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La magnitud de la epidemia sigue oculta

Las pruebas para diagnosticar el coronavirus son caras y complejas. Los expertos aseguran que con más exámenes clínicos el número de positivos en España, 374, crecería sustancialmente

En foto, una persona pasea con una mascarilla por Madrid. En vídeo, se superan los 100.000 casos de coronavirus en el planeta.Vídeo: PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP) / ATLAS 
Pablo Linde

“Animamos a los países que quieran saber cuánta población está enferma con Covid-19 a que empiecen a hacer pruebas a gente con síntomas”. Este llamamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegaba el jueves, el mismo día que en España se estaban destapando dos grandes focos de coronavirus: en un hogar de ancianos y en una residencia de mayores de Madrid donde había muerto una mujer de 99 años con el virus que no había sido previamente diagnosticada.

Esta y otras dos necropsias que detectaron el SARS-CoV-2 en personas que no se habían sometido a pruebas PCR dejan claro que el virus está más extendido de lo que sabemos y que, si se aumentaran sustancialmente los exámenes, se destaparían casos que han pasado inadvertidos. Pero: ¿hasta qué punto se están haciendo las suficientes pruebas? ¿Por qué no se hacen más? Es una cuestión de recursos. “Si pudiéramos hacérselas a todas las personas con síntomas, se las haríamos y sabríamos exactamente la incidencia de la enfermedad, pero no tenemos ni los recursos, ni el personal, ni los reactivos suficientes”, dice un responsable de los PCR que detectan los virus en un hospital que prefiere no identificarse. En España hasta la fecha se han hecho 13.000, según el Ministerio de Sanidad. De ellas, 374 han dado positivo, según su último informe. Ocho personas han fallecido.

“Lo que está claro es que si se hicieran más pruebas saldrían muchos más casos de los que se conocen”, asegura Juan Ayllón, virólogo y director del área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Burgos. Según explica, las pruebas para detectar el virus requieren tiempo y personal especializado para realizarlas. “En breve tendremos test rápidos y sencillos, más baratos, que se podrán hacer a mucha más población, y veremos aflorar muchos casos”, añade.

Los criterios oficiales para hacer las pruebas han ido evolucionando al mismo tiempo que lo hacía la epidemia. Ampliar los casos primero a las personas con neumonías graves de origen desconocido en los hospitales hizo descubrir nuevas infecciones. La sensibilidad diagnóstica se volvió a ampliar para identificar el origen de cualquier neumonía. Con los nuevos criterios se descubrió que varios ancianos habían padecido el virus de forma incontrolada. Esto ha provocado al menos un foco con una decena de afectados en una residencia de ancianos (los más vulnerables al virus) de Madrid y contagios a personal sanitario que probablemente se habrían evitado de detectarse antes.

El protocolo seguirá evolucionando. En principio, los tests solo se aplicaban a personas con síntomas que hubieran estado en zonas de riesgo (el norte de Italia, Japón, China, Singapur, Irán y Corea del Sur) o que hubieran tenido contacto directo con alguien que hubiera dado positivo. Sin transmisión comunitaria descontrolada, en la fase de contención, la idea era no gastar recursos en miles de gripes o catarros que habrían restado esfuerzos a lo realmente importante: trazar cada infección, encontrar todos sus contactos y controlar si estos presentaban síntomas para hacerles las pruebas y aislarlos en caso necesario. Está descartado hacer pruebas a personas asintomáticas, incluso aunque estas hayan tenido contacto muy directo con infectados. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, aclaraba este viernes que esto puede llegar a ser contraproducente: “Tomar muestras a personas asintomáticas no tiene mucho sentido porque un negativo de hoy no quiere decir que mañana no puedas desarrollar síntomas. Las medidas que propone Salud Pública son las adecuadas. Lo que no hay que hacer es tomar muestras a todos los contactos porque no aporta información y sí una falsa sensación de seguridad: ‘Como yo fui negativo ya no me tengo que preocupar, puedo ir a todas partes, no tengo que tomarme la temperatura’. Eso no es así, un contacto estrecho tiene que vigilarse los 14 días siguientes”.

Lo que tampoco se venía haciendo hasta ahora son pruebas a personas con síntomas (tos, fiebre y dificultad al respirar son las principales), ni siquiera en las zonas más afectadas de España (como Madrid) si no existía contacto con una persona infectada o se hubiera regresado recientemente de zona de riesgo. Este viernes un portavoz de la Comunidad de Madrid explicaba que esto se ha flexibilizado y que cuando reciben llamadas en el 112 el médico valora si hacer las pruebas o no.

Si con más sensibilidad diagnóstica aparecen muchas más infecciones, probablemente los recursos para hacer los seguimientos de todos los contactos serían ingentes y la fase de contención se superaría para pasar a la de mitigación. Es decir, los esfuerzos se centrarían en el tratamiento, no tanto en parar el brote. Francia, que actualmente está en fase 2 (el equivalente a la fase de contención en España), con casi 600 casos valoraba el viernes subir el nivel. España, con un 92% de los casos importados o relacionados con ellos, no se sitúa de momento en ese escenario, según dijo Simón.

Estas directrices se toman siempre función de los casos conocidos. Con muchas más pruebas, explica Ayllón, se comprobaría que hay un gran número de infecciones muy leves, personas que han pasado la enfermedad sin apenas síntomas. Es lo que ha sucedido en Corea: el segundo gran foco mundial tras China ha hecho más de 100.000 pruebas, lo que les ha permitido detectar más de 6.500 casos, pero también mostrar una tasa de letalidad mucho más baja que en el resto del mundo: un 0,6% frente a un 3% en China.

En Italia, el país de Europa más afectado (más de 4.600 casos), las pruebas se hacen a todas las personas con síntomas que hayan estado en las denominadas zonas rojas, las más críticas dentro de las cuatro regiones afectadas. Si han estado fuera de zona roja, los médicos hacen una valoración “caso por caso”. En Alemania (534 casos) las pruebas se realizan a personas que presenten síntomas y según el historial médico de la afectada. La Sanidad alemana exige además que los posibles afectados hayan estado en contacto con personas procedentes de zonas de riesgo o infectadas en los 14 días anteriores. Aún así, la práctica varía dependiendo de las zonas y los hospitales, donde pueden llegar a hacer las pruebas solo por tener fiebre. En Francia (613 positivos), el que decide quién se somete a un test de coronavirus es el médico. El Reino Unido (163 casos) sigue el mismo criterio que en España.

Con información de Lorena Pacho, Rafa de Miguel, Ana Carbajosa y Silvia Ayuso.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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