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Reportaje:

El satélite 'Giove-B' alcanza su órbita con éxito

Con esta segunda nave de la fase experimental, el sistema Galileo pretende competir con el GPS

El satélite Giove-B, el segundo del sistema Galileo, ha alcanzado su órbita este domingo, según estaba previsto. El despegue se ha realizado a las 00:16, hora española, desde la base rusa de Baikonour, en Kazajistán. En poco más de cuatro horas, la nave se ha situado a 23.000 kilómetros de la Tierra.

El Giove - B hará que Europa esté un poco más cerca de tener su propio sistema de localización por satélite, aunque el camino por recorrer es aún largo: queda aún por construir y lanzar los 30 satélites que formarán el sistema más preciso de geoposicionamiento.

El satélite Giove - B ha sido construido por un consorcio dirigido por EADS Astrium GmbH, en el que España ha tenido una participación que asciende a cerca de 80 millones de euros, lo que representa alrededor del 10% del total.

Como su antecesor, el Giove-B es un satélite que tiene una vida útil de dos años, y forma parte de la primera parte experimental del complejo proyecto. En esta fase, la agencia Agencia Europea del Espacio (ESA) realiza las pruebas necesarias con las llamadas tecnologías críticas, necesarias para el funcionamiento del sistema Galileo.

A bordo del satélite, por ejemplo, viajan dos relojes atómicos de rubidio, que con una estabilidad de 10 nanosegundos al día, son los de mayor precisión jamás lanzados al espacio. Los satélites definitivos contarán con cuatro relojes de este tipo, para garantizar su operatividad. La exactitud de la medición del tiempo es crucial para el funcionamiento del Galileo, ya que la localización de un punto emisor en la tierra se basa en parte en la medición del tiempo que tarda la señal en llegar al conjunto de satélites.

Si en un principio se señalaba el año 2011 como fecha para que el sistema Galileo estuviera plenamente operativo, la fecha se retrasa: entre 2009 y 2010 la ESA tiene previsto lanzar los cuatro primeros satélites operativos, el número mínimo para poder garantizar la navegación. El horizonte más optimista sitúa en 2013 la fecha en la que la constelación de satélites esté plenamente operativa.

Los retrasos no sólo vienen de la coordinación de una multitud de empresas, sino que también por la voluntad política de los miembros de la UE. El pasado miércoles, tan sólo tres días antes del lanzamientos del Giove-B y tras varios meses de negociaciones, el Parlamento Europeo daba luz verde para que la UE financie los 3.400 millones de euros que cuesta el proyecto y establecía las bases para la futura construcción, segmentando el proyecto en seis partes, de tal manera que una empresa solo pueda participar en uno de ellas.

Precisión y competencia

El nombre de estos satélites (Giove , Júpiter en italiano) es un homenaje a Galileo Galilei, que en 1610 descubrió los cuatro satélites del planeta, denominados Io, Europa. Ganímedes y Calisto. Galileo también describió su órbita, lo que sirvió, al ser visibles desde cualquier punto del planeta para determinar la longitud en cualquier punto, lo que revolucionó la cartografía en los siglos XVII y XVIII.

La precisión del sistema es una de las bazas con las que juega el sistema europeo. Cuando estén operativos los satélites que componen el Galileo, podrá localizar permanentemente un punto en la tierra con un error de un metro. El GPS - el sistema estadounidense que ostenta el monopolio actual - no garantiza esa precisión, y proporciona un error de unos 20 metros. Este error no se debe a cuestiones técnicas sino militares. Por ejemplo, en el año 2003, durante la guerra de Irak, EE UU falseó los datos de geoposición en la zona para no dar facilidades al Ejército iraquí, al tiempo que hubo zonas del mundo en las que el GPS funcionó de manera deficiente.

La señal de alta precisión que proporcionará el Galileo será abierta y gratuita para los navegadores; además, el Galileo proporcionará dos señales encriptadas de uso comercial para proporcionar datos con mayor rapidez; el Galileo ayudará también a controlar el tráfico terrestre, aéreo (facilitará, por ejemplo, el aterrizaje de aviones) y marítimo, además de garantizar un sistema de localización para las operaciones de emergencia y rescate conocidas como Meosar.

El complejo sistema contará con 30 satélites en órbita: 26 de ellos estarán en servicio, mientras que los otros cuatro estarán en reserva por si falla alguno de los principales. A diferencia del GPS actual, el Galileo avisará al usuario si uno de los satélites está fallando. La órbita de la constelación se sitúa a una altura de unos 23,200 kilómetros sobre la superficie terrestre y una inclinación orbital de 56 grados con respecto al plano ecuatorial.

El Galielo dará servicio en un principio a toda la UE y el Mediterráneo, aunque no se descarta extenderlo hasta Europa del Este, África, Oriente Próximo, América del Sur y Asia.

Pero no sólo Europa intenta tener su propio sistema de geoposicionamiento. China, que participa en el Galileo con una aportación de 200 millones de euros, lanzó en febrero del 2007 el cuarto satélite Beidou - Osa Mayor en chino - que forma parte del conjunto de hasta 36 satélites que formará la constelación del Compass, su competencia al GPS y al Galileo, y que dará una precisión de diez metros.

Por su parte, Rusia tiene previsto mejorar su sistema GLONASS y tenerlo plenamente operativo de nuevo para el año 2009. Como socio cuenta con India, que a su vez tiene un incipiente proyecto, el IRNSS, para contar con su propio sistema. Ante ésta competencia, EE UU ha anunciado que quiere mejorar su actual GPS.

Imagen de la cabecera del Soyuz-Fregat que lleva en su interior el satélite de la ESA Giove-B, ya situado en la plataforma de lanzamiento en la base rusa de Baikonour, en Kazajstán.
Imagen de la cabecera del Soyuz-Fregat que lleva en su interior el satélite de la ESA Giove-B, ya situado en la plataforma de lanzamiento en la base rusa de Baikonour, en Kazajstán.ESA / S. CORVAJA

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