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Mujeres que claman justicia ante el régimen de Gadafi

EL PAÍS habla con un grupo de madres y esposas congregadas ante los organismos oficiales de Bengasi para esclarecer el paradero de los desaparecidos y los prisioneros

Cada semana, desde hace varios años, un grupo de mujeres se congregaba ante los organismos oficiales para exigir justicia. Lo hacían en absoluto silencio. Porque cualquier demanda a viva voz podía acarrearles el mismo destino que a sus familiares. Reclamaban los cuerpos de sus 1.200 esposos e hijos, asesinados en 1996 en la prisión de Abu Salim, en Trípoli, por reclamar un juicio y mejoras en las condiciones del penal. Yamal al Werfali era un ingeniero que regresó de Canadá en 1990, donde se había licenciado en química. Allí había vivido ocho años, junto a su esposa, Najua El Sahli. Yamal participaba en actividades políticas y era de los activistas que exigían libertad de expresión. En 1995, ingresó en prisión. Y allí murió acribillado. Uno de sus cinco hijos nunca le conoció. Esa matanza en la cárcel de Abu Salim, junto al impulso que supusieron las revueltas en Túnez y Egipto, alentó a los libios a salir a la calle, especialmente en Bengasi.

Las mujeres, como es habitual en el mundo árabe, llevan la voz cantante en las reivindicaciones para esclarecer el paradero de los desaparecidos o los prisioneros. Ahora, se dan cita a junto a las puertas del edificio de los juzgados de Bengasi para ayudar al derrocamiento de Muamar el Gadafi. Hoy (martes) volverán a reunirse.

Cada semana, desde hace varios años, un grupo de mujeres se congregaba ante los organismos oficiales para exigir justicia. Lo hacían en absoluto silencio. Porque cualquier demanda a viva voz podía acarrearles el mismo destino que a sus familiares. Reclamaban los cuerpos de sus 1.200 esposos e hijos, asesinados en 1996 en la prisión de Abu Salim, en Trípoli, por reclamar un juicio y mejoras en las condiciones del penal. Yamal al Werfali era un ingeniero que regresó de Canadá en 1990, donde se había licenciado en química. Allí había vivido ocho años, junto a su esposa, Najua El Sahli. Yamal participaba en actividades políticas y era de los activistas que exigían libertad de expresión. En 1995, ingresó en prisión. Y allí murió acribillado. Uno de sus cinco hijos nunca le conoció. Esa matanza en la cárcel de Abu Salim, junto al impulso que supusieron las revueltas en Túnez y Egipto, alentó a los libios a salir a la calle, especialmente en Bengasi. Ahora, se dan cita a junto a las puertas del edificio de los juzgados de Bengasi para ayudar al derrocamiento de Muamar el Gadafi. Hoy (martes) volverán a reunirse.Vídeo: BERNARDO PÉREZ | JUAN MIGUEL MUÑOZ

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