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La mala nota del aceite de oliva en Nutri-Score cuestiona el etiquetado que se aplicará en España

Los olivareros consideran que el semáforo nutricional supone “un fraude a los consumidores”. Consumo defiende que es el sistema con más apoyo y que está basado en la ciencia

Tres trabajadores varean un olivar en Jaén.
Tres trabajadores varean un olivar en Jaén.Juan Manuel Pedrosa

El Ministerio de Consumo quiere aplicar el año que viene Nutri-Score, un semáforo nutricional creado y ya en vigor en Francia que califica los alimentos de más a menos saludables (de la A a la E y del verde al rojo) y lo plasma en un etiquetado frontal. Pero este sistema ha levantado ampollas en el sector del aceite de oliva, que critica que este producto obtenga la misma puntuación (C) que otros aceites de semillas como el de colza. “Es un fraude a los consumidores”, denuncia José Manuel Bajo, que representa a las denominaciones de origen olivareras de toda España. Algunos nutricionistas critican un modelo de puntuación que tiene fallos tan evidentes y que pone buenas notas a algunos ultraprocesados, mientras que el ministerio defiende que el sistema es el que cuenta con más apoyo por parte de científicos, asociaciones de consumidores y especialistas en nutrición, y que todos los cambios están basados en la ciencia y la salud pública.

El algoritmo de Nutri-Score valora como negativo que un alimento tenga muchas calorías, azúcares, grasas saturadas y sal, mientras que ve positivo el porcentaje de frutas, verduras, fibra, proteínas, y aceites de oliva, colza o nuez, por ser los tres ricos en ácido oleico. El sistema no diferencia, sin embargo, si alguno de los tres tiene más propiedades que los otros, como defienden los olivareros, ni puntúa más por ser virgen o virgen extra (los de más calidad). Según Consumo, “la atribución de puntos para los ácidos grasos en el componente negativo [de Nutri-Score] se calcula teniendo en cuenta la proporción de ácidos grasos saturados frente a grasas totales. Dado que el aceite de oliva virgen tiene el mismo perfil lipídico que los no vírgenes, y que no se valoran otros aspectos relacionados con el procedimiento de obtención del producto, es por lo que reciben la misma puntuación”.

Los países que van a instaurar el etiquetado —como España, Bélgica y Alemania— pueden solicitar cambios en el algoritmo basados en evidencias científicas. España ya impulsó un cambio en 2018, cuando el aceite estaba calificado con una D y la nota se mejoró a una C (aunque el etiquetado solo se aplicaba en Francia). Los productores se reunieron el martes con el ministro, Alberto Garzón, para que presione y vuelva a mejorar esa nota. “Identificar igual en el punto de venta el aceite de oliva y el de semillas, entre ellos el aceite de colza, es un fraude rotundo al consumidor. España no puede admitir un sistema de clasificación nutricional que engaña al consumidor, es un absoluto escándalo”, explica José Manuel Bajo. El sector defiende que el aceite de oliva tiene una calificación de máximo nivel otorgada por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria por su aporte de ácidos insaturados y de antioxidantes a través de los polifenoles con la que no cuentan otras grasas vegetales. Pero estas características no se evalúan en Nutri-Score.

El etiquetado que recoge el modelo Nutri-Score.
El etiquetado que recoge el modelo Nutri-Score.Ministerio de Sanidad

Los productores exigen situar al aceite de oliva en la cúspide de este nuevo etiquetado, que no sustituye al actual y es voluntario. El propio ministro del ramo reconoció en junio en el Senado que Nutri-Score “genera algunas distorsiones, una de ellas, naturalmente, es la referente al aceite de oliva, que es parte de la dieta mediterránea y parte fundamental del consumo saludable. Tenemos que ser capaces de que eso sea el resultado del algoritmo [con el que se califican los alimentos]. Algoritmos anteriores habían provocado quejas del sector con toda la razón, porque las grasas aparecían como si fuera el aceite de oliva un producto de toxicidad para el ser humano”. Sin embargo, el aceite mantiene la misma nota ahora que en junio.

De hecho, en 2018 el Ministerio de Sanidad informó de que el nuevo etiquetado solo se aplicaría a productos con más de un ingrediente, dejando así fuera al aceite. Más adelante se incluyó a estos alimentos en Nutri-Score, pero para ello se cambió la nota del aceite. ¿Cómo se realizan esos cambios? Según Consumo, periódicamente se mantienen reuniones entre los países que han adoptado o adoptarán el etiquetado, “y se piensa constituir un Comité Científico para refrendar en un futuro modificaciones que mejoren el algoritmo según la evidencia científica disponible”. El departamento insiste en que las modificaciones “han de estar basadas en sólidos estudios científicos donde se evalúan criterios nutricionales, y no en decisiones a petición de los intereses de los países”.

