Las pesquerías mundiales pueden ser salvadas del colapso con una gestión adecuada
Un estudio internacional muestra que el 63% de las reservas pesqueras están aún en peligro, pero hay medidas eficaces para conservarlas
Las reservas pesqueras mundiales no están aún condenadas al colapso irremediable, pueden salvarse, si se toman las medidas de utilización, protección y gestión adecuadas, como se está haciendo ya en algunas regiones del mundo. El esperanzador mensaje es resultado de un estudio internacional centrado en dos cuestiones capitales de la pesca mundial: Qué impacto tienen los cambios en las tasas de explotación sobre las poblaciones de peces, las capturas, y qué soluciones han resultado satisfactorias hasta ahora en la reconstrucción de los ecosistemas marinos explotados. Boris Worm (Universidad Dalhousie, en Halifax, Canadá) y sus colegas concluyen en la revista Science que "nuestros océanos no son una causa perdida".
La investigación es resultado de una fuerte polémica que surgió hace tres años entre prestigiosos equipos científicos acerca de las perspectivas de las reservas marinas. Para solventar la discordia los científicos optaron por el más apropiado método científico: estudiar más afondo el problema de la tendencia de las pesquerías a nivel mundial. La investigación que ahora presentan Worm junto a investigadores de varios países, incluido varios de instituciones estadounidenses, es el producto de esa evaluación conjunta.
Pese a la conclusión esperanzadora, los expertos advierten que el 63% de las reservas pesqueras que han estudiado en todo el mundo necesitan medidas de ayuda para invertir la tendencia de riesgo que actualmente tienen que puede conducir al colapso de algunas especies vulnerables. Su investigación, además, se ha realizado sobre todo en zonas marinas próximas a países desarrollados, y temen que los controles vigentes en ellas hayan podido desplazar las actividades hacia zonas menos reguladas o al océano libre las actividades pesqueras.
Aún así, su diagnóstico muestra que la combinación de enfoques tradicionales en la gestión de la pesca, las cuotas de captura y la gestión apropiada (con restricciones y prohibiciones de métodos de captura especialmente dañinos) y los incentivos económicos demuestran su eficacia al apreciarse, allá donde se han puesto en marcha, cierta recuperación de reservas pesqueras antes seriamente amenazadas. Es el caso de Alaska y de Nueva Zelanda. Otras regiones están recuperandose de la sobrepesca en el pasado, según se aprecia en los datos más recientes, como la costa californiana, la plataforma del Noreste de EEUU e Islandia.
Pero también destacan un ejemplo positivo en la costa de Kenia, tal vez una excepción, donde la colaboración de científicos gestores de las actividades pesquera y las comunidades locales han unido esfuerzos y han logrado restringir determinados tipos de pesca. Esto ha generado un incremento en el tamaño y cantidad de las capturas disponibles, con el consiguiente incremento de los beneficios para los pescadores. "Estos éxitos son locales, pero inspiran a otros a seguir la iniciativa", afirma Tim McClanahan, de la Wildfield Society de Kenia, en un comunicado de sociedad Ciencia y el Mar.
Ambas costas de Norteamérica y Europa concentran la mayor parte de las regiones pesqueras investigadas por estos científicos, pero su estudio también alcanza a zonas del Sudeste Asiático, África y Argentina, además de caladeros en el Atlántico y en el Pacífico. Esos expertos recomiendan que la tasa de pesca no supere el indicador internacional denominado de captura máxima sostenible, que debe ser reinterpretado como un límite máximo y no como un objetivo de las medidas de gestión pesquera.
"Lamentablemente, la mayoría de los esfuerzos de recuperación sólo se ponen en marcha después de que haya evidencias abrumadoras de sobreexploración", afirman los expertos.
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