“La pandemia la trajeron, pero el problema lo estamos llevando más de bulto los de estrato bajo”

Retratos de la pandemia en América

“A algunas internas las dejaron confinadas en las casas, casi como secuestradas”

Ana Salamanca, líder de un sindicato de trabajadoras domésticas de Bogotá (Colombia), cuenta cómo la crisis generada por el coronavirus está golpeando a mujeres como ella que han perdido su trabajo y no tienen asistencia del gobierno.

Esta es la crisis más dura que he visto. Nunca en mi vida pensé que íbamos a pasar todo esto. Las cuidadoras están descuidadas. Es el gremio más afectado y las mujeres somos las más perjudicadas porque no se visibiliza la importancia del trabajo doméstico. Mi nombre es Ana Salamanca, tengo 55 años y soy la líder del Sindicato de Trabajadoras del Hogar e Independientes (Sintrahin). Tenemos 85 afiliadas. La mayoría somos trabajadoras domésticas por días con diferentes empleadores. Nuestras afiliadas tienen desde 20 años hasta 65.

Empezamos a escuchar del coronavirus en diciembre, pero no pensamos que se nos fuera a presentar la situación que tenemos ahorita. Gracias a Dios ninguna se ha enfermado porque eso es terrible, pero tenemos mucho miedo de adquirirlo. Lo más fuerte fue cuando el gobierno nacional y la alcaldesa de Bogotá dijeron que ya no podemos salir de casa y de la noche a la mañana se vino el caos y nos planteamos cómo podemos ayudar a las compañeras.

Yo tenía tres días de trabajo y ya no me llamaron y eso es entendible porque se volvió una cadena. A muchas personas las mandaron a casa y no tienen con qué pagar. Nosotras hacíamos labores del aseo y limpieza a personas profesionales, pero no es que que devenguen mucho. Y nos dijeron: ‘Ya no las necesitamos más’.

En el sindicato tenemos también a cinco mujeres que viven internas con sus empleadores en las casas, pero a algunas las comenzaron a sacar de las casas y nosotras pusimos demandas con el Ministerio de Trabajo porque la ley que hay acá en Colombia dice que no se puede sacar a ninguna empleada doméstica. A una interna, la señora le dijo que no la quería más y ella me decía: ‘¿Qué hago? Es muy duro’. A otra, la señora le dijo que no la podía tener más en la casa por la epidemia y que le daba miedo que se contagiara. Hicieron un convenio y le pagó una plata por el tiempo que había estado. Pero ya lleva semanas sin trabajar, se le acabó la plata y necesita volver. Ellas son de la costa atlántica y me dio mucha tristeza porque de aquí, de Bogotá, a donde ellas viven son casi 12 ó 14 horas de bus.

Al reunirnos con la (organización) intersindical hemos sabido que a algunas internas las dejaron confinadas en las casas, casi como secuestradas. No las dejan salir a ningún lado porque si ellas quieren salir, les dicen que no vuelvan más porque el empleador también está temeroso de que ellas de pronto traigan el virus. Y las que están laborando porque en otras ciudades de Colombia empezaron a trabajar antes, como en Bucaramanga, una compañera decía que ya les dejan ingresar pero que no las dejan entrar por la puerta principal sino por las puertas secundarias, por los parqueaderos, y al llegar a los sitios de trabajo las empleadoras les dicen que tienen que bañarse antes de empezar las labores. Se bañan, cambian de ropa y se ponen como un camuflado, guantes, el tapabocas y una careta. Otra compañera contaba que a ella el empleador le hacía bañarse en la piscina antes de entrar a la casa y la ropa se la dejan en una bolsa con sus cosas y ya por la tarde se la puede colocar otra vez.

La pandemia la trajeron, nosotros no la fuimos a buscar, pero el problema lo estamos llevando más de bulto las personas de estrato bajo. Empezó en el estrato alto, pero en el estrato bajo hay dos zonas en Bogotá que están duras, se están contagiando mucho. Son las personas que tienen que salir a trabajar, las personas de estrato 1 y 2 de zonas periféricas como Soacha. Y ahora hay un brote de covid-19 grandísimo y no se han podido reactivar algunas partes del comercio. Está todo cerrado porque acá la pandemia está tenaz. Hay un barrio cerrado donde está el brote, el Kennedy, de donde no dejan entrar y salir a gente. Ahí hay desplazados, carreteros… Gente de estratos bien bajos.

Desde principios de junio, por decisión del Estado, las trabajadoras domésticas de Bogotá podemos empezar a laborar pero de algunas casas no nos han llamado. A mí, por ejemplo, no me han llamado. Algunas mujeres obtuvieron los subsidios que dio el Estado por (ser) personal desplazado o por Familias en Acción (un programa para familias que viven en pobreza extrema y con niños), donde algunas trabajadoras domésticas están agrupadas y a otras les tocó ayudarse unas con otras con mercado, pero hay muchas que están debiendo los arriendos y sin plata. Está tenaz.

Ana Salamanca, líder de un sindicato de trabajadoras domésticas, posa en su casa en Bogotá.
Ana Salamanca, líder de un sindicato de trabajadoras domésticas, posa en su casa en Bogotá.Camilo Rozo

Hoy en día no es como antes que la trabajadora doméstica era la señora inculta que no estudiaba. Cuando nosotras ingresamos a la profesión, había que quitar ese estigma que la trabajadora doméstica era la que viene del campo. Yo soy de Bogotá. Yo tuve una infancia bien, tuve de todo, me casé, me fui a vivir con mi compañero y, después de 12 años juntos, lo mataron y yo me tuve que poner en esa labor porque no tenía mucho estudio. Nosotros también somos víctimas de la violencia. Él trabajaba en el DAS (el Departamento Administrativo de Seguridad) en la policía, y lo mató una bomba en Medellín en 1999. Una llora, pero tenía que salir adelante porque mi hijo mayor tenía 10 años y el menor tenía 8. Fue un golpe duro pero también hay que levantarse y seguir. Por eso yo quiero mucho esta labor porque ya me ayudó a sacar a mis hijos adelante.

Ahora, con la pandemia, las trabajadoras domésticas sí que estamos más encrucijadas porque mientras no existan leyes que verdaderamente nos amparen siempre se vulnerarán nuestros derechos. Toca empezar a salir a las calles, toca ir al Congreso, donde se hacen las leyes, para hacernos más visibles y que en situaciones así nos podamos acoger a subsidios como otros trabajadores. También estamos peleando por la renta básica para que nos lleguen un mínimo vital a toda la gente porque así se vulnerarían menos nuestros derechos. Tenemos que hacernos más visibles porque somos demasiado invisibilizadas. Acá la pelea va a ser dura.

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