“Vamos a saquearlo todo”: así operan los grupos que incitan a la rapiña por el coronavirus en México
La Policía pone en la mira una serie de convocatorias por redes sociales para asaltar comercios y supermercados en la periferia de Ciudad de México y otros puntos del país
El nombre del grupo de WhatsApp no deja nada a la imaginación: “Saqueos Covid-19”. Otros se llaman “Saqueos coronavirus” o “Saqueos 2020”. Unos más prefieren ponerse creativos y simplemente teclean un emoticono sonriente con unas gafas de sol como título de la conversación. Esos son tan solo algunos ejemplos de varias decenas de grupos de WhatsApp y de Facebook que la Policía mexicana ha identificado desde la semana pasada para incitar a saqueos y atracos contra establecimientos en varias zonas del país en medio de la pandemia del coronavirus. “Hay que reventar al puto Gobierno, vamos a saquearlo todo”, dice uno de sus integrantes en una nota de voz. Entre el alarde y las amenazas de rapiña, apenas un puñado se materializan. Pero las autoridades del central Estado de México, uno de los epicentros de las convocatorias, han aumentado la vigilancia en más de 500 tiendas y 700 barrios del área conurbada de la capital mexicana y han detenido a 23 sospechosos hasta el pasado jueves.
“La mayoría son jóvenes que no pasan de los 30 años, pero lo nuevo que estamos viendo es que participan más menores de edad”, alerta Maribel Cervantes, secretaria de Seguridad Pública del Estado de México. Esta semana, por ejemplo, tres adolescentes fueron detenidos por participar en el saqueo de una tienda en Ecatepec, uno de los focos rojos de los robos. Los menores de 18 años se enfrentan a penas reducidas y por eso se involucran cada vez más, explica Cervantes.
Todo inicia con un grupo público de Facebook. “Saqueo Covid-19” se creó en la madrugada del miércoles pasado y a las pocas horas ya acumulaba más de 300 miembros. “¿Quién para Chalco?”, “¿Cuántos se apuntan para Iztapalapa?”, “Ya me hace falta un SmartTV”, publican los miembros, la mayoría con perfiles falsos. “Pinches ratas, bola de jodidos, pónganse a trabajar mejor”, comenta un cibernauta. Casi todos los reclamos contra la delincuencia, aunque legítimos, parten de una premisa clasista: los criminales son flojos y pobres.
Doce horas después, uno de los miembros publica un enlace para unirse a un grupo de WhatsApp. “Pongan un punto medio para reunirnos todos y caerle [llegar] a la tienda y hacer el desmadre de una vez”, dice un número sin nombre ni foto, “dependiendo la gente que sea, nos metemos”. El primer punto es reclutar y definir dónde y cuándo será el golpe. “Ahí está la herramienta ya puesta para romper los candados, cadenas y cortinas, vamos con turbo el vocho [con todo], nomás digan la perra hora y vámonos sobres [ahora], pero solo gente de huevos”, dice uno de los más participativos, después de mandar una foto con una llave inglesa y una barra de acero.
“No hay ninguna motivación ideológica ni política, lo que hacen es ir a robar aparatos electrónicos, pantallas y celulares, en otros casos se han llevado cerveza, cigarros o vino”, detalla la jefa de la Policía estatal, que afirma que la contingencia del coronavirus es solo un pretexto. “No están yendo por cosas que necesiten. Es robo”, agrega. En los últimos dos años ha habido varias olas de saqueos en el Estado de México: por el alza de las gasolinas en enero de 2018 o por las elecciones de ese mismo año. Más de 40 perfiles han sido identificados por su conexión en estos saqueos y los de los últimos años. También se han repetido los establecimientos atracados. Esta semana también hubo rapiña en los Estados de Oaxaca (sur) y Puebla (oriente), así como en los límites entre Ciudad de México y el Estado de México.
El plan no es muy elaborado, pero hay factores que influyen en la organización: ¿Hay policías cerca? ¿Rutas de escape? ¿Los productos más valiosos están expuestos? ¿A qué hora se hace el corte de caja? Uno de los sitios candidatos es un supermercado de Ciudad Nezahualcóyotl, en el oriente del Valle de México. “Ahí todo está en corto [a mano] y está chido [bueno] para salirle a todas partes: el Periférico, el DF, el Estado [de México], o sea hay para dónde correr”, dice otro. Al final deciden que el primer atraco será a las cuatro de la tarde del miércoles en una tienda de electrodomésticos en Gustavo A. Madero, en el norte de Ciudad de México. Quedan para encontrarse en un quiosco que está a unas calles. Los primeros en llegar mandan su ubicación de Google Maps.
Pero mientras se empiezan a reunir, algo no pinta bien. Un par de patrullas empiezan a circular por la zona. Uno manda un vídeo como prueba. “Ya valió verga, banda. Alguien le avisó a la tira [la Policía]”, lamenta otro. Para entonces, los miembros ya se habían dado cuenta de que habían expuesto los números de los administradores en otros grupos de Facebook de denuncia ciudadana. “Está lleno de borregas [chivatos], hay que armar otro grupo de WhatsApp, pero solo de los que sí fuimos”, sugiere uno de los participantes. Varios se salen de golpe y de los casi 100 miembros, solo quedan 30 al cabo de unas horas. El grupo de Facebook desaparece sin dejar rastro. Lo han tirado o lo han borrado.
En la madrugada del jueves hay otra convocatoria en el grupo de WhatsApp para saquear una tienda en Pantitlán, otra vez en la zona de Ciudad Nezahualcóyotl. “¿Por dónde vienen? ¿Ya no se van a arrimar para armar la fiesta en grande?”, dice uno de los organizadores. El punto se está “calentando” y dicen que ya hay varias patrullas. Por la mañana, le preguntan en el chat: “¿Coronaste?”. Él solo manda una foto de un teléfono móvil aún con el código de barras. La Policía del Estado de México, sin embargo, asegura que no tiene registro de ningún robo en esa tienda.
“Hay quien se monta en estas emergencias para mantener su ingreso a través de la delincuencia, otros alientan la rapiña y se mezclan todo tipo de intereses perversos”, señala Clara Jusidman, presidenta del centro Tepoztlán Víctor Urquidi y especialista en prevención de la violencia. Para Jusidman, el coronavirus no solo ha evidenciado las brechas económicas y sociales, también muestra los estragos del desmantelamiento de las estructuras del Estado y la factura en poblaciones históricamente desprotegidas. “Muchas familias se van a quedar sin ingresos y el riesgo de violencia va a ser grande por hambre o dificultad para pagar”, asegura.
La estrategia gubernamental es disuadir los robos con operativos conjuntos de las Policías estatales, la Guardia Nacional y elementos de la Marina y el Ejército. Cervantes descarta que el número de saqueos aumente cuando se adopten medidas más estrictas por la pandemia y que afecten la economía de decenas de millones de mexicanos, aunque señala que sí se espera un aumento en los robos a negocios, viviendas y la violencia intrafamiliar. Mientras avanza el virus, el país aún busca el equilibrio entre dos frentes: la contención de la pandemia y las implicaciones del colapso económico en un país azotado por la violencia y más de 50 millones de pobres. Y la evidencia de ese pulso está en las redes sociales.
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