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La cachimba y el jubilado: historia de un contagio de verano

Relato de una infección por coronavirus que aúna los elementos que, según los expertos, han provocado el repunte en España: ocio nocturno, un falso negativo y falta de seguimiento de la cuarentena

Manuel (nombre ficticio), que se contagió por coronavirus en Zaragoza a mediados de julio.
Manuel (nombre ficticio), que se contagió por coronavirus en Zaragoza a mediados de julio.Carlos Gil-Roig
Patricia Peiró

Esta es la reconstrucción de un contagio de verano. Uno cualquiera en el que se dan casi todos los factores detrás de la segunda ola. Ocio nocturno, un espacio cerrado de trabajo, retraso en la PCR y falta de control en la cuarentena. Le sucedió a Manuel (nombre ficticio), que pasó las primeras semanas de su jubilación confinado leyendo El Quijote en Zaragoza, cuando Aragón era la comunidad en el ojo del huracán de los rebrotes. Y todo comenzó, según apuntan todos los indicios, con una cachimba.

“En mi última semana de trabajo yo tuve que enseñar las tareas de ese puesto a un chico joven que habían contratado hace poco. Estábamos los dos en la misma mesa con el mismo teléfono y compartimos el teclado, papeles...”, relata Manuel, de 63 años, que trabajaba en la distribución de productos de limpieza. Cuando estaban a cierta distancia, se quitaban la mascarilla. La infección se pudo dar por las superficies compartidas o por el aire, algo que la OMS admitió como posibilidad hace solo unas semanas.

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El miércoles su compañero comenzó a sentirse mal. En pleno verano, tenía escalofríos y fiebre. El jueves no fue a trabajar y el viernes comunicó que había dado positivo por covid. “El fin de semana anterior había estado de vacaciones en Peñíscola y había compartido cachimba con unos amigos”, comenta Manuel. En esos días, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, anunciaba que el ocio nocturno se había convertido en la principal preocupación. Un discurso que ha mantenido hasta ahora. “El riesgo se da porque mucha gente se une en lugares a menudo con mala ventilación, donde es necesario gritar para hablar y el uso de la mascarilla es muy bajo. Si a eso le unimos el consumo de alcohol… Y ya una cachimba en la que se comparte boquilla, ni te cuento”, apunta el epidemiólogo Pedro Gullón.

La edad media de los positivos ha bajado de los 62 a los 35 años. Los datos son volátiles y es muy difícil saber cuántas infecciones se han producido a lo largo de estos meses por las salidas nocturnas. Según las últimas cifras facilitadas por Sanidad, existen activos 58 brotes asociados a locales de ocio, con 2.700 casos relacionados. En una de sus últimas menciones al respecto, Simón aseguró que los contagios generados en el ámbito social (reuniones familiares y ocio) representan el 40% del total.

Cinco días para recibir el resultado de la PCR

El día del positivo de su compañero, Manuel y otro trabajador informaron a sus centros de salud y se sometieron a una PCR. El resultado llegó tres días más tarde. “En ese momento salió negativa, pero yo advertí de que ya había comenzado a tener síntomas”, relata Manuel. “Creo que uno de los fallos ha sido hacer los test de los contactos demasiado pronto, porque ha dado lugar a muchos negativos que después han sido positivos. Y aquí tal vez se han producido problemas de comunicación, porque mucha gente no ha entendido que aunque en ese momento no se confirme el contagio, debes guardar la cuarentena de todos modos”, apunta Gullón. Manuel la guardó, algo que no siempre sucede. Tardaron 10 días en repetirle la prueba que confirmó que padecía covid. En ese tiempo, el sistema empezó a dar los primeros síntomas de saturación. El resultado tardó cinco días en llegar y confirmó que se había contagiado. Aunque mantuvo todas las precauciones, en ese tiempo contagió a su mujer. Un ejemplo de la dificultad de mantener un aislamiento efectivo.

Aquello sucedió la tercera semana de julio. Aragón se convirtió en la comunidad más afectada por los rebrotes con 333 positivos. Una semana antes había detectado solo 83. El Gobierno autonómico ya había decretado la vuelta a la fase dos de varios territorios, incluyendo la capital. “En un primero momento, se hacían pruebas y daban resultados en un periodo de 48 horas, pero en cuanto ha aumentado la demanda se han saturado muchos servicios, especialmente en Cataluña, Aragón y Madrid”, detalla Gullón. España ha realizado cerca de 5,9 millones de PCR, 482.000 de ellas en la última semana. Prácticamente todas las comunidades han aumentado semanalmente su número de test. La contratación de personal para llevar a cabo las pruebas no siempre ha ido en consonancia con estos incrementos. El 22 de julio Aragón reconoció que no tenía capacidad para contratar a más personal médico.

Durante el mes que Manuel se mantuvo confinado, solo recibió dos llamadas: para confirmar el contagio y para recibir el alta cuando habían pasado 14 días desde el positivo. Nadie comprobó que estaba cumpliendo la cuarentena, algo que semanas después se ha demostrado como algo fundamental para detener la transmisión. Varias comunidades han puesto ahora el foco en hacer que los infectados cumplan y mantengan el aislamiento. Algo que Aragón trata de conseguir con visitas presenciales, la Comunidad Valenciana y Cataluña con declaraciones de responsabilidad firmadas, y Madrid, por la vía judicial.

Algo que se hizo bien fue el rastreo de los contactos de Manuel, que resultó muy sencillo porque fue un posible caso muy responsable. Se quedó en casa ante la mínima sospecha. A finales de julio, España contaba con menos de la mitad de los rastreadores considerados necesarios, algo que saturó la atención primaria todavía más. Madrid, por ejemplo, recurrió a un contrato de urgencia para incorporar a 22 rastreadores ya en agosto y aligerar así la jornada de los médicos de familia. El Gobierno acaba de poner ahora al servicio de las comunidades 2.000 militares para realizar esta labor.

Tanto Manuel como su mujer superaron el coronavirus sin síntomas o con afecciones leves. Un final feliz para una historia que ilustra qué ha traído a España la única ola que nadie deseaba en verano.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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