Esto, afirman, es lo que ocurrió hace dos años: “Fruto de las negociaciones llevadas a cabo por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) con las autoridades francesas, se procedió a una modificación del algoritmo de Nutri-Score, que ha dado lugar a que el aceite de oliva mejore su puntuación según los datos científicos existentes, por su gran cantidad de ácidos grasos monoinsaturados”. El departamento considera que este etiquetado “refrenda al aceite de oliva como una de las grasas de consumo humano de mayor calidad nutricional y más saludable”, a pesar de que se queda en la mitad de la tabla. Sin embargo, no descartan que en el futuro pueda haber más cambios.

Críticas de los nutricionistas

Algunos nutricionistas critican que los cambios en algoritmo no son claros. “Lo que hace Nutri-Score es calificar negativamente la presencia de azúcares totales, grasas saturadas, azúcares simples, valor calórico y la presencia de sal. Y positivamente la presencia de frutas, vegetales, legumbres, frutos secos y aceite de oliva, fibra y proteína. Con todo hace una nota media [de la A a la E]. Pero no califica el procesamiento de los alimentos, por lo que hay muchos ultraprocesados con calificaciones de A y B”, dice Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y experta en nutrición. “Hay productos insanos, como cereales con mucha azúcar, que se cuelan con buenas notas, o alimentos como el aceite de oliva que todavía tienen una mala nota”, añade.

“Este etiquetado incurre en muchos errores y defectos. Más del 40% de los productos ultraprocesados reciben una nota A o B en Nutri-Score, según un estudio del British Medical Journal. Que un sistema falle más de un tercio de las veces es para replanteárselo”, se lamenta el nutricionista Juan Revenga, que ha estudiado el sistema a fondo. “Los distintos países observan con suspicacia qué nota sacan sus alimentos insignia y presionan para modificarlos. Francia lo hizo con sus quesos y España con el aceite de oliva, pero con ese criterio también salen beneficiados otros aceites vegetales, como el de colza, muy común en Francia, pero no el de girasol alto oleico, y eso no tiene mucho sentido”, continúa. “Francia ha visto la oportunidad con ese registro de relanzar el aceite de colza, del que son grandes productores”, desliza José Manuel Bajo, secretario de la sectorial nacional de aceite de oliva.

“El aceite de oliva virgen extra es un aceite saludable y se confirma como más saludable para la flora bacteriana intestinal que los otros tipos de aceites y grasas con los que se ha comparado, sobre los que no hay ninguna evidencia científica de su efecto saludable en dietas alimentarias”, destaca José Juan Gaforio, catedrático de Inmunología de la Universidad de Jaén y principal responsable de una investigación que demuestra que las dietas altas en grasa de aceite de oliva virgen extra causan un cambio en la flora bacteriana intestinal que se relaciona con la prevención del cáncer colorrectal.

Entonces, ¿qué se puede hacer? Revenga apuesta por instaurar el perfil de la Organización Mundial de la Salud, que establece 17 categorías de alimentos y distingue los que se deberían promocionar para una alimentación saludable y los que no. “Eso evita otro problema de Nutri-Score, que califica como B los refrescos sin azúcar. Pero si eres un refresco no eres un producto sano”, dice. Robles apuesta por el etiquetado frontal chileno, que advierte cuando un alimento tiene un alto contenido en grasas, sales, azúcares y calorías. Consumo responde que todos los sistemas de etiquetado tienen sus pros y sus contras, pero sigue apostando por Nutri-Score, que cuenta, dice, con consenso de varios países, el sector agroalimentario y asociaciones científicas, de consumidores y de nutricionistas. Mientras, la sectorial del aceite de oliva y denominaciones de origen ha sido citada el próximo lunes a una reunión en la AESAN para volver a debatir la cuestión.

"Es mucho lo que nos jugamos con este registro"

España exporta actualmente dos tercios de su producción de aceite de oliva virgen y virgen extra y aproximadamente un tercio de esa cantidad se comercializa en los países de la Unión Europea. Pero ahora, los productores temen que si esta clasificación no se modifica, las pérdidas económicas pueden dispararse. “Es mucho lo que nos jugamos porque ese registro, que va a ser una referencia para los consumidores, puede desincentivar el consumo del aceite de oliva virgen extra”, explica Jesús Sutil, gerente de la Denominación de Origen de Sierra Mágina, en Jaén.

Sutil reclama al Gobierno español toda la presión diplomática necesaria para corregir el Nutri-Score y que se tengan en cuenta los numerosos estudios científicos (entre ellos el Predimed, una investigación sobre nutrición realizada por el Instituto de Salud Carlos III) que sitúan al aceite de oliva como un producto básico de la dieta mediterránea.


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