Respuesta hormonal de los machos ante la competición
Los humanos comparten las subidas de testosterona o cortisol con bonobos y con chimpancés
Los chimpancés viven en grupos sociales dominados por los machos en los que el alto estatus es esencial para ellos y el nivel de agresión es notable. Entre los bonobos, sin embargo, las hembras son dominantes y el grupo es más tolerante, con mayor grado de cooperación entre los individuos y frecuente intercambio de alimento. Unos científicos han investigado ahora cómo se traducen estos comportamientos, especialmente en situaciones de competición por un objetivo, en los respectivos sistemas hormonales y han descubierto que en los chimpancés macho aumenta el nivel de testosterona, mientras que en los bonobos, sube el cortisol, una hormona asociada a estrés. Otros primates machos, los hombres, también manifiestan cambios hormonales en situaciones de competición, pero en unos casos segregan cortisol y en otros, cuando tienen una fuerte motivación por el estatus dominante, segregan Testosterona. "Esto sugiere que estos cambios hormonales de esteroides asociados a la competición en los hombres son compartidos con otros primates", comenta Victoria Wobber (Universidad de Harvard).
"En muchas especies, incluida la humana, los machos involucrados en la lucha por algo tienden a mostrar cambios agudos en sus niveles de hormonas esteroides, como la testosterona y el cortisol", explican los investigadores en su artículo, publicado en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias (EEUU). "Estos cambios hormonales se producen en cuestión de minutos en torno a la situación de competición, anticipándose a ella o en respuesta a su resultado", continúan. "En los humanos, los hombres suelen mostrar un aumento de cortisol antes de la competición y después de la misma, los ganadores suelen mantener su nivel de testosterona, mientras que esta hormona disminuye en los perdedores". Como estos comportamientos por demostración estatus y por apareamiento suelen ser más importantes en los machos, los efectos hormonales están menos marcados en las hembras, puntualizan los investigadores.
Wobber y sus colegas (de EEUU y de República del Congo) querían estudiar este tipo de cambios fisiológicos asociados a diferentes patrones de comportamiento y psicológicos en la competición y para ello eligieron dos especies de primates con respuestas sociales e individuales distintas ante el acceso al alimento: los más pacíficos bonobos y los más agresivos chimpancés. En las pruebas sometieron a varios pares de machos de cada especie ante comida y midieron sus niveles hormonales. En ambas especies, apreciaron cambios endocrinos en los machos más intolerantes al tener en frente a otro macho con el alimento de por medio, pero mientras que en los bonobos la hormona afectada fue el cortisol, en los chimpancés el cambio se produjo en los niveles de testosterona. Los investigadores sugieren que esta diferencia se debe a cómo el animal percibe la competición: estresante para unos y de agresiva dominación para otros.
"Los chimpancés machos reaccionan ante la competencia por la comida como si se tratase de una amenaza a su estatus, mientras que los bonobos reaccionan con estrés", explica Wobber. Los machos humanos suelen experimentar un incremento de cortisol ante muchos tipos de competiciones, como los bonobos, sin embargo, si el hombre se enfrenta a un potente estímulo de poder o a un fuerte deseo de adquirir un alto estatus, experimentan una subida de la testosterona, como los chimpancés. Aunque algunos hombres muestran un cambio hormonal de tipo bonobo ante la competición (cortisol) y otros de tipo chimpancé (testosterona), el sistema endocrino reacciona igual en unos y otros a la vista del resultado de la contienda: aumento de testosterona ante la victoria y caída ante la derrota, lo que podría explicar la euforia o depresión de los aficionados deportivos tras la victoria o la derrota de su equipo, comentan los investigadores. Esta variación hormonal condicionada al resultado de la lucha no se ha observado ni en chimpancés ni en bonobos.
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