¿Pero aquí quién elige?
El mejor colegio es el que está más cerca de casa. ¿Acaso esta premisa tan repetida y consensuada ya no es válida? Desde luego, es el primer mensaje que transmite la medida adoptada por la Comunidad de Madrid de eliminar la proximidad al hogar familiar como criterio para que sea prioritario que un hijo tenga derecho a una plaza en un colegio público o concertado. Su presidenta, Esperanza Aguirre, argumenta que es una medida destinada a favorecer la elección de centro por parte de los padres. La primera cuestión es en qué basan estos su elección.
La desorientación de los padres abarca muchos asuntos en lo que a la educación de sus hijos se refiere. Así lo declaran a menudo. Y si se trata de elegir centro por primera vez, el tema es de los más complicados. Sobre todo si se hace caso a las estadísticas que dicen que la inmensa mayoría de las familias no cambia de red (pública, concertada o privada) una vez que la escoge. ¿De qué herramientas disponen los progenitores de Madrid para guiarse al hacer la elección?
Los expertos vienen observando desde hace décadas que la mayoría de los que se pueden permitir elegir lo hacen primando cuestiones como la experiencia de personas de su entorno; la fama del centro, sobre todo si lleva muchos años; el tipo de familias que llevan a sus hijos a ese centro, y la oferta de idiomas o extraescolares que ofrece el colegio, lo que facilita el encaje del horario del niño con el de los padres. ¿Y qué pasa con la pedagogía que imparte? No es que los padres no atiendan a esta cuestión, sino que es realmente difícil de comparar la de unos y otros sin entender del arte de educar, excepto cuando los centros imparten un sistema pedagógico particular y se dan a conocer por ello (que suelen ser privados, por lo que nada tienen que ver con este asunto).
Pero cabe recordar que la propia Comunidad de Madrid hace pública desde hace unos años su propia evaluación de los centros de los tres tipos. Organiza pruebas anuales para los alumnos de 1º y 6º de primaria y 3º de ESO para saber cuáles sacan los mejores resultados. Esta será sin duda otra guía que usen ahora muchos padres, a pesar de que es discutible que un colegio o un tipo de educación, que al final es de lo que verdaderamente se trata, pueda evaluarse solo por los resultados de los alumnos de unos cursos y que esta polémica prueba sea realmente igualitaria. Por tanto, quizá preguntar en el entorno, leer sobre lo que hace un centro, escuchar qué tienen que explicar de él sus responsables en persona a los padres y comparar los máximos centros posibles sean los mejores criterios. Quizá además estos lleven a algunos progenitores a escoger el centro con más idiomas, el que cubre más horario con extraescolares o incluso el que salía mejor en la evaluación oficial. Aunque tampoco estaría de más que existiera una oficina de orientación a los padres en cada municipio. Pero no hay que olvidar que esa elección es para solicitar una plaza, no garantiza a nadie obtenerla. Y tampoco hay que perder de vista a los padres sin grandes posibilidades económicas ni culturales, que solo pueden escoger el centro más cercano a su casa.
¿Quién va entonces a elegir centro en Madrid? Los que se pueden permitir el transporte escolar y el comedor o los que antes elegían un concertado caro (algunos piden más de 300 euros al mes en conceptos diversos). Y los que no, seguirán sin hacerlo, con el riesgo, nada menor, de quedarse sin plaza al lado de casa. No se trata de defender un sistema rígido, pero sí uno con las máximas garantías para todos. Solo un dato: no es baladí que en 27 de los 33 países de la OCDE la cercanía al centro sea prioritaria para asignar un colegio. Para la equidad, para que los niños creen entorno cerca de casa y para evitar riesgos de segregación.
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