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“La pirotecnia es el espectáculo más económico del mundo”

Su centenaria firma aspira hoy al récord Guinness en la Nochevieja de Dubái

Vicente Caballer, pirotécnico valenciano.
Vicente Caballer, pirotécnico valenciano.JOSÉ JORDÁN

Su abuelo paterno, Vicente, fue el primer pirotécnico español en disparar castillos de artificio en Londres y en París. Un siglo después y en Dubái, sus hijos celebrarán esta Nochevieja un hito mundial con sello valenciano. La pólvora y la ingeniería de los 450.000 fuegos artificiales que hoy iluminarán los casi 100 kilómetros de la Palmera Jumeirah y las islas The World proceden de la planta de la centenaria Pirotecnia Caballer, empresa proveedora de la americana Fireworks by Grucci. Tras seis meses de esfuerzo, el trabajo en la capital del emirato aspira al récord Guinness en espectáculos pirotécnicos.

Rodeada de extensiones de naranjos en el término de Llíria, la fábrica que levantó hace tres décadas Vicente Caballer Ramírez es la más grande de Europa, con medio millón de metros cuadrados y más de un centenar de departamentos. Primogénito de cuatro hermanos y procedente de una estirpe dedicada al arte del fuego festivo desde 1880, Caballer, que lleva “la pólvora en las venas”, empezó a trocear carbón a los 16 años, cuando estudiaba Contabilidad para ayudar en los números de la empresa paterna. Porque, dice, crear y a la vez controlar las cuentas siempre ha sido difícil.

El encuentro se da en una cafetería cerca de su casa, próxima a la ermita de Godella, localidad de la huerta valenciana donde nació Caballer hace 69 años. “En la constitución del pirotécnico, el primer y fundamental reglamento es la seguridad”, afirma quien ha vivido medio siglo de oficio y conoce los efectos de encender cohetes de cerca bengala en mano, muy diferentes del moderno manejo del teclado de un ordenador a 50 metros de prudente distancia. No era extraño, explica, que se le perforase dos veces el tímpano. “Ningún pirotécnico de mi edad era capaz de aguantar esas explosiones”.

Como un director de orquesta en permanente estado de estrés, Caballer define así el trabajo del pirotécnico, que debe enseñarse, asegura, de maestro a aprendiz, como él la aprendió con su padre recorriendo pueblos de España. Para un acontecimiento de la Casa del Rey, una inauguración o una modesta verbena, su política vital siempre ha sido la misma: llevar la fiesta al pueblo a través del fuego. Una alegría, dice, de la que tampoco se puede prescindir en tiempo de recortes, a pesar de los impagos de varios Ayuntamientos. “La pirotecnia es el espectáculo más económico del mundo porque mueve más masa que ningún otro”, observa quien está acostumbrado a un poder de convocatoria de cientos de miles de personas.

Con una facturación que roza los ocho millones de euros gracias a la exportación, la producción de la firma Caballer coloreará el lienzo nocturno de la Nochevieja de países como Alemania o Francia, que queman esta noche más que España en todo un año. Representante de la industria española en más de 30 certámenes internacionales y ganadora en el Festival de Montreal de cinco premios Júpiter —equivalente al Óscar de la pirotecnia—, la empresa valenciana afronta el futuro bajo la dirección de los cuatro hijos de Caballer, la quinta generación, con el afán de seguir a la cabeza en creatividad pirotécnica asumiendo un nuevo reto: desarrollar fuegos artificiales ecológicos con menos humos.

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