_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sótano, semisótano, bajo y entresuelo

El ascensor social significa entelequia, significa lavado de conciencia para el ático e ilusión para conformar a quienes parten del sótano

Ambiente de clase en  la Universidad Pontificia de Salamanca, en octubre.
Ambiente de clase en la Universidad Pontificia de Salamanca, en octubre.R. G.

Estudia. Estudia una carrera, un máster o dos, varios idiomas: el inglés, porque abre puertas, y otro que te permita distinguirte. Suma líneas al currículum con cursos —muchos— y aficiones. Estudia más de lo que permitieron a tus padres, de lo que soñaron tus abuelos. Conseguirás un trabajo estable y una buena nómina; vivirás donde quieras, como quieras. Si no sirves —en la adolescencia te clasificaron según tu utilidad—, mira en la construcción, en la hostelería, haz un módulo: siempre se necesita mano de obra.

Un mantra en los almuerzos familiares, o si holgazaneabas: estudia. Tú estudiabas mucho, según te habían indicado, y aceptabas unas —dos, tres, etcétera— prácticas por nada o casi nada, y aguardabas tu turno para pulsar el botón de ese ascensor social cuya puerta se abría a la vida adulta. Había quien aguardaba en los pisos más altos, porque su origen le ahorró la espera, y alguien con suerte que se colaba: pero el trayecto se detuvo con la crisis. Culpemos al sistema eléctrico, o a alguien que cerró mal la puerta sin importar quienes esperaban abajo. Comprendimos entonces que la precariedad no se limita a momentos puntuales, sino que te marca según la clase social a la que pertenezcas; y que el ascensor social significa entelequia, significa lavado de conciencia para el ático e ilusión para conformar a quienes parten del sótano —semisótano, bajo y entresuelo: qué hermoso poema inmobiliario— e intentan subir por las escaleras, pero se agotan y se refugian donde pueden.

Las becas revistieron de prestigio el trabajo gratis; perdón por el oxímoron.

La crisis de 2008 —y sus sacudidas en los años siguientes— estalló cuando quienes nacimos en los ochenta nos incorporábamos al mercado laboral, y empezábamos a forjar la vida que tendríamos. Perdimos nuestros trabajos. Nos pagaban menos por más, si nos pagaban. Cobrábamos en un sobrecito, si te niegas alguien lo aceptará en tu lugar, o nos daban de alta durante media jornada para trabajar diez horas. Las becas revistieron de prestigio el trabajo gratis; perdón por el oxímoron. Nuestra generación —odio el término, pero aquí no desafina— vive peor de lo que imaginó: peor que esos padres que insistían, mejor que la generación siguiente. Quienes nacieron en los noventa no conocen otra relación laboral que la de la precariedad: asumir que lo normal es que no te paguen, o que te paguen mal; que cumplas años y añadas sacrificios, pero no días cotizados.

Hemos aprendido a utilizar el lenguaje para camuflar los problemas: haces nesting si te quedas en casa porque no tienes dinero, y sundrying porque no quieres aumentar la factura de la luz. Malvivir está de moda. Nuestra juventud la estiran hasta que nos convertimos en alguien invisible, infantilizan a quienes a nuestra edad —somos adultas, somos adultos: tenemos veintimuchos, treinta, treinta y cinco años en mi caso— deberíamos perder el miedo a un gasto imprevisto que no se puede afrontar, porque se vive al día. Porque eres joven soportarás estas condiciones laborales. Porque eres joven aceptarás compartir piso o vivir en un cuchitril. No te quejes: eres joven. Tu voz no suena alta.

Elena Medel (Córdoba, 35 años) es poeta, ensayista y editora.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_