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“Me siento profundamente ofendido por el obispo de Salamanca”

Una víctima del cura apartado en 2014 replica a los reproches del jefe de la diócesis a los abusados por tardar años en denunciar

Íñigo Domínguez

Una de las víctimas de abusos de Isidro López Santos, el cura de Salamanca condenado por el Vaticano en 2014, ha salido al paso de las afirmaciones que el obispo de la ciudad, Carlos López, manifiesta en las grabaciones publicadas por EL PAÍS. En ellas, el responsable de la diócesis, reprochaba a las víctimas que la culpa de que los abusos quedaran impunes también era suya, por no haberlo denunciado antes. “Después de escuchar la grabación, me siento profundamente ofendido por el obispo. ¿Cómo pretenden que un chaval de 12 o 14 años, en los años noventa, que no se hablaba de estos temas o al menos yo, que solo pensaba en jugar con mis amigos, quiera que hubiéramos tomado medidas legales? ¡Si yo sólo quería jugar con mis amigos!”, lamenta.

Esta víctima, que se unió a la denuncia que presentó Javier Paz en el obispado en 2011, relata que él además precisó en su declaración ante el tribunal eclesiástico las dificultades para ser creído: “No sabía a qué se debía ese comportamiento y como debía actuar. Yo se lo dije a mis padres, pero ellos me dijeron que seguramente era algo que estaba malinterpretando, que eran acusaciones muy graves y que no podía ser, que mira todas las cosas que está haciendo el cura por los chavales”. Esta persona intenta transmitir la impotencia de las víctimas para enfrentarse al escepticismo social: “¿Qué herramienta tiene un chaval de 12 años para combatir esa situación? Lavaba su imagen ante todos los padres, como un cura volcado en los chavales. Ahora yo les hablo mucho a mis hijos y en el colegio tienen charlas de concienciación, para que si les sucede, sepan cómo actuar, pero en aquella época era muy distinto. Me da mucha rabia que se quiera culpar a un niño de los abusos de un adulto, porque simplemente no sabía ni tenía herramientas para actuar”.

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Para esta persona, el Papa “debería estar informado en todo momento de todo esto y tomar medidas, que tuviera repercusiones profundas en la iglesia”. “Es tan doloroso tratar de dar la vuelta a las cosas, por salvar su puesto y su situación”, concluye sobre la actitud del obispo.

El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, que fue obispo de Salamanca entre 1995 y 2003, también se ha referido a las informaciones publicadas por EL PAÍS. En las grabaciones, el actual responsable de la diócesis, Carlos López, asegura no haber sabido nada de las denuncias desoídas durante años contra el cura luego condenado, y pasa la responsabilidad de aclararlo a su predecesor, Braulio Rodríguez: “Lo que pueda haber sucedido fue anterior, antes de venir yo (…) Lo que sea de antes yo no lo sé. Lo que supo o no supo don Braulio yo no lo sé”.

 A preguntas de la prensa en un acto, Rodríguez ha asegurado: “No tengo nada que ver”. Explicó que los hechos que denunció Javier Paz ocurrieron entre 1982 y 1992, y la denuncia fue en 2011, y él no estaba allí en ninguna de esas fases. "Conozco al cura, lógicamente he estado siete años allí", ha admitido. No obstante, el arzobispo de Toledo no ha querido responder en ningún momento a las preguntas de EL PAÍS, acerca de si recibió o no alguna denuncia y cómo actuó. Según la sentencia del Vaticano, revelada por este periódico, al obispado llegaron denuncias durante la estancia del acusado en dos parroquias, entre 1974 y 2003, pero no las creyó “verosímiles”. Es decir, un periodo que comprende también el mandato de Braulio Rodríguez.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.

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