Un millón de muertes (que son más de un millón)
Así han crecido, y siguen aumentando, las víctimas de la pandemia de covid-19
“Es un nuevo patógeno altamente contagioso, que puede expandirse deprisa y debe considerarse capaz de causar un enorme impacto social, económico y sanitario en cualquier lugar. No es SARS y no es gripe”. Esto decía la Organización Mundial de la Salud en el informe de su misión en China del 24 de febrero. Por entonces el país asiático contaba 2.595 muertos y estaba controlando la situación en Wuhan. En el resto del mundo apenas había 19 fallecidos y se ignoraba que siete meses después superarían el millón.
El gráfico muestra el número de muertes diarias que se han ido confirmando oficialmente desde el inicio de la epidemia, por países y continentes. Hubo una primera fase expansiva (que llevó el virus a todas partes), una desaceleración antes del verano (por los confinamientos estrictos) y después un flujo desigual de muertes entre países, pero constante a nivel global. Así se ha alcanzado el primer millón de muertes.
Especial: Un millón de muertos
¿Solo un millón?
Los datos anteriores son los oficiales. Pero son necesariamente incompletos. La cifra total de muertes será superior y llevará años determinarla.
En algunos países tenemos una estimación mejor gracias a los registros civiles. En España, por ejemplo, las muertes oficiales por covid-19 rondan las 31.000, pero desde marzo los registros han observado unas 56.000 muertes más de lo habitual en años anteriores. En ese exceso se cuentan todos los fallecimientos, por cualquier causa. No serán todos enfermos de covid-19, porque el colapso sanitario de primavera o el miedo a ir al hospital pueden haber elevado las muertes por otras patologías. Pero no es controvertido atribuir todo el exceso a la crisis.
El gráfico siguiente compara el exceso de muertes en una docena de países con sus cifras oficiales de muertes por covid:
En España el exceso de muertes casi duplica la cifra oficial. Pero no es el único país donde ocurre. La subestimación es peor en países de América Latina como Perú, donde las muertes oficiales son apenas un 37% de las observadas en los registros, o en Ecuador y Bolivia, donde no llegan a una quinta parte (20%), según cifras recogidas por el diario New York Times.
En Europa es llamativo el caso de Portugal: tiene un exceso de más de 6.000 muertes, pero las muertes oficiales no suman ni una tercera parte. España (53%) aparece junto a Sudáfrica (47%) o los Países Bajos (59%), por detrás de los conteos más ajustados de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Italia, cuyas cifras oficiales rondan el 70% del exceso de muertes observado. Por último, hay países como Bélgica, Francia, Brasil o Suecia, donde la cifra oficial es cercana o incluso superior al exceso observado.
Las muertes oficiales en los 15 países anteriores suman 488.000, mientras que el exceso registrado se eleva hasta las 749.000. La diferencia son 261.000 muertes, o un 30% más.
¿Por qué estas diferencias? Hay países como España, Reino Unido o Italia que solo contabilizan como fallecimientos por covid-19 a pacientes que hayan dado positivo en pruebas PCR o similares. Eso provocó una subestimación en las cifras oficiales, especialmente en la primera ola: entonces miles de personas fallecieron sin ser testadas, a menudo lejos incluso de un hospital. Esas muertes, sin embargo, sí contribuirán a los excesos observados en los registros civiles. Este problema es menor en países que fueron golpeados más tarde o que tuvieron una buena capacidad de hacer test desde el principio de la epidemia. Además, en otros países la cifra oficial suma también muertes “sospechosas” de covid, cuando hay síntomas claros o un diagnóstico compatible. Es el caso de Bélgica o Alemania, donde muertes oficiales y excesos se acercan.
En el caso de España, ha existido un debate algo hiperbólico que tiene una respuesta sencilla: el Gobierno no esconde los muertos, pero tampoco los ha comunicado siempre con claridad. No los oculta, porque si sabemos que hay un exceso de 56.000 muertes en los registros civiles es precisamente porque esa información la publican el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Centro Nacional de Epidemiología (CNE), dependiente del Ministerio de Sanidad. Pero a la vez es evidente que las cifras no han sido siempre claras. Antes de verano, por ejemplo, se publicó un total de muertes erróneo durante 15 días —que las subestimaba— y luego la cifra oficial estuvo congelada varias semanas. También se podrían haber añadido más cifras de fallecidos a los informes diarios de Sanidad para evitar suspicacias. Es cierto que las muertes confirmadas son una métrica estándar que usan más países, pero nada impide reportar también cifras de muertes sospechosas o el exceso de mortalidad que se va registrando.
Estos problemas con las cifras se han producido en muchos países. Sobre todo al principio. En agosto, por ejemplo, el Reino Unido cambió el criterio con el que atribuye las muertes al coronavirus: dejaron de contar las personas infectadas que fallecían después de 28 días, lo que eliminó de golpe 5.000 fallecimientos de la estadística oficial. En Ecuador, Chile y Perú se sumaron cientos o miles de muertos de golpe.
Una última fuente de dudas son las cifras de los países con menos recursos. Es difícil juzgar la precisión de los datos oficiales en países como Ecuador, la India o en partes del continente africano. Hay lugares con estadísticas precisas y otros donde serán más deficientes. En la mayoría de Estados tampoco existe todavía información de registros civiles o enterramientos. Pero eso es algo que cambiará probablemente. Los excesos de mortalidad registrada se irán conociendo en muchos países y con el paso de los meses se podrá medir con más precisión el coste en vidas de la pandemia.
Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía
- Descárguese la aplicación de rastreo para España