“Las personas importantes saben dominar su ego”
El representante de conferenciantes dice que los expolíticos son más sinceros
Su oficio es hacer hablar a la gente importante. Cuando era un chiquillo de 23 años, Daniel Romero-Abreu Kaup se encontró en este mismo hotel donde desayunamos a Felipe González, que ya era “un jarrón chino”. “Yo quiero que usted dé las conferencias que yo le organice”. Felipe lo miró de arriba abajo y le dijo, de coña: “Yo soy mú caro, mú caro”.
Pero Daniel, que ahora ya tiene 33, llevaba detrás mucha mili; había hecho de intermediario de conferenciantes en el Colegio Mayor Chaminade y con esa experiencia había puesto en marcha Thinking Heads (Cabezas pensantes), “un negocio del que aquí no se sabía nada”. Se trataba de hacer hablar a los personajes importantes, sobre todo expolíticos, y que éstos (y él mismo) cobraran por ello. González entró en su nómina de VIPS, en la que están ahora, por ejemplo, Javier Solana, Ana Palacio, Carlos Solchaga, Pedro Solbes, Emilio Butragueño, Jorge Valdano o Manuel Pimentel...
Fuera de estas fronteras, él ha intermediado para que hablen, aquí y en América, gente como Gorbachov, Kofi Annan o “gran parte de los premios Nobel de Economía”. Para lograr desde tan joven el desparpajo con el que abordó a Felipe González, y con el que emprendió esta empresa de venta de palabras ajenas, Daniel Romero-Abreu Kaup cuenta con un intangible más, que se advierte desde la combinación de sus apellidos. “Mi madre es alemana de Münster, y matemática como toda su familia; y mi padre es gaditano, emprendedor y abogado. Así que a las tres de la tarde no sé si echarme a dormir o ponerme a trabajar”. ¿Y qué hace? “Yo me pongo a trabajar, como mi madre”. La madre le dio eso; el padre le dio las letras, “de modo que yo nací leyendo el Quijote. Y de matemáticas sé que los ingresos tienen que ser mayores que los gastos. De resto no tengo ni idea”.
Hotel Santo Mauro, Madrid
Dos platos de frutas variadas 19 euros.
Un té verde 8.
Tres descafeinados 8.
Total: 35 euros
Ahora este oficio de vendedor de palabras ha crecido como un grupo y él vive “bien sin exageraciones; vivo de alquiler no caí en la trampa de los bancos”. Hace un año extendió su dedicación con Palmira Márquez (agente literaria) hacia el campo de los derechos de autor y se ocupa también de los derechos digitales.
Hay algo con lo que tiene que lidiar que no está en los contratos: el ego de las personas que le confían su voz. “No es problema. Las personas importantes saben dominar su ego. No, no son tan terribles los egos de los famosos, porque ellos no son celebrities del tres al cuarto”. ¿Y no se atrevería con gente como Rajoy, como Mas? “No, no. Yo trabajo con ex… Un ex sabe cuál es su lugar en el mundo, ya ha hecho lo que tenía que hacer y ahora lo que tiene son ideas, no mítines”.
El valor de un ex, dice, “es que es mucho más sincero que un político en ejercicio”. ¿Y qué aprendió con tanto personaje ilustre? “A ser ecuánime; esto me ha dado a mi”, habla el gaditano, “un océano de sabiduría de un centímetro de profundidad… Ahora tengo las opiniones más claras y más abiertas”. Entre los ex que ha gestionado están José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero… “Aznar tiene opiniones muy vigorosas, me sorprendió su fuerza de voluntad y perseverancia. Zapatero es muy cercano, le gusta la gente”.
Su fruta está intacta. “Es que hablo por los codos”. No será así cuando esté con sus clientes. “Es que ahí estoy oyendo. He aprendido con ellos a no perder el norte”. Así que vamos al sur: qué echa de menos de Cádiz. “Ah, el mar, y la comida. Unas gambas de Sanlúcar con un barbadillo… Y en un par de meses, cocido de primero y cordero de segundo… La comida te deja conocer un país. ¿No ves España? Qué país tan variado”. Como sus thinking heads.
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