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¿Restringir o no? Así evolucionan el virus y las medidas en cada autonomía

Analizamos los datos de casos y las limitaciones de aforos o confinamientos

Desde el comienzo de la nueva normalidad las comunidades han ensayado alternativas contra el virus. Hay una gran variedad antes de imponer confinamientos severos. Pero nadie parece haber encontrado una fórmula mágica.

A continuación repasamos la evolución del virus en cada comunidad autónoma y las principales medidas que sus gobiernos han ido imponiendo.

Mucha incidencia (y no siempre restricciones)

En estas comunidades los casos crecen con fuerza desde agosto y su curva no se aplana. En Madrid y La Rioja esta segunda ola ya está estresando con intensidad los hospitales, pero solo en las últimas semanas se han endurecido las restricciones de aforos y movilidad.

Las medidas en Madrid llegan después de que se desbordara la atención primaria. Para Saul Ares, investigador del CSIC, es un ejemplo clave de cómo ha fallado la respuesta temprana en la comunidad: “La medida número uno es que la atención primaria no colapse y funcione bien: tener que esperar 10 días a que te hagan una PCR marca una pauta clarísima sobre la gestión”.

Los confinamientos de 45 zonas básicas en Madrid no fueron los primeros. A finales de agosto Tielmes, de 2.000 habitantes, superaba los 1.200 casos (por 100.000 habitantes en dos semanas). Su alcalde pidió un ‘autoconfinamiento’, cerró la hostelería y recomendó no salir del municipio. Un mes después la incidencia no llega a 400 y las restricciones han acabado.

Navarra es otra de las comunidades donde el virus se expande muy deprisa. Impuso restricciones a la hostelería en julio y se endurecieron en agosto en Tudela, donde se detectó un repunte de casos. Después las medidas no parecen haber sido excepcionales.

En Castilla-La Mancha y Castilla y León se han planteado restricciones duras en varias ciudades, más allá de la aplicación de las medidas nacionales. Es el caso de Salamanca, Valladolid y otros municipios importantes como Aranda de Duero o Alcázar de San Juan. En algunos casos la incidencia se ha reducido y en otros quizás se ha frenado. Al nivel autonómico, la evolución de Castilla y León parece de momento algo mejor.


Medidas y aplanamientos

Los primeros repuntes tras la vuelta a la nueva normalidad fueron en Lleida, Huesca y Zaragoza, ligados a brotes entre trabajadores del campo. Tanto Aragón como Cataluña aplicaron medidas para restringir la movilidad a finales de julio: con una incidencia que rozaba los 800 casos, se confinó Lleida y varios municipios cercanos.

Pronto se aplicaron medidas similares en el área metropolitana de Barcelona. La Generalitat empezó a hacer cribados PCR en barrios concretos, contrató más de 100 rastreadores y recomendó oficialmente a los ciudadanos que no salieran de casa. La incidencia se ha reducido. L´Hospitalet ha pasado de 660 casos en julio a 265 ahora. Entre los grandes municipios, solo Sant Boi de Llobregat tiene una incidencia por encima de 300 en la actualidad.

No obstante, también dentro de Cataluña —y por lo tanto bajo una gestión similar—, la ciudad de Girona y sus alrededores tienen una situación peor. Allí la incidencia supera los 450 casos y sigue creciendo en septiembre.

País Vasco también vio rebrotes pronto. A mediados de julio los casos crecían en Ordizia, Eibar, y Tolosa, con incidencias cercanas a los 300 casos. Las autoridades endurecieron allí unas restricciones que afectaron a 100.000 habitantes. Se redujeron aforos y horarios en la hostelería. Tras las restricciones se observó una bajada de incidencia, después vieron un repunte y ahora, como el resto de la comunidad, los casos parecen estar aplanándose.

Euskadi sigue teniendo una incidencia alta pero los contagios han dejado de acelerarse. En algunos lugares, como Bilbao, descienden. El 20 de agosto entró en vigor el estado de emergencia sanitaria, que incluía la creación de un mando único regional sanitario, nuevas medidas y recomendaciones. La mejoría se aprecia en los hospitales: “Parece que hay una asociación temporal entre las medidas de prevención de la declaración de Emergencia Sanitaria y el control del brote de enfermedad”, nos explica Gonzalo Tamayo, médico especialista en anestesiología y reanimación del hospital Cruces de Bilbao. Pero insiste en que tomar medidas aisladas no es suficiente: “En una situación de pandemia tan compleja, la responsabilidad la comparten la Administración, los profesionales sanitarios, los ciudadanos y los medios de comunicación, por la importante labor de sensibilización y difusión”.

En Baleares la curva subió hasta el final de verano. El Gobierno autonómico se adelantó al acuerdo interautonómico limitando aforos y reuniones a comienzos de agosto. En septiembre ha mandado confinamientos selectivos en barrios de Palma con alta incidencia. Se ha observado un descenso de contagios, aunque coincide también el final de la temporada turística.

Incidencia baja y restricciones quirúrgicas

Las últimas cinco comunidades destacan por su baja incidencia. Asturias, Canarias y Andalucía, Galicia y Comunitat Valenciana, que sufrieron menos la primera ola, tampoco alcanzan ahora los 200 casos de incidencia. Pero su verano tampoco ha sido del todo tranquilo.

Galicia confinó la comarca de A Mariña en julio e impuso después restricciones de aforo y al ocio nocturno en Orense, Lugo, Santiago y A Coruña. En Valencia se confinó Benigànim, donde la incidencia había subido por encima de los 1.000 casos. La situación ha mejorado y esta semana se levantaba las restricciones.

En Asturias han usado un semáforo para calificar la situación de cada comarca. En agosto se tiñeron de naranja varias zonas turísticas —como Llanes, Cangas de Onís y Ribadesella—, pero todavía ninguna zona ha alcanzado el rojo, que implicaría su confinamiento. En Andalucía la incidencia ha subido en septiembre y se han tomado algunas medidas, pero tampoco se han impuesto restricciones severas al movimiento de las personas.

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