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Holanda cede y no expulsará a los dos niños armenios fugados

El ministerio de Justicia hace una excepción y Lili y Howick, que llevan diez años en el país, podrán quedarse. Su madre fue deportada a Armenia en 2017

Los hermanos de origen armenio Lili (a la izquierda) y Howick.
Los hermanos de origen armenio Lili (a la izquierda) y Howick.LEX VAN LIESHOUT (EFE)
Isabel Ferrer

La noche del pasado viernes, mientras preparaban su equipaje en su hogar holandés, Lili y Howick, dos hermanos de 12 y 13 años, nacidos en Rusia, pero de nacionalidad armenia, decidieron esconderse. No era la primera vez. Ya lo hicieron en 2017, cuando su madre, Armina Hambartsjumian, fue deportada a Ereván después de haber intentado durante una década obtener un permiso de asilo. Armenia es un país seguro, y su solicitud no prosperó. Los niños, que nunca han vivido allí ni hablan la lengua, debían seguirla este sábado. Como Armina no está en condiciones de cuidarles, les esperaba un orfanato, pero el servicio holandés de Inmigración rehusó hacer excepciones. Hasta la tarde. Cuando la policía los buscaba con un helicóptero, la coalición de centro derecha en el poder mostraba ya diferencias sobre el caso, y en las redes sociales los comparaban con Ana Frank, el ministerio de Justicia anunció que se quedaban. Lili y Howick reaparecieron poco después.

¿Qué llevó a Mark Harbers, secretario de Estado de Inmigración, a cambiar de parecer? Por un lado, la seguridad de los dos niños desaparecidos, que padecen estrés postraumático, según el diagnóstico de un experto en neuropsicología. De sufrir un percance, el drama humano tendría repercusiones políticas. Por otro, lo que calificó de “nuevas circunstancias en Armenia”. Se refería a que la madre padece un trauma que la incapacitará durante largo tiempo para atenderlos. Se pensó que el trastorno era pasajero, pero la estancia en el orfanato podía prolongarse más de lo previsto. “El Gobierno holandés y las autoridades armenias han hecho todo lo posible por buscar un alojamiento adecuado allí. Armenia es un país seguro donde los niños pueden reunirse con su progenitora. Pero en las últimas horas han ocurrido cosas que no garantizan el bienestar de los menores. Pueden quedarse en Holanda”, dijo. Una semana antes del cambio de parecer del político, Howick lamentó que “haya destrozado una familia entera”. “Ha roto la vida de tres personas, y estamos tristes y angustiados. Llevamos aquí toda la vida”, dijo, junto a Lili. “Solo quiero que vuelva mi madre. Todo esto es inhumano”, añadió ella, en una entrevista concedida al telediario juvenil.

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Integrados en la escuela holandesa y con amigos, su historia es compleja. La madre llegó a Holanda en 2008 con ellos de la mano: Lili tenía 2 años y Howick 3. El padre no se menciona en los documentos hechos públicos. Pidió asilo, y un año después se lo denegaron, pero siguió apelando. Hasta que la expulsaron, en 2017, Armina vivió con sus hijos. Sobrepasados por la situación, ellos se ocultaron por primera vez. Estuvieron con familias cercanas, y la policía los encontró al cabo de una semana. Fueron llevados entonces a un hogar de acogida en la localidad de Wijchen, en el este holandés, de unos 40.000 habitantes. Allí estaban cuando el Consejo de Estado, su última oportunidad, dio esta semana la razón al Gobierno. Debían irse. Las horas que permanecieron en paradero desconocido, nadie sosegó en la ciudad. Dejarlos en manos de los agentes les parecía espantoso. Conceder asilo si no era procedente, tampoco les gustaba. Pero son menores, y las emociones eran difíciles de contener.

“Tenemos que arrestar a 14.000 delincuentes fichados y carecemos de medios y efectivos, pero vamos por ahí echando a niños”, dijo Jan Struis, presidente del Sindicato de Policía, en Pauw, una de las tertulias más conocidas de la televisión pública, cuando le preguntaron por el caso. “Que Lili y Howick se vengan conmigo. Cualquiera que entregue a esos críos es un NSB”, tuiteó Peter R. de Vries, un popular periodista de sucesos, refiriéndose a los miembros del Movimiento Nacional Socialista de los Países Bajos. Era el partido fascista durante la ocupación alemana en la II Guerra Mundial. “´A veces hay que ser firme´, ha dicho el primer ministro, Mark Rutte, sobre Lili y Howick. Pero no con las multinacionales, o los banqueros corruptos. Vaya país. Qué vergüenza”, colgó a su vez en su cuenta de Twitter, Willem Vissers, famoso comentarista deportivo y especialista en fútbol.

Desde la partida de la madre, el Servicio de Protección de Menores Refugiados (NIDOS, en sus siglas en neerlandés) les ha atendido. La Defensora del Menor, Margrite Kalverboer, pidió por todas partes que se respetaran los derechos de unos niños “cuyo futuro está aquí, no en Armenia”. Una declaración que recuerda el apoyo prestado en otros dos casos similares. Fue en 2011, con Mauro Manuel, nacido en Angola, y con Sahar, una niña afgana. El arraigo holandés, y los problemas que afrontarían en un país de origen, pero desconocido, evitaron entonces su marcha.

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