Un escándalo de abusos sexuales a menores sacude a una prestigiosa universidad de EE UU
Una decena de denuncias ha sucedido a la detención de Jerry Sandusky, antiguo asistente del entrenador de fútbol americano Joe Paterno
El milhojas de mitos del que se alimentan los americanos de Estados Unidos se resquebraja en una de sus capas desde que saltó a la luz pública el escándalo encubierto por la Universidad Estatal de Pensilvania sobre los abusos sexuales a niños. Jerry Sandusky, 67 años, antiguo asistente de uno de los entrenadores de fútbol americano más famosos del país, Joe Paterno, 84, conocido como 'JoePa', ha sido acusado de haber asaltado sexualmente a ocho menores entre 1994 y 2009, aunque otras 10 denuncias se han registrado en los últimos días desde que estalló el caso como consecuencia del efecto dominó. Otras fuentes hablan de 32 más.
La confianza, la fe y el respeto que los estadounidenses depositan en la universidad cuando abandonan el hogar es inmensa. La Universidad se convierte en la verdadera familia de los jóvenes y desde los campus son catapultados a la vida. Por eso, que ahora se conozca que ni los decanos ni el presidente de la Universidad Estatal de Pensilvania -una de las más prestigiosas de Estados Unidos y que posee uno de los programas deportivos más atractivos y exitosos del país- no hicieron nada para frenar aquellos abusos ha supuesto una quiebra del mito, un hundimiento del modelo que, como casi siempre en estos casos, estuvo precedido por la negación.
Cuando la semana pasada, tras años de inacción pero al ser ya de conocimiento público el caso -la primera periodista en reportarlo fue Sara Ganim, del periódico local The Patriot News de Harrisburg, localidad cercana al centro-, las autoridades universitarias despidieron, tras una gloriosa carrera de casi 50 años, a Paterno, los jóvenes tomaron las calles del campus y le mostraron todo su apoyo. También abandonaba su cargo el presidente de la Universidad, Graham Spanier.
El asunto es primera página de los periódicos en EE UU desde hace días y abre noticieros a diario. El estado de ánimo ha ido cambiando. La opinión pública ya está con las víctimas y retrocede en su defensa a ultranza de Paterno, debido a la gravedad de los hechos.
En la única intervención televisiva -vía telefónica- que ha tenido Sandusky desde que estallara el escándalo, este negó ser un pedófilo. "Soy inocente de esos cargos", dijo el hombre de perpetua sonrisa -ahora borrada- y que se encuentra en libertad bajo fianza de 100.000 dólares. "Podría decir que he hecho algunas cosas, que he jugueteado y corrido por las duchas con los niños. Que me he duchado con ellos, que les he abrazado y que les he tocado las piernas pero nunca con una intención sexual", le explicó Sandusky a Bob Costas, uno de los periodistas-presentadores deportivos más famosos del país. Para añadir sal a la herida, los niños a los que Sandusky tuvo acceso procedían de la organización de caridad creada por él mismo -The Second Mile-, destinada a familias sin recursos.
El caso se investiga desde hace tiempo aunque no era de conocimiento público. Un gran jurado secreto fue reunido en Pensilvania tras las denuncias aceptadas por el fiscal del distrito de las familias de ocho niños. Ese fiscal está ahora desaparecido y nada ni nadie sabe de él. Las familias no pueden hablar debido al secreto establecido y se supone que tanto Paterno como las autoridades de la Universidad -donde se escenificaron los delitos- fueron llamados como testigos. Si dijeron o no la verdad será objeto de investigación.
El pacto de silencio fue total y recuerda al secretismo que ha ejercido siempre la Iglesia en casos similares. Uno de los entrenadores del equipo de fútbol de la universidad, Mike McQueary, relató a Paterno, al vicepresidente del centro, Gary Schultz, y al director atlético, Tim Curley, haber visto a Sandusky sodomizando a un niño de diez años en las duchas del gimnasio del campus. Nadie hizo nada. Nadie fue a la policía. Y los abusos continuaron.
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