"Si todo hubiera acabado un poco antes, Luis viviría"
Un trozo de metralla le segó la carótida a Luis ante mis ojos. Después se lo llevaron en una ambulancia y no me dejaron acompañarlo al hospital. Durante dos horas no supe nada. Hasta que me avisaron de que había muerto. La imagen del atentado no me la pude quitar de la cabeza durante tres meses. La tenía siempre presente. A todas horas. Es muy difícil seguir viviendo después. Toda mi vida giraba en torno a mi marido y a mi hijo. Cuando te pasa algo así, decides no salir, no arreglarte. He tenido que volver a aprender a abrazar. He tardado dos años en sonreír de nuevo. Y ya no sonríes igual que antes. Te tienes que pintar la sonrisa".
Lourdes estaba de vacaciones el 22 de septiembre de 2008 con su marido, Luis Conde, brigada del Ejército de Tierra, en Santoña (Cantabria). Pasaban esos días en una residencia militar en la calle del Almirante Carrero Blanco. ETA aparcó un coche lleno de explosivos frente al edificio y avisó de que acababa de colocar una bomba. Cuando lo estaban desalojando, a la una de la madrugada, el vehículo explotó. "Luis salió delante de mí", recuerda Lourdes. "Si hubiera sido al revés, ahora yo estaría muerta. Cuando me levanto como superviviente estoy bien. Los días que me despierto como víctima no puedo salir de la cama".
"Yo siempre pensé que ETA era un problema vasco y ahora yo tengo un problema vasco", dice esta segoviana de 47 años que a lo largo de una larga entrevista de casi dos horas apenas puede dejar de llorar. "No me sale hacer nada desde entonces. Ni estudiar, ni trabajar. No tengo fuerzas para nada. Iba a caminar con Luis, y ahora no me apetece. Nos gustaban los bailes de salón, y ya no bailo. Apenas pongo la tele porque todos los programas me recuerdan a él. Me da pena ir en el coche que él conducía. Mi vida la veo como una carrera en la que no es importante el puesto en el que llegue, sino conseguir llegar. Por eso empecé a correr cada día. Así me olvido de todo durante un rato".
Piensa muchas veces en que si ETA hubiera decidido un poco antes, solo un poco antes, dejar de matar, a ella no le habría tocado sufrir esta tragedia de la que aún no sabe cómo va a lograr recuperarse. "Sigo viendo el vacío de la mesa en las celebraciones familiares, y por eso muchas veces no voy. No puedo soportarlo".
Explica que le cuesta mucho encontrar gente que comprenda su dolor. "Esto es algo que no te puedes imaginar si no te ha ocurrido. Por eso las víctimas se asocian. Para hablar con personas que han pasado por el mismo camino. Dentro de este mundo me he encontrado con algunos angelitos que han estado conmigo y me han ayudado a no sentirme sola".
Su hijo Iván, militar como su padre, le dijo un día que quería que volviera su madre, la luchadora, la fuerte. "Le respondí que esa madre no podía volver ya, pero que estaría otra. Mi percepción sobre muchas cosas ha cambiado. Todavía estoy buscando la paz y no la he encontrado. Cuando ETA anunció el cese de la violencia, mi hijo y yo hablamos. No lo habíamos hecho desde entonces".
La salida que ha encontrado Lourdes a su dolor han sido las redes sociales. "En los chats, nadie te conoce, puedes hablar libremente. El año pasado me pasé casi un mes sin abrir la boca. Por la noche cojo mi ordenador y me abro un poco al mundo. Yo viajaba con Luis desde hace 20 años. Lo hacía todo con él. Y ya no puede ser".
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