En busca de las mujeres
El movimento 'herstoria' reivindica la recuperación de las figuras femeninas en el relato histórico
A finales del siglo XIX el Ayuntamiento de Madrid se propuso subir las tasas a las personas que vendían verdura en los mercados, todas ellas mujeres. El anuncio causó estupor entre las ya ahogadas verduleras, que montaron una protesta contra la recaudación. Su rebelión fue respondida con cargas policiales y ellas, que no contaban con más armas que sus productos, se enfrentaron a los agentes a pimientazo limpio. “Se dice que se hizo la noche en Madrid porque aquel día no quedó una farola en pie”, explica Sara López, licenciada en Historia y una de las fundadoras de Herstóricas. Esta asociación se dedica a recuperar el relato de las mujeres a través de paseos, talleres y guías por espacios públicos y privados de Madrid, Granada y Londres.
Las mujeres en la historia
La colección Mujeres en la historia, que EL PAÍS lanza el próximo domingo 10 de marzo, recopila la biografía de una treintena de artistas, científicas, historiadoras, etc. que marcaron un hito.
López se encuentra en la Plaza Mayor de la capital, antiguo mercado desde donde se puede llegar también al de la Cebada y el de San Miguel. Una quincena de mujeres y un hombre prestan mucha atención a lo que les cuenta sobre el espacio familiar, político y social que ocupaban las madrileñas entre el siglo XV y principios del siglo XX. Algunas anécdotas deshacen prejuicios incrustados en las palabras, como en verdulera, y López repite que todo debe verse en relación con su contexto. En la conversación el grupo aporta dimes y diretes sobre historias relacionadas con mujeres. “Así es como ha funcionado siempre, una mujer le cuenta a otra lo que le pasa y entonces se apoya en esa amiga y ve que no está sola, que lo individual se vuelve colectivo y el conocimiento se va pasando”, explica López, que añade que la pretensión de estos recorridos es que el boca a boca siga funcionando y se tome como propia la historia de las mujeres.
Este trabajo es el que viene realizando el feminismo desde hace siglos. “Como mínimo desde que en 1405 Christine de Pizan escribe la Ciudad de las damas”, apunta Asunción Bernárdez, directora del Instituto de Investigaciones Feminista de la Universidad Complutense de Madrid. Añade que “si en un área de trabajo han estado las mujeres es en la recuperación de lo que han hecho otras mujeres”. “Es lo que ha hecho siempre el feminismo, preguntarse qué otras han estado antes que yo”. Y da ejemplos: las sufragistas llevaban carteles con nombres de escritoras precedentes y coetáneas en sus manifestaciones para demostrar que había habido otras antes.
El auge del movimiento feminista y del Metoo han rescatado esta necesidad de búsqueda, que en inglés se ha bautizado como herstory, jugando con la palabra his-story, la historia de ellos, y cambiándola por her-story, la historia de ellas. De ahí proviene el nombre de la asociación de López, que se comenzó a fraguar en Londres, donde residían sus integrantes hace unos años.
El vocablo inglés se atribuye a la autora estadounidense Robin Morgan, quien lo usó en su libro Sisterhood is powerful en 1970. Bernárdez no se muestra de acuerdo con su uso ni con su españolización en herstoria: “Igual es un término un poco duro, pero esto corresponde a la colonización cultural americana que vivimos. Es un término que viene del inglés, que suena más redondo y la gente se queda con él porque parece nuevo, pero en la Academia de Historia lleva recuperando la historia de las mujeres desde los años 60-70 con las primeras feministas. ‘Herstoria’ no es otra cosa que la historia de las mujeres”.
La directora reivindica la función de historiadoras como Celia Amorós, promotora de la teoría feminista en España, o Gloria Nielfa, miembro de la entidad que dirige y que el próximo jueves recibirá el premio Clara Campoamor del Ayuntamiento de Madrid por su lucha por los derechos de las mujeres. “Hay que rendir homenaje a quien ha estado siempre trabajando y sacando historias”, defiende.
Cada vez que una generación vive un repunte feminista, intenta rescatar a las mujeres silenciadas. “En teoría feminista lo llamamos pionerismo: la primera periodista, la primera científica, la primera...”, apunta Bernárdez. Explica que este redescubrimiento continúo entorpece el avance del conocimiento porque oculta las historias recuperadas hasta ese momento y también a quienes las han desenterrado. “Siempre nos quedamos con las primeras y nos lleva a la mentira, se dice que las escritoras que había en el siglo XIX son las mismas que hay ahora, porque había muchas que publicaban en revistas y periódicos porque no podían hacerlo en grandes libros, pero lo desconocemos”, ejemplifica.
El recorrido de Polo no se ha centrado en ninguna pionera, sino en “mujeres anónimas que, desde lo más bajo, pelearon por sus derechos y por los de las demás”. Las verduleras, las beatas, las aguadoras, las panaderas, las prostitutas… todas han tenido su momento en el paseo. Para la historiadora la divulgación feminista es cíclica debido a la “fuerte contrapublicidad” que se ejerce contra el movimiento de las mujeres. “Cuando a finales del XIX empieza un repunte del feminismo, con la petición de voto y después el divorcio, aparece la contrapublicidad de la mala mujer, que es aquella que no podemos controlar porque tiene iniciativa, pues la desvirtuamos, vamos a decir que es egoísta y a condenarla al ostracismo de la sociedad”. Para la historiadora los motivos económicos están siempre detrás: “¿Te imaginas que todas esas mujeres amas de casa pidieran cobrar una pensión?”.
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