La Frontera teme más a la ruina que al volcán de El Hierro
La capital económica de la isla se resiente del cierre del túnel de Los Roquillos
"Nos han dejado en una cárcel". Servilio López es un vecino de La Frontera, la capital económica de El Hierro. Y la bella prisión a la que se refiere es la zona de El Golfo, la más llana de la isla y donde se concentra la producción de piña, plátano y otras frutas y verduras. Para ellos, ese es el drama de la región, y no el anuncio hecho ayer de que había más probabilidad de que apareciera un volcán submarino frente a la costa.
En el bar Don Din 2 la tertulia gira sobre el impacto económico de la medida. Pero no hacen falta muchas explicaciones. Después de tardar casi una hora en recorrer 40 kilómetros desde Valverde por una carretera de montaña con niebla que dejaba una visibilidad de menos de 20 metros en algunos tramos, uno entiende las dificultades a las que se refiere. Y más cuando el sábado pasado, por el túnel de Los Roquillos, el camino se quedaba en 15 kilómetros y menos de un cuarto de hora -respetando escrupulosamente los límites de velocidad-.
Infraestructuras y casas han aguantado por ahora los sismos sin problemas
"Si hay peligro de desprendimiento en el túnel, más lo hay en la carretera de las cumbres", dice Pucho Padrón, propietario del bar que se ha convertido en el centro de reunión improvisado de los vecinos. "Fíjese en los últimos temblores. Hubo desprendimientos en la carretera; en el túnel, ni uno. Y siempre ha sido así, sobre todo cuando llueve, como hoy", explica.
El cierre de la vía rápida está causando un perjuicio que todavía nadie ha cuantificado: "Es más combustible, más ruedas, además de más tensión por la carretera", indica Padrón. Los vecinos ven también con desconfianza que ellos no puedan usar el túnel, y sí lo utilicen vehículos de seguridad y emergencia, como confirma la portavoz del Ayuntamiento de La Frontera. "¿Es que los están poniendo en peligro?", se pregunta Padrón.
La región se siente, además, marginada en el reparto de ayudas anunciado por el Gobierno canario, que perciben que están centradas en La Restinga, al sur de la isla. "Aquí también hay desplazados", se queja López, en referencia al medio centenar de personas que lleva una semana fuera de sus casas por el peligro de que haya desrrumbes por los sismos, que en esta zona es donde han sido mayores (magnitud 4,6 en la madrugada del viernes, con posibilidad de que vayan a más, según ha admitido la directora del Instituto Geográfico Nacional en Canarias, María José Blanco).
Después de cuatro meses de sismos y más de 11.400 temblores, estos cada vez preocupan menos. Una prueba es que en las viviendas no ha habido, todavía, ningún desperfecto. Y eso tranquiliza por un lado, pero por otro levanta las sospechas de los habitantes sobre las medidas de precaución dictaminadas. Blanco ha aclarado que el tipo de movimientos y su aceleración, muy lejos de las 0,04G (cuatro centésimas la de la gravedad terrestre) que establece el plan de seguridad sísmica de Canarias hace que las viviendas e infraestructuras hayan aguantado hasta ahora sin problema.
"Prefiero tres minutos de incertidumbre en el túnel a 40 en la carretera", dice López. De hecho, algún arquitecto consultado por EL PAÍS indica que el único riesgo que hay en el túnel es que caiga "algo de arenisca" del material que se usa para sellar las estructuras de hormigón que forman el conducto.
Padrón, improvisado líder vecinal, plantea que haya ayudas directas a los negocios de La Frontera. Él apunta exenciones en el pago de impuestos locales y de cuotas de la Seguridad Social. "Es mejor para el Estado no ingresar que tener que hacer aportaciones", afirma. También ha propuesto que los vuelos y viajes en barco a El Hierro sean subvencionados para permitir lo que denomina "viajes solidarios", de personas dispuestas a ayudar visitando la isla y consumiendo y comprando en ella. "No puede ser que cueste más el billete de Tenerife a El Hierro que de la península a Santa Cruz", dice.
Aunque con otro lenguaje, sus quejas coinciden con las del alcalde de La Frontera, David Cabrera, quien cree que el paquete de ayudas anunciado por el Gobierno canario está demasiado centrado en socorrer a las poblaciones del sur de la isla y les ha dejado de lado. Algo que no sucede con los sismos. Solo en la mañana del sábado, más de una veintena han sido registrados en la zona, aunque todos de magnitud baja que no fueron sentidos por la población. Pero estos están siempre en la mente de los habitantes. La última información sobre las emisiones de CO2 en la isla (4,5 veces lo normal, según el Instituto Volcanológico de Canarias, Involcan) es el más reciente indicador de que el proceso no ha terminado.
56 sismos en 24 horas
El proceso sísmico de origen volcánico continúa con su ritmo de actividad. Según los datos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) se han producido 56 terremotos de intensidad 1,5 o superior en 24 horas (entre el viernes y el sábado) aunque solo dos de ellos se han sentido por la población. Después del temblor de 4,6 de la madrugada del sábado, no se descarta que haya próximamente otros incluso más fuertes.
Mientras, al sur, las cámaras situadas por el Cabildo de El Hierro con la ayuda técnica de Telefónica, detectan un ligero burbujeo y algo de actividad. De todas formas, el Plan de Emergencia Volcánica de Canarias (Pevolca) indica que la emisión de lava no se ha detenido, pese a que ayer las imágenes mostraron una superficie del mar prácticamente en calma. Por eso también se mantiene la prohibición de pasar la noche en La Restinga, la localidad que está a 1,6 kilómetros del cono submarino, según los cálculos de los expertos de Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se reunieron el jueves.
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