“Mi legado serán los títulos de crédito”
Esta directora de ‘casting’ defiende la mirada femenina en la literatura y el arte
La trayectoria de Sara Bilbatua (Eibar, 1958) comienza en una pequeña librería de Eibar. Allí, ayudando a su madre, la que es hoy una de las directoras de casting más importantes de España, comenzó a sentir la necesidad de escudriñar la esencia humana, de entender las emociones. Por eso estudió Psicología, luego interpretación y después comenzó a moverse por el mundo artístico del cabaret en Madrid. “Siempre me ha atraído la vanguardia, los retos”, explica. Esa inclinación por lo rabiosamente nuevo le llevó a indagar en la dirección de reparto, en lo que supone, según sus palabras, “darle imagen humana a una historia”.
“Me crié en San Sebastián, crecí con el Festival de cine, por eso no me parecía una locura acercarme e intentar entrar en un mundo que en principio parece muy lejano”, arguye con una mezcla de timidez y determinación. Ahora es otro festival, el de Málaga, el que ha reconocido su labor de más de dos décadas en el negocio audiovisual con el premio Ricardo Franco.
Bilbatua habla mucho de su madre, una mujer pionera como ella, empresaria, y que le enseñó a reclamar lo que era suyo por derecho. “Fui la persona que introdujo los títulos de crédito en las películas en este país. Lo estipulé por contrato, teníamos que hacerlo como se hacía en las películas de América, al principio o al final, en un sitio fijo, porque hay que reconocer el trabajo. Si voy a dejar un legado, será ese”, dice con una sonrisa cálida que le acompaña en todo momento.
Desde que en 1994 participara en Justino, un asesino de la tercera edad, su agenda ha estado siempre en movimiento. Ha trabajado con algunos de los directores de cine más importantes del país: Pedro Almodóvar, Julio Medem, Isabel Coixet; dice que no tiene preferencia por ninguno.
En televisión ha participado en la elección de los rostros de series tan reconocidas como Gran Reserva, Gran Hotel o Amar en tiempos revueltos. Y sin embargo, huye de los focos, prefiere ese lugar tranquilo en el que la película aún no ha empezado y los directores comparten con ella su universo creativo.
“Directores y directoras”, matiza. “Defiendo la mirada femenina, tanto en la literatura como en el arte. No porque sea mejor o peor, sino porque es diferente”. Eso también lo aprendió de su madre. “Ella me enseñó a reivindicarme no por ser mujer, sino por ser persona y eso, a la larga, ha repercutido en luchar por los derechos de la mujer”. Para Bilbatua aún queda mucho por hacer en cuanto a la igualdad, como la equiparación salarial, pero nota que esa mirada femenina que reclama va abriendo un sendero cada vez más grande.
Con 20 años de experiencia a sus espaldas piensa que su único reto es seguir trabajando, “que no es poco”. En el espacio de los sueños, lo que la llevó a estudiar Psicología, está trabajar con Woody Allen o Susanne Bier. En el espacio real está trabajando con el director Carlos Vermut en Magical girl, la primera película para el cine de este realizador que salió de la cantera de Internet. “Su película Diamond flash me impactó, tenía mucho interés en trabajar con él”.
“La libertad a la hora de trabajar es para mi tan importante como el aire que respiro, por eso fundé mi propia empresa”. Libertad es la palabra que más pronuncia mientras se toma su té.
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