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Todos juntos por un barrio más verde

La participación de asociaciones comunales y centros educativos es clave para propagar comportamientos sostenibles

Thiago Ferrer Morini
Una pintada en un barrio de Madrid.
Una pintada en un barrio de Madrid.ULY MARTÍN

Si queremos dar pasos hacia un medio ambiente más sostenible, debemos hablar con nuestros vecinos. Son palabras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que, en un informe titulado Educando para un futuro sostenible, ha apuntado que “El papel de las comunidades locales es de particular importancia porque el movimiento hacia el desarrollo sostenible no puede funcionar si solo va de arriba abajo”. El documento señala que “lo que se necesita no es solo consentimiento pasivo; hace falta un compromiso activo por parte de la gente”.

“Solo con pedir un contenedor de basuras ya se está contribuyendo a mejorar el medio ambiente del barrio”, señala José Vicente Vallín, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Vecinos (CEAV). “A partir de ahí, iniciativas para formar a la gente para recicle, para pedir la construcción carriles bici, campañas de plantación de árboles, de limpieza de ríos…”

En la isla de Gran Canaria, el 42% de la superficie insular es reserva de la biosfera designada por la UNESCO. Cerca de 20.000 vecinos, algo más de un 2% de la población, vive en la zona. “Son territorios en los que hay que hacer visible la sostenibilidad”, señala Fernando Castellano, “y la sostenibilidad no se entiende sin la participación ciudadana”.

Castellano es coordinador del proyecto Ecobarrios, organizado con la colaboración del Cabildo insular y la Universidad de Gran Canaria. La iniciativa asigna un tema a cada uno de los siete municipios de la reserva. “Uno de ellos es el barrio del agua”, apunta. “Los vecinos han salido a recuperar una fuente que tenían, y a utilizar el líquido reciclado de una depuradora cercana para dar nueva vida un palmeral descuidado. La clave es mejorar el aprovechamiento y la reutilización del agua”. Otros barrios están especializados en temas como la calidad del paisaje y en incentivar la industria artesanal.

Trabajar a nivel de barrio es más fácil y agradecido”

“Desde el principio siempre ha sido un proyecto muy participativo”, recuerda Castellano. “Al principio, estábamos un poco a la expectativa. Pero llamamos a un grupo bastante variado de vecinos, representativo de las inquietudes del barrio, y creamos en cada núcleo urbano un comité ambiental. Y, la verdad, en el momento en que firmamos ese compromiso con los vecinos la cosa cambió mucho”. “Trabajar a nivel de barrio es más fácil y agradecido”, acota Vallín. “Cuanto más lejos estás de la gente, más difícil son las cosas”.

Otras iniciativas aprovechan el papel de los centros educativos como foco de la vida del barrio. En el colegio Clara Campoamor, en San Martín de la Vega (Madrid), situado en un barrio, al sur de la localidad, marcado por el alto porcentaje de población de origen inmigrante y decenas de viviendas okupadas.

“Procuramos ser una referencia”, señala Jesús Soria, su director. “El colegio no puede ser un mero aparcaniños. Pero ese es un concepto que a muchos padres les cuesta entender. Se pueden hacer muchas cosas, pero es fundamental una participación activa de todos”.

Al lado del colegio, en una antigua escombrera, habas y guisantes crecen en un huerto bien cuidado. “También hay patatas, pero las acabamos de plantar”, enseña el director. Este año han tenido que empezar de cero después de que alguien —no se sabe quién— saltase la valla y asaltase el huerto. “Lo dejaron destrozado”, se lamenta Soria. “Y lo peor de todo es que si nos lo hubieran pedido les hubiéramos dado una cesta de verduras”.

Muchos niños se llevan a casa las actitudes sostenibles que aprenden en el colegio

Dentro del edificio, en el pasillo, cubos bien señalizados recogen papeles, pilas, tóner, material escolar. “Hacemos meses temáticos”, muestra el director, mientras enseña los trabajos de los alumnos. “Dedicamos un mes al ahorro energético, otro mes al agua… Y, sí, creo que algunas cosas de las que aprenden aquí se las llevan luego a casa”.

Otro proyecto que cuenta con la participación de los niños, aunque a mayor escala, se lleva a cabo en Málaga. Desde hace 11 años, cerca de 2.500 niños desarrollan actividades para ahorrar agua y energía, así como desarrollar la movilidad peatonal y en bici.

“Lo que venimos desarrollando no es sostenibilidad ambiental. Es sostenibilidad, simplemente”, afirma Pedro Marín, director del Observatorio de Medio Ambiente Urbano. El proyecto forma parte de un programa patrocinado por la Comisión Europea. “Hemos llevado ésta idea a ciudades de Marruecos, como Tetuán, Tánger o Nador”, apunta.

Y, al igual que en San Martín, las iniciativas han salido de la escuela y han pasado a llevar el ejemplo fuera. “Los vecinos y los comerciantes ven con simpatía que niños vayan a pedirles colaboración para mejorar el medio ambiente”, indica Marín. “Ven con curiosidad que los pequeños les enseñen a los mayores”.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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