Quezada, el día que desenterró el cuerpo de Gabriel: “Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel”
Los investigadores contradicen a la autora confesa del crimen de Gabriel sobre su intención de suicidarse y de ser descubierta
"Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel". De esta forma, se animaba a sí misma Ana Julia Quezada el día en que desenterró el cuerpo de Gabriel Cruz, de ocho años, de la finca de Rodalquilar (Níjar, Almería) donde lo mató días antes. La frase quedó recogida en las grabaciones practicadas por los investigadores en el coche de la acusada, según ha relatado este miércoles el teniente de la Guardia Civil instructor del caso en la tercera jornada del juicio a la autora confesa de la muerte del hijo de su entonces novio.
El instructor, uno de los siete testigos convocados en la sesión, relató que ese mismo día, el 11 de marzo de 2018, cuando Quezada fue detenida, hallaron medicación en su bolso. “Relajantes musculares, diazepam. Dos blísteres, no más de 12 pastillas”. Un detalle relevante tras escuchar ayer a la presunta asesina decir que, aquejada por su conciencia, quería suicidarse. La cantidad sería insuficiente para sus pretensiones, según fuentes médicas. Con la presentacion que se receta comúnmente este medicamentento, de 5 o 10 miligramos, 12 pastillas (es decir, 60 o 120 miligramos) no son letales. "Las benzodiacepinas son muy seguras", añaden. En la casa que compartía la acusada con el padre del niño, Ángel Cruz, y donde pensaba quitarse la vida, los agentes no hallaron más que cocaína.
El teniente compartió con el jurado popular su convicción de que las reiteradas visitas de la acusada a la finca de Rodalquilar eran para asegurarse de que los restos de Gabriel no fuesen descubiertos. “Mientras estuvo el niño quería verificar que ningún jabalí o alimaña hubiera ido al olor de la carne putrefacta. Por eso sus visitas eran tan cortas, veía que todo estaba bien y se iba”, dijo.
—Y además llovió mucho esos días, le recordó la fiscal.
—Sí, llovió todo lo que no ha llovido nunca en Almería.
Muchísimas gracias a todas las muestras de afecto y cariño recibidas. Los derechos humanos son intocables, así como los niños. #porlasonrisadeGabriel Gracias infinitas a los que alzáis la voz junto a la nuestra en la lucha de un trato más sensible y con el respeto que se merece. pic.twitter.com/KZDTiLvUtf
— Patricia Ramírez (@PatriRamirez_) September 11, 2019
Las sospechas sobre Quezada, que este miércoles se mostraba menos afectada por el llanto, se iniciaron por el hecho de que perdiera dos veces el móvil —“nos llamó poderosamente la atención”, dijo el jefe de la Policía Judicial de la Comandancia de Almería, el capitán José María Zalvide— y porque tratase de incriminar a su expareja, Sergio Melguizo, al colocar la camiseta del pequeño Gabriel cerca de la casa de este.
Tanto el capitán como el teniente tuvieron que contestar a la fiscal por qué los investigadores no buscaron al niño ni en la casa de la abuela en Níjar, ni en la finca de Rodalquilar, donde el pequeño estuvo enterrado 12 días. “Porque los familiares entraban y salían”, respondió el capitán. “No había rastros de sangre y buscábamos a un niño vivo”. La hipótesis inicial era que Gabriel estuviese retenido por un tercero.
Otro de los testigos fue el guardia civil secretario de la instrucción. El abogado de la acusación particular, Francisco Torres, le preguntó sobre el interrogatorio que practicó a la acusada el día 3 de marzo, cuando la camiseta de Gabriel fue hallada:
—¿Dio la acusada alguna señal de arrepentimiento?
—Ni ese día ni ninguno de los días
—¿De algún modo colaboró en la investigación?
—Justo lo contrario, al señalar a Sergio Melgizo
El jurado popular ha escuchado que Quezada era “fría y calculadora” cuando vivía en Burgos con su exmarido Miguel Ángel Redondo y con dos parejas posteriores. Así la ha descrito por videoconferencia un capitán de la Guardia Civil de la ciudad, que recabó los testimonios de familiares de estos hombres, que contaron cómo en privado la acusada se mostraba distante y en público, calurosa. Que era negligente en los cuidados e interesada, económicamente hablando, por sus compañeros. En ese punto, el abogado de la defensa recordó que el exmarido de Quezada había sido condenado por violencia machista y que estuvo sin ver a la hija durante cuatro años.
Precisamente este miércoles estaba previsto que declarase Redondo también por videoconferencia pero las partes renunciaron a interrogarle,.Con él estuvo casada Quezada desde 1992 hasta 2008. Durante esta época, murió la hija adoptiva de cuatro años de este hombre tras caer por una ventana, en 1996. La investigación concluyó que la caída fue accidental.
Otro de los comparecientes, Francisco Cruz, tío de Gabriel, contó que tanto él como su esposa y dos personas más pasaron unas pocas horas en la finca de Rodalquilar las noches del 27 y 28 de febrero de 2018. Buscaban al niño, pero él ya estaba enterrado allí. Igual que en sus declaraciones previas, ha explicado que cuando estuvo en la casa, le sorprendió ver allí una pala, un hacha y un rastrillo ordenados, "bien puestos, en línea, como cuando vas a un examen y colocas los bolígrafos en línea".
Luego añadió que le extrañaba porque su hermano Ángel (padre del niño y novio en aquella época de Quezada) no tenía herramientas allí. "La pala estaba en otro cortijo que vendimos y del que se limpió todo para pasarlo a casa de mi madre en Las Hortichuelas", ha dicho a preguntas de las acusaciones, que intentan demostrar que Quezada actuó con premeditación y trasladó las herramientas a la finca donde tendría planeado matar al niño. En sus declaraciones previas no se había referido al origen de dichos utensilios.
Un día antes, Quezada reconoció haber dado muerte a Gabriel pero mantuvo que el fallecimiento había sido accidental. Al contrario que en anteriores testimonios, contó que el día de su detención, cuando llevaba el cadáver del pequeño en el maletero de su coche, no pretendía hacerlo desaparecer, sino dejar el vehículo en la casa que compartía con el padre del niño, escribir dos cartas pidiendo perdón y tomarse todos los tranquilizantes que tenía en su poder para suicidarse.
"No tenía intención de hacerle daño a nadie", dijo la acusada, que evitó responder a las preguntas de la acusación particular ejercida por Francisco Torres "por respeto a la familia". Quezada se enfrenta a la prisión permanente revisable, pena solicitada por la Fiscalía y por el representante de la familia del niño.
También los padres del pequeño, Patricia Ramírez y Ángel Cruz, hablaron este martes ante los nueve miembros del jurado. Declararon a puerta cerrada por la tarde, al igual que Carmen Sicilia, abuela paterna del niño, y de una prima de Gabriel, Mabel, de 13 años. Ramírez ha agradecido este miércoles, a través de Twitter, "las muestras de afecto y cariño recibidas". "Los derechos humanos son intocables, así como los niños. Gracias infinitas a los que alzáis la voz junto a la nuestra en la lucha de un trato más sensible y con el respeto que se merece", ha añadido.
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