su participación por los problemas de transporte con los confinamientos, con lo que ello supone de volver a acumular metabolitos nocivos. Cuando vuelvan, tendrán que empezar de cero”, dice De Vicente, quien es además presidente de la asociación de afectados de esta dolencia.
En plena tercera ola, no hay un balance general de su impacto en la atención hospitalaria. Hay quienes, como De Vicente, han continuado con la atención fundamental, aunque sin revisiones, y eso que los ensayos clínicos dan valor a los hospitales y estos los cuidan especialmente. Pero el impacto de la tercera ola depende de las patologías, las comunidades e incluso el centro en el que se tratan. Por ejemplo, la organización de afectados por el cáncer de colon Europacolon afirma que mientras en el Vall d’Hebron de Barcelona y el Clínico de Madrid notan más carga de trabajo, en el Hospital General de Valencia “están colapsados”. El hospital Miguel Servet, en Zaragoza, todavía mantiene un 60% de las operaciones no relacionadas con la covid, afirma una portavoz del centro, repartidas entre edificios diferentes. Aragón tiene una ocupación hospitalaria del 18%. La consejera de Salud de La Rioja, Sara Alba, dijo el pasado miércoles que esta tercera ola incrementará de 75 a 125 los días de espera para operarse.
En el caso de Juan Carlos Mesa la segunda y tercera oleadas solo han agravado el efecto de la primera. Este hombre, de 31 años, lleva desde junio de 2019 a la espera de una operación para su enfermedad degenerativa. Teme acabar en una silla de ruedas. “Me siento desprotegido y tengo impotencia porque no me dan explicaciones ni una fecha, y los mareos son cada vez más recurrentes. Mi doctora me explicó que el cuerpo se resiente cada vez más”, cuenta Mesa. Camionero de profesión, su jefe rechazó renovarle el contrato debido a que los mareos podrían provocar un accidente, y en octubre le quitaron la paga que tenía porque, según asegura que le dijeron en la Seguridad Social, “la enfermedad no había empeorado y carecía de fecha de operación”. Su abogado Damián Vázquez, de la asociación Defensor del Paciente, ilustra: “Varios facultativos le han indicado que se debe intervenir urgentemente y no puede realizar sus actividades habituales, con un claro deterioro de su calidad de vida”. Mesa ya ve la luz al final del túnel. Una portavoz del Hospital Regional de Málaga asegura que “está previsto intervenirle próximamente”.
Hasta en Canarias, la comunidad con mejores indicadores (apenas dedica un 6% de sus camas a la covid), se ha notado el impacto del virus en los hospitales, informa Guillermo Vega. Inmaculada Alcázar, de 69 años, de Las Palmas, fue operada el 28 de agosto 2019 de un cáncer de mama en el hospital Doctor Negrín. “Tuve suerte porque no era de los mejores diagnósticos, pero las pruebas fueron rápidas y lo cogieron a tiempo”. Dos meses después de la intervención, tras 15 sesiones de radioterapia, todo iba bien, pero necesitaba más revisiones. “Entonces empezó mi calvario”, relata. Comenzaron a anularle citas. “Estaba todo colapsado, me decían. Ahí empezó mi angustia y mi desesperación”. No logró una consulta hasta julio, cuando la presión de la pandemia remitió después de la primera ola. Pero llegó la siguiente, y pasaron otros seis meses hasta que le hicieron las pruebas de seguimiento. “Gracias a dios todo marcha correctamente”, asegura. “Pero con el rebrote me temo lo peor y que los seis meses que me quedan para la siguiente cita sean otro año…”.
El seguimiento de los enfermos crónicos es uno de los aspectos que más se ha visto perjudicado por la tercera ola. La Plataforma de Organizaciones de Pacientes hizo una encuesta a 400 de sus socios en el último cuatrimestre de 2020 (segunda y tercera ola), que refleja que solo el 53,3% de los enfermos pudo continuar el tratamiento en los centros ambulatorios y hospitalarios. El 27,5% tuvo seguimiento telefónico y el 19% vio interrumpido su tratamiento o aplazadas pruebas diagnósticas.
En esta situación, las citas son papel mojado. A José Vicente Jorge, de 52 años, le llamaron el 4 de enero del hospital Peset de Valencia para operarle de la hernia que le habían detectado en noviembre de 2020, informa Cristina Vázquez. El 8 de enero, como le habían indicado, se hizo la preceptiva PCR. Unas horas después le llamaron para suspender su cirugía ambulatoria. Es transportista y maneja mercancías peligrosas. La hernia le molesta. “Estaba mentalizado de que iban a operarme, había pedido los permisos laborales y al final me quedé a las puertas”, comenta.
Valencia, con una ocupación hospitalaria a primeros de año del 20%, el miércoles estaba en el 42%, con las UCI al 63%. Según suben estos números, más difícil se vuelve que citen a un paciente no prioritario como Jorge. “Cuando es necesario, se prioriza lo urgente y preferente en cuanto a cirugía. Consultas y pruebas se mantienen presenciales y las que es posible se hacen telefónicas [consultas]. Esta es la norma general de actuación”, explica una portavoz del hospital 12 de Octubre de Madrid. Por ejemplo, en el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo (Galicia tiene una ocupación del 15,5%) solo hacen cirugías urgentes y las que se consideran de prioridad 1: cánceres y patologías con riesgo para la vida del paciente.
En 2020, por culpa del coronavirus, hubo aquí 8.500 cirugías menos que el año anterior, informa Cristina Huete. Y la situación empeora por momentos. Este jueves, el jefe de Urología del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, Venancio Chantada, ha alertado de que se están demorando intervenciones consideradas de prioridad 1. Asegura que algunos pacientes oncológicos graves tienen que esperar en su domicilio hasta que haya cama.
Este miércoles la tasa de ocupación de camas bajó por primera vez en España desde el 31 de diciembre, aunque sigue en el 24%. A primeros de año estaba en el 10%. Volver a esa cifra liberaría unas 16.000 camas para pacientes no covid.
Con información de Silvia Nortes.
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